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Perdidos y bloqueados

Todo empezó en el balón pero estalló en la cabeza. Desde el principio de temporada, el Barça ha arrastrado tres problemas estructurales. A nivel colectivo, está su endeblez en transición defensiva, a la que sólo durante dos meses, con la posición de Iniesta en banda que pareció dar sentido a todas las piezas, pudo asentar. A nivel individual, el problema en los centrales ya adquiere tintes de drama, y se une que el Barça, este año y parte del anterior, juega sin portero. Suena duro pero es así. Ese triángulo que ejerce de última barrera es de papel. 

El equipo, sin embargo, se sobrepuso a ello, por las victorias -que todo lo curan- y porque se dejó engañar o Vilanova supo engañarlo. Sea como fuera, el equipo había salido adelante de una primera fase con dudas futbolísticas y éxito en los resultados, y tras el Barça-Madrid de la primera vuelta el Barça de Tito empezó a crecer. El equipo tenía un plan y se lo creía, lo cual, dicho sea de paso, seguramente sea el gran logro de Tito, el convencer al grupo de abandonar el camino conocido que los había hecho eternos y animarles a adentrarse en uno desconocido, promesa de futuros laureles.

Como todas salían cara y el equipo jugaba cada día mejor, todo iba perfecto hasta que se sucedieron dos fectores que por casi simultáneos es dificil establecer cuál pesó primero. Por un lado, el Madrid-Barça de Copa propuso nuevos retos al equipo azulgrana, le obligó a encontrar nuevas respuestas ante un plannteamiento que inhabilitaba el plan que el Barça venía usando. Presionando arriba y bien, Mourinho obligó a Iniesta a bajar a la base para subir el balón, y sin Andrés como falso extremo, faltaba la pieza que había completado el rompecabezas de Tito.

Y ahí aparece el segundo factor decisivo, y es que el entrenador autor de ese rompecabezas, no estaba. Por un lado, faltaron sus posibles soluciones a esos problemas futbolísticos que el nuevo escenario había originado, pero más importante aún, al equipo le faltó el hombre que lo había convencido. El equipo dudó de un plan que todavía no habían rubricado los títulos. Con dudas por resolver en lo futbolístico y sin nadie que alentara a seguir en las mismas, que insistiera en que si bien el plan no era perfecto sí era el correcto, el equipo ha llegado a un punto insostenible en el que, simplemente, no sabe.

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