
A priori, Mathieu tampoco llegaba como titular para una posición de central huérfana en el Barça desde hacía demasiado tiempo. Su fichaje siempre pareció ir ligado a una segunda incorporación más importante para el centro de la zaga. Sin embargo esta fue Vermaelen, a quien no hemos podido ver más allá de un amistoso con el filial, y producto de la lesión del belga, Jérémy ha terminado por asumir un rol que no parecía el planificado. De más a menos en su rendimiento, el francés ha sumado cierta ortodoxia en el puesto de central que la demarcación venía añorando. A principio de temporada, cuando más claras parecía tener las cosas el grupo, fue también su mejor tramo, corrigiendo, anticipando y cayendo a banda para tapar la espalda de Jordi Alba. Además sumó centímetros en el juego aéreo. De un tiempo a esta parte, no obstante, está peor -como resumen, su floja actuación contra el PSG en el Camp Nou- y con el balón en los pies empieza a rechinar, dando la impresión de no confiar del todo en un plan que implique salir siempre con el balón jugado. Además de como central, en el Bernabéu fue alineado en banda con una función de central-lateral en el que se le vio perdido. Ha jugado de inicio contra Real Madrid, Sevilla, Valencia y Paris Saint Germain tanto en la ida como en la vuelta, lo cual revela un papel de actor principal en el equipo, seguramente distinto al que en un principio se esperaba del francés.
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