
En base a esto, el encuentro no pudo empezar mejor para los intereses del Barça, tras un tanto de Neymar que en un partido que sorteaba el gol en cualquiera de los dos lados, dejaba el colchón del empate en uno y, quizás, la sentencia en el otro. Ésta pudo llegar en el primer tramo de partido sobretodo en una ocasión de Messi que Casillas desvió con la rodilla, y eso que el plan inicial de los visitantes buscaba más el control que las ocasiones. El Barça no podía sobrevivir en un partido de transiciones y quiso esconder el balón con pretensión de seguridad. Hemos comentado al inicio que ahora en los clásicos el balón puede ser de cualquiera, y por nivel y estructura el Madrid está más preparado para no tenerlo. De ahí que Luis Enrique hiciera marcha atrás, consciente que su equipo todavía no está donde debería para competir al máximo nivel, dio entrada a Xavi en el once y lo juntó con Busquets e Iniesta. Voluntad y apariencia de control en un once con aroma al cliclo anterior y en el que los acompañantes de Messi suponían el principal salto de nivel. En el caso de Andrés, lo de juntarse con Xavi fue literal. El 6, que por muchos momentos cayó al lado izquierdo para dejar camino libre al apoyo de Leo Messi, se abrió poco, y el manchego jugó descaradamente vencido hacia dentro. La idea, por lo que se vio, era encontrar superioridad en el carril central, tener más opciones de negarle la pelota a un mediocampo rival con poca capacidad de robo, permitir el aclarado en banda izquierda de Neymar con Carvajal y mantener alejados a los centrales blancos con Luis Suárez. De ahí vino el gol del Barça y de ahí puede explicarse la presencia de Mathieu en el lateral para cerrar una banda «sin interior».
A partir de lo mencionado, de los errores defensivos del Madrid y de la excelente primera mitad de Luis Suárez, el Barça tuvo sus opciones. Como contra, el planteamiento regalaba la salida por banda, sin la presencia de unos interiores que, ya de por sí, venden barata su espalda. Especialmente en banda derecha, Marcelo se aprovechó de la libertad que le daba la posición centrada de Luis Suárez para llegar arriba con decisión y peligro en un costado que compartía con Isco, Xavi y Dani Alves, que estuvo contenido en ataque y acertado en el gesto técnico atrás. También cayeron a ese sector del campo un Piqué que salvó mucho hasta regalar el penalti y Cristiano que lo intentó por dentro y por fuera pero que en ninguna de las dos zonas encontró demasiada producción. Con el Madrid llegando cómodo por bandas, un Barça aculado y Busquets sorprendentemente bien en la frontal, el dominio del primer tiempo entre goles fue claramente blanco aunque éste, con demasiada frecuencia, terminara con un centro al área. Tras el gol del empate volvió a repartirse la posesión y el escenario del partido retornó al arranque.
El primer tiempo terminó con empate a uno y el segundo dio comienzo con el gol de Pepe, momento en el que murió la idea inicial de Luis Enrique. El que buscaba la posesión como seguro y se agarraba a la alternancia para encontrar sus opciones. Con marcador a favor el Madrid ya no las daría, se vistió de Copa, reforzó atrás (fijó a los cuatro defensas -con asterisco para Marcelo- y sujetó a su centro del campo) esperó el error de un Barça obtuso atacando sin poder correr, y castigó contragolpeando a una medular culé transparente y a una zaga vencida. Como el plan de Xavi ya no servía, entró Rakitic por el capitán para que, corriendo, se abrieran brechas por las que filtrar peligro, pero corriendo el Barça no tiene estructura para no regalar y el Madrid corre mejor. Si en el primer tiempo Busquets e Iniesta se juntaron a Xavi con el propósito de darle al juego azulgrana apariencia de control, sin el de Terrassa y aceptado el viento, mediocentro e interior fueron desbordados. Kroos y Modric salían limpios, por fuera James daba más sentido que Isco a las transiciones y arriba Benzema se hacía enorme. Y con el tres a uno del francés, el Madrid de abril de 2014 dio paso al de octubre, se serenó, se hizo fuerte con el esférico, subió líneas y superó a un Barça que ya tenía a Pedro donde Luis Suárez, a Rakitic donde Xavi y poco después a Sergi Roberto donde Iniesta. Fue la fase de partido que perteneció a Kroos, Modric, James y Benzema. Mascherano y Cristiano Ronaldo evitaron un mal mayor para un F.C.Barcelona que ni sintió cerca el segundo gol que lo metiera en la pelea, ni creyó poderlo sentir.
Segunda prueba de máxima exigencia en la que el tierno proyecto de Luis Enrique pincha sin paliativos. Con lecturas distintas pero algún diagnóstico común. Líder y de vuelta al día a día de La Liga, el primer reto que se le presenta al técnico asturiano es el de encontrar un centro del campo de verdad, acorde a lo que proponga el equipo y sostenible en ello. La titularidad de Xavi, casi apartado y con pie y medio fuera del equipo a poco de empezar el curso, pese a revelarse coherente, comprensible y acertada viendo lo que fue el partido con y sin el 6, constata lo que de momento es un fracaso, pues ésta es una página que estaba planificado pasar. Tras la lesión de Iniesta, la vuelta de Rafinha, las líneas ascendente de Mascherano y descendente de Busquets, no habrá fijos durante las próximas semanas para que el entrenador averigüe las posibilidades que le ofrece su plantilla en mediocampo. Tendrá la oportunidad de hacerlo mientras Luis Suárez comparte ataque con Leo Messi y Neymar. Serán el tiempo y los puntos, la tela impermeable de un paraguas al que le falta mango.
