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Inventarse al jugador nº12

Hace una semana, Pep Guardiola daba una charla en Argentina. En ella, con la excusa de hablar de Messi y su posición, expuso algo aún más relevante y que no tiene que ver sólo con lo pasado, sino que sirve como pistas para el futuro. Durante su intervención, el técnico insiste una y otra vez en su obsesión por generar la superioridad en el centro del campo. La evolución táctica del Barça, y de sus rivales más directos, es la batalla por la superioridad numérica. Por disfrutar de un hombre de más en un deporte en que ambos equipos tienen el mismo número de jugadores. Como punto de partida resulta estimulante.

Cuenta Guardiola que viendo que, jugando de extremo, cuando Leo se escapaba de la banda el lateral de turno se iba con él, técnico y ayudantes se preguntaron  si le seguiría también un central teniendo en cuenta el espacio que con eso crearía para la diagonal del extremo o la entrada del interior. Lo probaron por primera vez ante el Madrid en el Bernabéu, y el resultado fue un histórico 2-6. El central no salió, Messi se acercó a los interiores y provocó un insostenible tres contra dos entre Leo-Xavi -Iniesta y Gago-Lass. Llegó Mourinho, el 5-0…y hasta ahí. Pepe, Ramos, Varane…anticipación, anticipación y más anticipación. Y defensa arriba. El central iba a salir sobre Leo siempre.

Ahí Pep volvió a mover ficha. 3-4-3 introduciendo a un delantero para que fijara a los centrales. Ese fue Alexis Sánchez dejando la banda derecha a Dani Alves. De derecha a izquierda, Alves, Alexis e Iniesta fijando a la zaga rival, y permitiendo la superioridad en la medular de Busquets, Xavi, Cesc y Messi. El peaje a pagar, un tres para tres en defensa que dejaba a Piqué, Puyol y Abidal en igualdad ante Ronaldo, Benzema y Di María.

Vistos los riesgos, ¿hay otra alternativa al 3-4-3? Vilanova ha probado la más evidente, prescindir de un extremo. Primero del izquierdo, situando ahí a Iniesta para que ante el Real se fuera permanentemente a la mediapunta, después del derecho para mandar a Villa a la posición de 9. Si la propuesta fue la lógica, también lo fue la respuesta, bien con Arbeloa acompañando a Iniesta al centro, bien proyectando al lateral izquierdo para sumarlo arriba.

Ahora, con la inmediatez del mercado de fichajes, se abre un nuevo escenario, en el cual podemos descubrir una de esas cosas que hacen del fútbol algo extraordinario. No hay un único camino, y lo que ganabas sumando un atacante (en el 3-4-3) lo puedes ganar también con un central. Todo depende del elegido. Sabemos que el objetivo es tener superioridad numérica en la media y, hasta ahora, hemos visto que la batalla ha consistido en sumar jugadores a la zona. Pero la superioridad es tener un hombre más…o que el rival tenga uno menos. Vamos a ver cómo lo logramos.

Si dibujamos sobre un papel dos formaciones con defensa de cuatro y agrupamos las marcas, veremos que a los dos equipos «les sobra un central». Igualdad en la media y un defensa más que delanteros el rival. El propósito es sacar partido de esto cuando se tiene el balón.

La primera vía es seguir lo visto hasta ahora, sumar hombres a la media. Ahí entra en juego la conducción del central. Alves y Alba son laterales que obligan a la vigilancia, por lo que por dentro los centrales tienen un dos contra uno ante el punta rival. Separarse y progresar con el balón controlado. Atraer al delantero a un lado y soltara al compañero para que se incruste en la media. Y si queremos que la eficacia del movimiento en la pizarra se traduzca sobre el campo, el central encargado debe poder generar superioridades desde ahí. ¿Recuerdan la pareja Márquez-Piqué? ¿Y la pareja Piqué-Touré? ¿Y la insistencia en Chygrynskiy? Si con balón vamos a tener un dos contra uno ante el delantero rival, aprovechémoslo.

El segundo movimiento tiene su origen en el pase. En la capacidad de los centrales de crear ventajas al equipo en la salida del balón. Que el cuero en las botas del zaguero sea una amenaza real, un problema a solucionar para los rivales. Si sólo uno de los dos centrales tiene esa capacidad, la respuesta aparentemente es simple. El adversario manda a su punta sobre él y desatiende al central menos hábil. Pero ¿y si los dos centrales son una amenaza? ¿Y si el equipo genera ventajas con el esférico en poder de cualquiera de los dos? Al rival no le queda más remedio que mandar una segunda marca arriba.

Si la manda, superioridad en mediocampo, o uno contra uno de Messi, Neymar y su acompañante arriba. Si no la manda, hacer valer ese jugador de más. Es la ventaja de jugar con doce. O de que el rival juegue con diez.

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