
Por lo que hemos visto e intuimos hasta la fecha, el de Luis Enrique también va a ser un Barça en el que los laterales tengan mucho peso en ataque. La salida de tres planteada en pretemporada y la presencia arriba de tres delanteros de tendencia y posición centrada, vislumbran un escenario en el que Dani Alves y Jordi Alba -o sus respectivas alternativas- tengan para ellos la banda entera. Todavía no sabemos cómo van a enfrentar los rivales a este nuevo Barça. Si repetirán mandando arriba a la defensa, si apostarán por el cerrojazo sobre el área propia o si alternarán ambas. Lo que sí sabemos es que para hacerles frente, el Barça no tendrá a Gerard Deulofeu.
La salida del de Riudarenes resta maniobrabilidad a Luis Enrique. A día de hoy, su desencaje con la propuesta inicial era su principal arma. En un equipo en el que todos sus atacantes, sin excepción, son mejores por dentro que por fuera, el canterano era el único delantero que sentía más la orilla que el carril central. La alternativa por fuera a un ataque que transcurrirá por dentro. Para el jugador, la falta de juego interior y entre líneas es una carencia a subsanar durante su cesión, pero para el cuadro culé esta cojera significaba una fórmula simple para alterar la narración de un partido que gira la espalda. Y es que además de esa singularidad respecto a sus compañeros de línea, parece difícil que Deulofeu no hubiese supuesto un activo para el equipo entrando desde el banquillo, por su destreza en el uno contra uno, cambio de ritmo y capacidad para ver puerta. Un papel especialista pero valioso. Un papel al que el Barça parece que acepta renunciar a cambio de que el jugador crezca y evolucione como jugador global.
