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Lo que pierde el Barça sin Deulofeu

El domingo, en el Camp Nou y ante el Elche, arranca la temporada para el Barça de Luis Enrique. Siempre ordenado, sensato y difícil de batir, el equipo de Fran Escribá este verano da la impresión de haber hecho una apuesta por aumentar sus posibilidades con balón pese a salidas importantes como las de de Rubén Pérez, Fidel o Carles Gil. El fin de semana, no obstante, parece improbable que pueda presentar este update, tanto por fecha como por escenario. Ya la temporada pasada, el digno y rocoso conjunto ilicitano tuvo problemas para cerrarle al Barça los pasillos, producto de las dimensiones del terreno de juego culé y de la proyección ofensiva de los laterales locales, que obligaba al Elche a plantear en muchos momentos una línea de cinco o incluso seis defensas, que para más inri, jugaba adelantada. Los efectivos para presionar eran pocos, los metros a la espalda muchos, y las posibilidades de que el Barça filtrara un balón al espacio, altísimas.

Por lo que hemos visto e intuimos hasta la fecha, el de Luis Enrique también va a ser un Barça en el que los laterales tengan mucho peso en ataque. La salida de tres planteada en pretemporada y la presencia arriba de tres delanteros de tendencia y posición centrada, vislumbran un escenario en el que Dani Alves y Jordi Alba -o sus respectivas alternativas- tengan para ellos la banda entera. Todavía no sabemos cómo van a enfrentar los rivales a este nuevo Barça. Si repetirán mandando arriba a la defensa, si apostarán por el cerrojazo sobre el área propia o si alternarán ambas. Lo que sí sabemos es que para hacerles frente, el Barça no tendrá a Gerard Deulofeu.

La salida del de Riudarenes resta maniobrabilidad a Luis Enrique. A día de hoy, su desencaje con la propuesta inicial era su principal arma. En un equipo en el que todos sus atacantes, sin excepción, son mejores por dentro que por fuera, el canterano era el único delantero que sentía más la orilla que el carril central. La alternativa por fuera a un ataque que transcurrirá por dentro. Para el jugador, la falta de juego interior y entre líneas es una carencia a subsanar durante su cesión, pero para el cuadro culé esta cojera significaba una fórmula simple para alterar la narración de un partido que gira la espalda. Y es que además de esa singularidad respecto a sus compañeros de línea, parece difícil que Deulofeu no hubiese supuesto un activo para el equipo entrando desde el banquillo, por su destreza en el uno contra uno, cambio de ritmo y capacidad para ver puerta. Un papel especialista pero valioso. Un papel al que el Barça parece que acepta renunciar a cambio de que el jugador crezca y evolucione como jugador global.

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