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Arriesgan

Cinco temporadas después, el Barça vuelve a tener cuatro centrales en plantilla. La última vez fue a las órdenes de Guardiola, cuando con Piqué, Puyol, Márquez y Chrygrynskiy se formó un cuarteto que pasó a ser de cinco con la recuperación de Gaby Milito. Ese verano salieron el ucraniano y Rafa Márquez, y en invierno hizo lo propio Milito poniendo rumbo a Argentina, de modo que en el equipo quedaron Piqué y Puyol, y dos que no eran centrales pero que llegaron a disimularlo muy bien. Y así hasta ahora. Por el camino se fue cayendo el capitán y apareciendo Marc Bartra, pero con la despedida del 5, el club se decidió, por fin, a atajar la cuestión. Durante este mercado de verano, pues, han aterrizado en Barcelona el francés Mathieu (lateral en origen pero totalmente hecho a la posición) y el hasta ahora gunner Thomas Vermaelen.

Analizar la llegada del belga no es sencillo. Y por más de un motivo. En primer lugar, el perfil del jugador dista considerablemente del que tenía la primera opción del club para reforzar la posición. Marquinhos es diferente a Vermaelen tanto en el aspecto físico como en lo técnico o táctico, y hasta en el pie con el que mejor se relaciona con el cuero. Con el paso del uno al otro, quedará por ver si el club va a pedirle a Thomas lo mismo que le habría pedido al brasileño, si va a cambiar el plan o si va a sumarle al equipo las virtudes del belga mientras encuentra en otro miembro de la plantilla las que no llegan con el central del PSG. En este sentido, hombres especialmente dotados para la anticipación o para abarcar una amplia zona del terreno de juego como Bartra, Mathieu o Mascherano, pueden ver como el rol que se les iba a asignar cambia. Porque Vermaelen es distinto. Un central fuerte y que va bien al choque, pero que selecciona más y que está un par de puntos por debajo en velocidad y despliegue.

Se coloca bien, va a la disputa aérea con mucha autoridad, al suelo con elegancia y al cruce con ímpetu. Con más matices que otros en la toma de decisiones, distingue la más adecuada en cada momento, aunque este punto más cerebral de su juego contraste con el riesgo que llevan a cuestas sus maniobras. La elección es reflexiva, la acción, a veces, imprudente. En eso es muy Premier. O muy Arsenal. Por este motivo se trata de un central que necesita estar muy fino, y la continuidad que le niegan los problemas físicos, termina por sentenciarlo al fallo. El Vermaelen de las últimas temporadas es un futbolista condenado por la intermitencia. Las lesiones castigan con ausencias, éstas, cuando se juntan con su estilo de juego, lo conducen al error, y la concatenación de errores a la pérdida de confianza. Por eso perdió la titularidad en el Arsenal y por eso el Barça se lo encontró disponible en el mercado.

Sin embargo, abandonar el Emirates le puede venir bien. A nivel físico, y sin tener una explicación que arroje luz al tema, son varios los futbolistas que tras salir del Arsenal ven disminuir considerablemente su número de lesiones, y en el Barça, con Cesc, tenemos un ejemplo cercano. En lo segundo, en lo que a la confianza se refiere, la llamada, pese a sus dos últimas flojas temporadas, de un club de la importancia del Barça, y un club que además tenía como presa más codiciada del verano la llegada de un central, pueden dispararle la moral y hacer tabula rasa de temores e inseguridades. Si esto pasa, estaremos más cerca de ver al mejor Vermaelen, y el Barça de haber contratado a un central de nivel.

Adaptable a la banda izquierda, más con el objetivo de pesar en salida que de ganar profundidad, su desempeño con la pierna zurda es uno de sus principales valores. En una posición donde cada vez gana más terreno la conducción, Thomas suma también desde el pase. Tanto en corto como en largo -suerte de la que a Luis Enrique le gusta disponer en sus equipos-, la llegada del belga va a sumar una pieza en el inicio de la jugada que el Barça hace tiempo que no maneja: el central zurdo. En salida de tres, por ejemplo, se abre el abanico.

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