
Como medida principal a un planteamiento no muy difícil de anticipar en las horas previas, Luis Enrique dispuso a Suárez en la punta de ataque y a Messi muy abierto a banda derecha. El uruguayo, con su actividad y movimientos sin balón fijaría a la defensa y estiraría la lona, mientras que Leo, por momentos más cerca de la cal que el mismo Dani Alves, desplazaría el foco principal del planteamiento defensivo chipriota a un costado. Con esto el Barça conseguía dos cosas: vaciar y descargar otras zonas del campo, al mismo tiempo que movía la estructura de contención rival en el momento que el argentino emprendía la diagonal hacia dentro. Esto sucedía una vez el balón ya se encontraba en zona avanzada y era compensado con los movimientos de apertura tanto de Alves como de Rakitic. En el lado izquierdo, por su parte, el triángulo se movía distinto, con Rafinha ganando presencia interior al tiempo que Pedro y Alba transitaban por banda. Fijar atenciones fuera para encontrarse por dentro.
El mecanismo era fluido y generaba ventajas con la suficiente constancia como para que un centro del campo, a priori, poco dotado para abrir a un rival encerrado, pareciera perfectamente engrasado. En este sentido, tanto el movimiento de apertura y cierre de Messi, como los apoyos entre líneas de Suárez o la profundidad por el lado izquierdo de un Jordi Alba que volvió a sobresalir como ante el Sevilla, fueron los grandes aliados de Mascherano, Rafinha y Rakitic. No tanto Pedro, que si bien se ubicó con sentido, apenas hizo notar su presencia en el partido hasta el tramo final. Especialmente reseñable fue el desarrollo de Mascherano, no ya sin balón -que fue excelso- sino con él. El Jefecito, que pareció salir muy concienciado de cuáles habían sido, tiempo atrás, sus problemas para formar en el mediocampo del Barça, tocó rápido, sin complicaciones y con los puntos de referencia siempre claros, primando en todo momento que el ritmo de la posesión no se resintiera.
En salida, la mayoría de las veces el mediocentro argentino se situó entre Piqué y Bartra, pero no por retrasar su posición hasta quedar parado entre los dos centrales, sino porque tanto Marc como Gerard se incorporaron a campo rival prácticamente hasta formar en línea con el mediocentro. Esto, además de «cerrar» el campo más arriba de lo que es habitual, como la distancia entre el pivote y los centrales era ahora menor, liberó a Mascherano para lanzarse a la recuperación muy cerca de donde se producía la pérdida. El Barça robaba muy arriba y dominaba los rechaces. Se jugaba en un campo pequeño, y en él, un espectacular reverso y posterior finalización de Luis Suárez, y un disparo de Rafinha desviado por el pie derecho de Messi, encarrilaban el encuentro ya en los primeros 45 minutos.
Así pues, el segundo tiempo dio inicio con una versión algo más agresiva del APOEL, en la que Sheridan y Manduca iban a buscar a Piqué y Bartra desde el principio de la jugada. El Barça se estiró y los locales llegaron algo más, pero el dominio apenas menguó, las aproximaciones culés siguieron sucediendose y los espacios sirvieron para que Rafinha diera un paso al frente. En el minuto 63, sin embargo, con Adriano y Xavi ya sobre el campo, Donis dio entrada a De Vincenti, y el argentino, a parte de expulsar a Rafinha, dio algo más de concreción a las transiciones defensa-ataque del conjunto chipriota. Con las piernas frescas, veloz y vertical, suyo fue el único disparo del APOEL dirigido entre los tres palos, al que Ter Stegen respondió atento y puntual. El guardameta alemán, que no tuvo más trabajo con las manos, protagonizó con los pies algún envío muy meritorio.
Para cerrar el encuentro y con un hombre menos sobre el campo, Luis Enrique usó su tercer cambio para que Sergio Busquets recompusiera la media. Fue un cuarto de hora en el que Sergio, Mascherano y Xavi formaron una línea de medios un tanto extraña. Por momentos, según la estructura habitual de la medular azulgrana con un mediocentro y dos interiores en la cual Mascherano era el encargado de ocupar el derecho, y en otros daba la impresión de que el argentino jugaba a la misma altura que Busquets con Xavi por delante o por detrás de ellos dependiendo de la altura del balón. Sea como fuere, el encuentro transcurrió sin más sobresaltos para los visitantes y con otros dos goles de Leo Messi, ambos también con el pie derecho, que harán que duerma como máximo goleador histórico de la competición.
