Cuando entró Deulofeu se clavó en banda izquierda. De hecho, como a Lukaku le gusta bajar a pivotar y Naismith va y viene, a veces fue el hombre más adelantado del Everton. Centrándose ligeramente para recibir, aguantó el balón, habilitó el carril para Baines y le dio tiempo al lateral inglés a sumarse. El Everton encontró ahí situaciones ventajosas. Después pasó a banda derecha y le llegó bastante menos el balón.
A Deulofeu le está costando entrar en el Everton. Mirallas en teoría no debería ser rival para el catalán, pero lo cierto es que de momento es quien le quita el sitio. Seguramente sea un buen proceso. No hay que olvidar que, en principio, el Barça entiende su cesión a Inglaterra como una fase más de la formación del chico, y que le cueste ganarse un sitio, también en el Everton, puede serle útil. Porque lo cierto es que el destino, a priori, podía parecer fácil. Casi demasiado. Un equipo de mitad alta con pérdidas dolorosas en la parte ofensiva, un técnico que sabe el tipo de jugador que es Gerard y una liga hecha a medida para que sus cualidades la revienten.
El otro cedido, Rafinha -este en el Celta- lo está teniendo más fácil. No son dos caracteres iguales y por lo tanto no se les puede tratar igual. El momento de Deulofeu esta temporada va a llegar, y no porque así el Everton se ahorre dinero -esto en la Premier da igual, a nadie le falta- sino porque Roberto Martínez no tendrá muchas armas como las del catalán (está jugando con Naismith arriba). La liga inglesa le dará espacios, las bandas en las islas parecen más largas, y se intuye buena sintonía con Barkley, el otro talento del equipo. Nos mantendremos a la espera.