
Los Skyblue, ante la ausencia de su máxima estrella y lo mal que se entendió la pareja Negredo-Dzeko ante el Fulham, optaron por modificar el dibujo habitual. 4-2-3-1 con Navas en la derecha, Silva en la mediapunta y Nasri partiendo del perfil izquierdo. Arriba sólo Negredo. Por detrás, repetía la pareja Touré-Fernandinho, un tándem que hasta la fecha no termina de combinar demasiado bien. Ambos son parecidos, de más vuelo que posición, lo que a la postre implica que el rival encuentre más espacios de lo habitual a su espalda. Kompany y Lescott, los centrales ante el Liverpool, tampoco parecen los indicados para compensarlo. Salen poco y no demasiado bien, y viven mucho más cómodos protegidos cerca de Hart que expuestos al campo abierto. El cuadrado defensivo central del Manchester City, pues, se intuía destinado a ofrecerle al rival muchos espacios entre líneas.
Lo hizo, y en frente no había un cualquiera, sino el futbolista más determinante de la Premier, bien secundado por un Coutinho cada día más fiable. Entre el fuera-dentro del brasileño y la presencia constante de Luis Suárez, el Liverpool siempre hizo más méritos que su rival. Mientras Luis Suárez ganaba la espalda de los mediocentros, recibía libre, obligaba a salir a los centrales, soltaba para el compañero libre y se lanzaba a la espalda de su marcador, la grada del Etihad seguramente echara de menos a Javi García como un tercer punto de apoyo en la medular. Pero el 26 es Boxing Day en Inglaterra, en espíritu, lo más parecido a un All Stars que tiene el fútbol continental. No siempre será así.
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