
Guardiola era consciente que en gran parte de sus ataques, el Shakhtar buscaría este mecanismo. Balón directo al punta sobre el perfil derecho de su ataque para que protegiera de espaldas o bajase el esférico para ganar la segunda jugada. Por eso, a la entrada en el equipo de Keita, el entrenador azulgrana introdujo una modificación que ya apuntábamos como posible en la previa, que consistió en intercambiar las posiciones de los centrales de modo que Piqué quedase como central zurdo para defender con mayores garantías este tipo de situaciones.
La reubicación de Iniesta como delantero, sumado a la presencia de Busquets como acompañante de Piqué en el centro de la zaga, provocó que el Shakhtar optara por endurecer su presión sobre la salida de los azulgranas. De ahí, y favorecidas también por demasiados errores no forzados de los jugadores del Barça, llegaron algunas de recuperaciones que provocaron las ocasiones más claras del equipo de Lucescu. El equipo, en este escenario, encontró a Messi como un recurso jugando más retrasado de lo habitual, lo que unido a la ausencia de Pedro dejaba a Villa como única presencia más o menos permanente en el área rival.
Sin embargo, lejos de ser una ventaja, una mala lectura de estas situaciones puso en problemas al equipo de Guardiola. El Barça es un equipo de ataques largos, de madurar la jugada y si es preciso, devolver el balón atrás para reiniciar el ataque. Esto le permite que los jugadores tengan tiempo de colocarse y ordenarse sobre el campo en base a la posición del balón y así, estar bien posicionados para lanzarse a la recuperación tras pérdida. Además, los rivales, poco a poco son arrastrados hacia su área, de manera que aunque logren recuperar el control del esférico, el escenario para lanzar la contra es muy desfavorable. Ante el Shakhtar, en cambio, la precipitación de los ataques del Barça dificultó una buena aplicación de la presión, a la vez que permitía que los Luiz Adriano, Jadson o Douglas Costa, partieran de una buena situación en transición defensa-ataque.
El Barça echó de menos el pase atrás para que aumentaran las intervenciones de Xavi en cada ataque, algo que solo encontró en Iniesta y en Pedro cuando éste saltó al campo. El canario interpretó perfectamente la situación del partido y prueba de ello es que una vez ingresó en el terreno de juego, el Barça construyó sus ataques más largos. Así se explica, por ejemplo, que en el quinto gol, un jugador como Xavi acabe rematando desde la teórica posición del nueve.
