
En este sentido, sus primeras actuaciones fueron positivas. En el 1-4-3-3 de Luis Enrique, Bojan aparecía en el extremo derecho, posiblemente la posición de ataque que le es menos favorable por dificultarle el encarar portería, pues la posición en banda izquierda encarando el gol es para Osvaldo, y la punta de ataque para el capitán Totti. Aun así, recuperó la sensibilidad en el control que tan significativamente le abandonó en el Barça, mostró confianza para intentar el regate o arriesgarse a probar fortuna en el disparo desde posiciones difíciles.
No obstante, las enormes dificultades del equipo en fase ofensiva dejaron a Bojan sin su contexto más indicado. Con las dificultades de la Roma por hacerse con el ritmo y el control del balón, los de Luis Enrique se veían incapaces de situar el juego cerca del área rival y crecer desde la posesión en campo contrario. Bojan se veía exigido al retorno en banda hasta prácticamente la posición de lateral y en ataque, debido a la poco control que conseguía el equipo en el juego, no tenía tiempo de llegar a ocupar la zona de remate que liberaba constantemente Totti desde una posición de falso nueve cada vez más cerca de ser considerado como mediapunta.
Esa primera victoria llegó frente al Parma, por 0 a 1 gracias a un gol del ex-espanyolista Osvaldo. Ese día el titular volvió a ser Borini mientras Bojan tenía que esperar su oportunidad desde el banquillo. Y la oportunidad le llegó en la segunda parte, con el marcador a favor y el equipo creciendo. De Rossi minimizando las críticas dificultades en la salida de la pareja de centrales, Simplicio sumando el sacrificio que permita al equipo presionar arriba para mantenerse en campo rival, y un Totti cada vez más ajustado a su papel dentro del equipo. En este contexto favorable, Bojan salió y brilló. Con confianza, el de Linyola buscó recibir entre líneas, intercambió posiciones que los hombres de ataque, pisó el área, creó espacios y asumió protagonismo.
Así pues, la vuelta a la titularidad de Bojan ante el Atalanta era lógica. Fue el mejor partido de la Roma de Luis Enrique hasta la fecha y la ocasión en que más y mejor se plasmaron las ideas del técnico asturiano acerca del juego del equipo. Salida limpia desde atrás en la que forzosamente De Rossi debe asumir un papel protagonista para contrarrestar a los centrales, calidad para combinar en la media requiriendo así a un Totti más centrocampista que delantero, laterales largos para ocupar la banda, y dos extremos con marcadísima tendencia central. Un 1-4-3-3 que muy a menudo se convierte en un 1-4-4-2 en rombo. Y ahí Bojan, con confianza, y en su papel favorito. Acompañado de una referencia como Osvaldo, con libertad para aparecer entre líneas, con un lateral que lo libere de la responsabilidad de fijar la banda, y un equipo capaz de llevar el balón a las inmediaciones del área y de plantearse la recuperación en campo propio. El de Linyola marcó el primer gol de su equipo y firmó una muy buena actuación. Su juego cobró sentido en tanto el equipo se acercó a lo que espera de él Luis Enrique, y cuanto más se acerque la Roma a la idea que tiene Luis Enrique, más se acercará también a Bojan.
