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Sobre crítica:

Cuando llegan los malos resultados la crítica no se hace esperar. Si además hablamos de un equipo como el Barça de Guardiola en el que el entorno resta títulos no alcanzados en lugar de sumar los logros, es fácil perder la perspectiva. Aceptemos que para el F.C.Barcelona la Liga se ha puesto muy difícil. Siete puntos, por mucho que la segunda vuelta guarde un Barça-Madrid en el Camp Nou, parece una distancia más que considerable ante la facilidad del Madrid de Mourinho de sumar de tres en tres. Pero más allá de los fríos números, el Barça no parece ofrecer las garantías de que, si el Madrid pierde esos siete puntos, él vaya a ganarlo todo. Ahí no hablamos de resultados, hablamos de fútbol, del juego. Cuando, una vez superada la crítica resultadista que sube y baja a los altares jugadores, propuestas o decisiones en función de la arbitrariedad de un resultado final, uno pretende analizar las causas futbolísticas que expliquen una determinada realidad del equipo, existe un segundo peligro. Se trata del peligro de perder de vista a los verdaderos protagonistas, los jugadores, y de entre éstos, aunque mencionarlo pueda parecer una ridícula obviedad, los mejores.

Es cierto y evidente que hay decisiones que pueden ser más problema que solución -como situar a Xavi por delante del balón ante el Villarreal, como hiciera en el pasado Mundial el seleccionador Vicente del Bosque-, o que contar con Iniesta, Di María o Neymar, dará más opciones al equipo que hacerlo con Keita, Adriano o Dani Alves actuando en la posición de extremo. Pero no es menos cierto que en un contexto favorable, esos jugadores han demostrado funcionar. En esos contextos que posibilitan los grandes jugadores.

En su día, en el equipo de Rijkaard, cuando Ronaldinho daba sentido al colectivo -pedimos disculpas por lo exagerado de la afirmación- Oleguer sobrevivía en el lateral derecho. A lo largo de la Champions League que el equipo conquistó finalmente en París, el contexto colectivo le permitió al de Sabadell, salir indemne de duelos ante extremos de la talla de Simao , Robben o de un emparejamiento como central con Gilardino y Shevchenko. Tras la final de París, el equipo se derrumbó y Oleguer ya no tenía ese contexto en el que sostenerse. Él no había cambiado, el equipo si, como consecuencia del abandono de Ronaldinho. Con este ejemplo no pretendemos, ni mucho menos, defender a Oleguer ni atacar al inolvidable Gaucho, sino enjuiciar a una crítica que en la victoria alaba al fuerte y en la derrota ataca al débil. Esa crítica para la cual gana Ronaldinho o Messi y pierde Oleguer o Adriano. Los primeros son los que marcan determinan el contexto, y los segundos los que disfrutan o sufren sus consecuencias. Tampoco es una cuestión de repartir responsabilidades, sino de ser consciente de hacia donde debe ir dirigido el análisis. Hablar del débil nos hará hacerlo sobre situaciones concretas, desequilibrios puntuales, centrarnos en los jugadores más fuertes, encontrar los porqués en el juego.

Así, si miramos al crack argentino, nos encontraremos que el jugador más importante del equipo, el que se constituye como el inicio y el fin de todo, atraviesa por una baja forma evidente. Totalmente justificable, pues como hemos dicho no se trata de repartir culpas sino de hallar explicaciones, pero evidente. Messi disputó en verano la Copa América con la selección albiceleste, a lo que hay que sumar su precipitado regreso sin prácticamente horas de entreno en sus piernas, para medirse en la Supercopa al Real Madrid. Es normal, pues, que Leo esté pagando ahora las consecuencias de aquello, y es normal también que el equipo se resienta por eso.

Un caso distinto es el de Xavi Hernández, que con 32 años parece que empieza a encontrar más dificultades que antaño para imponer su juego. Que ésta temporada el Barça ha perdido control de los partidos es obvio, y que él es el principal encargado de hacerse con ese control, también. Por ahora, Xavi se ve empujado a refugiarse en una posición más retrasada, más próxima al central que al extremo, lo que lleva a todo el equipo a asentarse más atrás de lo que lo hacía otras temporadas, aumentando la necesidad del riesgo en la acción técnica, las posibilidades de pérdida y la exigencia.

Por último, y siguiendo con el análisis del hombre más importante por línea, tenemos a Gerard Piqué, a quién, no es nuevo, le está costando mucho recuperar el nivel de sus primeras temporadas en el F.C.Barcelona. Además, Gerard es el único central de sus características de la plantilla -Fontás, ya antes de su lesión, no es un jugador que entre en competencia con otros posibles centrales como Puyol, Mascherano o Abidal-. Guardiola puede contar con varios centrales de perfil marcador, tanto para la defensa de cuatro como para la de tres, pero Piqué es su único líbero. Es el único central potencialmente capaz de crear ventajas desde el inicio de la jugada. Por eso, aunque su rendimiento esté lejos de ser el esperado, el técnico tiene poco margen de maniobra, Veremos que sucede en verano y si el club incorpora a un jugador que complemente a Piqué pero que a la vez pueda ser su substituto, y hasta que punto puede afectar esto al futuro de Marc Bartra en la primera plantilla.

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