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Un plan para los tres

Neymar_Suarez_MessiUna de las mejores noticias en el inicio de Liga del Barça de Luis Enrique era que, por fin, Messi y Neymar se habían encontrado. Uno de los grandes retos de la nueva temporada y uno de los debes de Martino el año anterior, empezó a verse desde el primer día. El sistema con el que volvió Luis Enrique a Barcelona juntaba a los dos cracks y éstos se entendían de marvailla. Leo encontraba un aliado en la frontal con el que asociarse, lanzar la pared y tener habilitado el pase hacia adelante. Neymar, por su parte, liberado de la banda, encontraba al argentino el socio perfecto para contentar a su instinto asociativo al mismo tiempo que el mejor pie posible para aprovechar su desmarque al espacio entrando a la espalda de la defensa contraria. Mientras Luis Suárez cumplía sanción, el triángulo de ataque se completaba bien con Pedro bien con Munir, aunque era con el hispano-marroquí que las piezas encajaban mejor. Al fin y al cabo se esperaba a un nueve y Munir se le parecía.

Para que el esquema respondiera aunque sus tres futbolistas de ataque habitaran el carril central, en este inicio de curso se redoblaron las responsabilidades de los dos laterales, que debían ocuparse de los carriles casi en exclusividad tanto en lo que hace referencia a la presencia como al juego. En lo segundo, Alves y Jordi Alba debían ser capaces por sí mismos de atraer fuera y evitar el cierre hacia dentro de los planteamientos defensivos rivales. No sólo no lograron el éxito esperado en la empresa sino que, además, la estructura que quedaba a su espalda no se mostraba lo suficientemente preparada como para sustentarlo, y coincidiendo con la vuelta de Luis Suárez y ya con las derrotas ante Real Madrid y Paris Saint Germain en el zurrón, el plan experimentó un cambio. Los laterales esperan menos el balón arriba, suben al mismo ritmo que él, y cuando lo hacen se encuentran menos solos en la orilla. Neymar en la izquierda, y en la derecha primero Suárez y últimamente Messi, solucionan la amplitud del ataque desde la posición de delanteros.

La nueva disposición, aunque brinda al colectivo un sostén que antes no tenía, no parece la que más beneficie a ninguna de sus tres principales individualidades, más allá de Leo Messi cuando el argentino se ve obligado a jugar por detrás de la línea del balón por incomparecencia del resto. A Neymar se le aleja del centro lo que no sólo limita su peligro a la espalda del central o su juego de asociación, sino que además le obliga a desplazamientos más largos que terminan desgastándole con el transcurrir de los minutos. Suárez encuentra una dinámica interesante en el intercambio posicional en juego con Leo Messi, pero el perfil derecho le dificulta la salida natural para el remate. No parece fácil, pues, encontrar una solución al rompecabezas, con un mediocampo que lleva asterisco como el del Barça y sin pedirle a los laterales que sean Roberto Carlos o Cafú. Prescindir de uno de los tres de arriba -los tres mejores del equipo- no debería ni siquiera ser una opción, pues no sólo es asumir un fracaso de partida, sino que su versión menos potenciada y más individual sigue siendo más potente que las alternativas, y que casi cualquiera.

Tenemos pues que, en la medida que el equipo se lo permita, lo ideal para Messi es moverse libre por dentro y a poder ser cerca de la frontal, que a Suárez la derecha no le favorece y que a Neymar la banda le encorseta. Parece complicado un acuerdo satisfactorio para las tres partes, pero quizá, por sorpresa, la solución pueda venir del Barça B. De su airado entrenador, más concretamente. No puede decirse que el experimento saliera bien, pero en el sistema que construyó Eusebio Sacristán a raíz de la exhibición de Adama ante el Alcorcón, puede esconderse una solución para encajar a los tres cracks de la primera plantilla, acorde a la realidad del equipo. Por aquellas fechas el Barça B buscaba cómo acercar futbolistas al remate para aprovechar la facilidad de Adama para ganar línea de fondo y que no penalizara la presencia de un punta como Dongou con tanta tendencia a salirse del área. Junto a Sandro Ramírez que sumaba diagonal hacia dentro desde el extremo del lado débil, la solución que encontró Eusebio fue la de convertir a uno de sus interiores prácticamente en un segundo punta. En concreto el interior izquierdo, que en ese tiempo fue de Juan Cámara, con el esférico en poder de los azulgranas se disparaba hacia la frontal o el área, expulsado por la entrada del lateral izquierdo en su posición. Grimaldo, en ataque, era el interior a la izquierda de Sergi Samper, mientras Cámara muchas veces era el hombre más adelantado de su equipo.

Se trata de una utilización del lateral que guarda ciertas similitudes con algunas cosas que ha probado Guardiola en el Bayern con Philipp Lahm o David Alaba. En el Barça, con Jordi Alba, o sobre todo Adriano que por tener más pausa con el balón y capacidad de sumar en ataque posicional parece adaptarse mejor al perfil, sumándose al mediocampo pero por dentro, este falso interior izquierdo podría ser una interesante plataforma de lanzamiento para Neymar, que partiendo desde una posición centrada despegaría hacia el pico del área. Con el brasileño como ese segundo punta o segundo falso nueve que conecte con Messi en la frontal, quedaría habilitado, además, el extremo izquierdo para Luis Suárez. Al uruguayo el perfil le beneficia para encarar su diagonal hacia el gol, físicamente no debería acusar un esfuerzo ligeramente más largo y la tendencia de Leo y Ney a buscar zona de tres cuartos le despejaría la internada al área, al mismo tiempo que la familiaridad del brasileño para mezclar juego por dentro y por fuera haría más natural el reparto de los espacios. Una pieza en la derecha que aguantara el balón arriba y lo compartiera con Messi en la comisura del área rival, podría completar el rompecabezas.

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