
El principal problema del equipo de Eusebio reside en la bajísima calidad de la pérdida del balón. Perder la posesión es inevitable y, de hecho, recomendable, pues llega un momento en la jugada que el jugador debe asumir un riesgo. Si tiene éxito, la jugada terminará en una ocasión de gol, pero como en el fútbol lo más frecuente es el error, los equipos deben tener algunas precauciones acerca de esta posible futura pérdida. El objetivo, aunque suene paradójico, es lograr una pérdida de calidad. Que la pérdida se produzca en un contexto en el que no sólo no resulte traumática, sino que incluso pueda convertirse en beneficiosa para el equipo. Un ejemplo perfecto de esto lo tenemos en la primera plantilla, donde una pérdida de calidad permite al equipo lanzar la presión de forma efectiva y recuperar el esférico con varios jugadores culés cerca del balón, cerca del área rival y con el rival saliendo.
Para superar esta adversidad, los centrocampistas se ven obligados a arriesgar mucho antes y en posiciones más retrasadas. Se exponen mucho más al fallo en una zona del campo donde éste tendrá peores consecuencias. Así pues, uno de los mayores problemas del equipo están siendo las pérdidas en zona de construcción. Como hemos visto, el problema no es la pérdida en sí, sino el contexto en el que se produce. Cuando el Barça B pierde el balón, el equipo está saliendo, la defensa se ha abierto para facilitar el primer pase, y los tres delanteros esperan arriba. Además es posible que uno o incluso los dos interiores esperen el pase por delante del la línea del balón. La consecuencia es un equipo partido cuando pierde el balón y en esta situación el mediocentro y los centrales son los que más sufren.
Las dos soluciones que h encontrado el técnico -auque no parece haber apostado decididamente por ninguna de las dos- han sido Gerard Deulofeu y el recurso de formar con un falso atacante. En el caso del joven extremo, su poder en el desequilibrio individual y sus aptitudes físicas, sirven al equipo para encontrar espacios debido a la atracción que genera. El rival se ve obligado a cerrarse sobre él y los medios se retrasan acercándose a su línea defensiva, permitiendo así al Barça B adelantar sus líneas y situarlas más próximas al área. Respecto a la segunda solución, la de formar con un falso delantero bien en el centro bien en banda -esta es la opción que más se ha dado con Rafinha o Espinosa-, dejando un espacio libre se generan -aunque de un modo un tanto artificial- los espacios para favorecer la movilidad de los delanteros. El rival se ve forzado a equilibrar constantemente el sistema defensivo, dando pie a desajustes y espacios que pueden ser aprovechados por los centrocampistas del B.
Así pues, ahora que Isaac Cuenca permanecerá en el primer equipo debido a la lesión de David Villa, y más si Jonathan Soriano abandona el equipo en el mercado invernal, ese parece que debe ser el camino a seguir para hallar soluciones a los problemas del juego del filial azulgrana. Reparar el problema principal para que a partir de ahí, el resto de comportamientos futbolísticos, encuentren el marco adecuado en el que desarrollarse.
