
En el entorno se espera a Piqué y Puyol para convertir la portería de Valdés en un fortín. Mascherano atraviesa un momento de forma irreconocible, Song, por el momento, ha naufragado, Bartra apenas da sus primeros pasos en el primer equipo y Adriano no deja de ser un invento un tanto extraño. Sin embargo, lo cierto es que cuando estuvieron los dos titulares, los problemas siguieron ahí. Ni Piqué ni Puyol vienen ofreciendo su mejor versión. Cuando se lesionaron, no eran la pareja inexpugnable de 2010 o 2011, sino que el centro de la zaga seguía siendo un punto conflictivo. Por razones distintas cada uno, lo cierto es que el Barça está esperando a unos centrales que ya no son. La lógica dice que debemos esperar a los Piqué y Puyol actuales y no a los de hace un par de temporadas.
Visto el panorama, resulta evidente que lo mejor para los intereses del Barça es que triunfe la mentira. Que todos, equipo y afición, sigan creyendo que el emperador va vestido. Como hemos dicho al principio, la clave para una vuelta de tuerca del equipo, está en sentir seguridad atrás, lanzarse sin miedo. Si Jordi Alba y Dani Alves proyectan sin temor, si Pedro y Villa mastican el área, si Messi encuentra el colchón…a partir de ahí saldrá todo. También una mejor transición defensiva resultante de aplastar al rival e impedirle la posibilidad de una salida ordenada. Después, si ni Piqué ni Puyol rallan a su mejor nivel, estarán más expuestos al error, pero eso ya importará menos porque el colectivo se lo pondrá fácil.
El caldo de cultivo es perfecto. Se espera a salvadores. Si el equipo se cree que lo son, la mentira puede ser la mejor aliada de Tito Vilanova.
