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Lo mejor de Pedro no son los goles

Anoche, Pedro Rodríguez fue el protagonista del Bielorrusia-España gracias a un hat-trick que viene a confirmarlo como uno de los jugadores con más gol de los que vienen contando para el seleccionador, sólo superado por el también barcelonista David Villa. Al canario siempre se le ha relacionado con la finalización y el gol, debido a unas excelente cifras realizadoras para un hombre de banda y al impacto de su primera temporada asentado en la élite. Tras una primera campaña alternando el filial y el primer equipo, que empezó con la previa de la Champions ante el Wisla de Cracovia y terminó con el premio de Roma, la consolidación de Pedro en la élite se produjo la temporada 2009-10.

Fue el año del aterrizaje de Ibrahimovic, que unido a la salida de Samuel Eto’o y al ocaso de Henry, dibujaron un Barça con un déficit notable en la ocupación de la zona de remate. En ese contexto emergió Pedro Rodríguez. En cualquiera de las dos bandas, el extremo resultó un hombre clave poniendo solución a dos carencias claves del colectivo: la profundidad y la amenaza en el área. No fue el Pedro verdaderos, o al menos no el Pedro que es ahora. Fue el Pedro que usó Guardiola para dar respuesta a unas carencias localizadas.

Ya la siguiente temporada, en la que Villa sustituyó a Ibra, Pedro despegó. El Guaje encajaba a la perfección en el rol del jugador que suma amenaza a la espalda de la zaga y en el interior del área pequeña, y Guardiola pudo descubrir en Pedro a un jugador de mayor dimensión. Aunque el tópico siguiese viendo en el canario al extremo que partiendo de banda buscaba una y otra vez la diagonal al interior del área, lo cierto es que los comportamientos de Villa y Pedro nunca fueron simétricos. Partiendo desde la banda derecha, el movimiento principal de Pedro no fue a la espalda del central, sino del mediocentro. Como Messi en la 08/09. Con el argentino en su nueva posición de falso nuevo y el canario buscando la recepción interior dejando a Alves la labor de ensanchar el campo, la superioridad numérica del Barça era abrumadora. Es el jugador que se vio ante el Benfica y que alcanzó la cima en su antológica semifinal del Mundial 2010 ante Alemania.

Es fácil que Pedro llame la atención. Sus poderosos desmarques al segundo palo, su íntima relación con el gol y su inspirador sacrificio se ofrecen vistosamente al aficionado. No obstante, lo más valioso de Pedro está un poco más escondido. Concretamente, escondido detrás de un centrocampista rival.

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