
Pero con meter el pie sólo no basta en Barcelona. Ni a nivel futbolístico ni mediático, que también influye. El cuero seguirá siendo el centro, de modo que de lo que se trata es de sumar aptitudes y no de sustituirlas. Alguien que le pueda seguir el ritmo al equipo con balón pero que le de mayor empaque sin él. No es suficiente con el trabajo atrás, pues hay que tener en cuenta la importancia en el discurso de club que tienen los interiores culés. Messi siempre fue el jugador franquicia, pero la imagen que se quiso proyectar fue el Xavi-Iniesta. Eso no se vence con un especialista defensivo. Aquí empiezan las dificultades, porque las cuatro opciones que se legitimarían por si solas tienen el acceso cerrado. Ni Arturo Vidal, ni Javi Martínez, ni Touré Yaya, ni Paul Pogba están al alcance para un equipo que debe atacar varios frentes este verano.
Pero para poder discutirle minutos a un interior culé, la nueva incorporación debe ser un futbolista mínimamente contrastado y capaz de ofrecer rendimiento inmediato. Que sume con pelota y sin ella. Un futbolista responsable en lo posicional, técnico e inteligente tácticamente. Sería interesante, además, que pudiera sumar minutos en el mediocentro, aunque depende de quien sea finalmente el nuevo central, esto puede ser secundario. A la plantilla del Barça en mediocampo no le falta un jugador, le falta un perfil. No es una cuestión de número, hay una pieza que no tiene. Tres interiores titulares, Busquets, Xavi como primer cambio y Sergi Roberto en la rotación. A partir de aquí, que peleen.
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