Alirón supliendo a Luis Suárez
Fichaje estrella del verano, esta Liga será la primera en bastante tiempo que el Barça gana con un delantero centro al uso. Incluso la de Ibrahimovic terminó con el sueco en el banquillo para que Messi fuese el falso nueve. Clave desde su regreso y absolutamente dominante desde el pinchazo en Anoeta, cuando tras la derrota se dio continuidad a Leo en banda derecha, Luis Suárez faltó ayer en el Calderón y el Barça lo echó de menos. Luis Enrique, que ambicionaba salir campeón al primer intento, si embargo, hizo porque su ausencia se notara lo menos posible. En ataque dio entrada a Pedro en su lugar, pero no alteró las posiciones de partida que vienen ocupando tanto Messi como Neymar, de modo que como ha sucedido ya de forma puntual, el canario recogió el encargo de ser el atacante más centrado del equipo. Desde ahí, su hiperactividad, trabajo y posibilidad de caer a las bandas cuando sus dos brillantes acompañantes buscaran el centro debía permitir que la baja del uruguayo se hiciera sentir más por calidad que por funcionamiento. A balón parado, por otro lado, suerte en la que Luis se ha convertido en pilar fundamental a la hora de defender los saques de esquina, fue Neymar el designado para cumplir con su papel apostado en el primer palo. Ni uno ni el otro fueron lo mismo que cuando está presente el 9, pero en estas dos misiones en concreto permitieron al Barça seguir siendo lo que es habitualmente.
Donde sí se hizo sentir y mucho la falta de Suárez fue a la hora de iniciar desde atrás. Su destreza como receptor del envío directo y en el juego de espaldas a portería pesó ayer desde el vacío. El Cholo, sabedor de esto, pidió a los suyos mezclar momentos de repliegue más o menos bajo con otros en los que apretar la salida culé con mucha gente en campo rival. Hombre a hombre, los locales mandaban a más de medio equipo a defender la salida en corto del Barça cuando uno de sus centrales o Claudio Bravo estaba en posesión del cuero. El chileno no tiene el pie de Ter Stegen para ponerlo donde quiera, y el envío largo, sin Suárez para lucharlo, tenía claro color rojiblanco, de modo que en más de una ocasión tanto Piqué como Mascherano añoraron la posibilidad que les brinda el uruguayo para ganar metros sin complicaciones. De todos modos, técnico y paciente, el Barça no perdió el balón ante esta defensa adelantada sino que le costó más progresar con él. El circuito entre zagueros y centrocampistas funcionaba, pero conquistar el siguiente escalón exigía de un riesgo que el Barça pareció que no contemplaba. Aparecieron en este momento tanto Messi como Neymar regateando en banda para que su equipo batiera también a la medular colchonera y pudiera jugar arriba, y posteriormente unos Alves y Jordi Alba que jugando muy arriba terminaron por darle el control territorial a su equipo.
La posición tan adelantada de los dos laterales, a la manera del inicio de temporada cuando los tres atacantes tenían el carril central como punto de partida, no penalizó como entonces en transición defensiva, porque el cuadro de Simeone adolece de velocidad en las alas de su mediocampo y porque el triángulo defensivo formado por Piqué, Busquets y Mascherano logró controlar gran parte de los intentos de fuga de Griezmann y Fernando Torres. Las veces que sí se escaparon, los delanteros atléticos se toparon de bruces con el Zamora Claudio Bravo, que con la única mácula del Sánchez-Pizjuán ha firmado una temporada impecable en un nada sencillo primer año sin Víctor Valdés. Salvó al equipo puntualmente cuando amenazaba con salir cruz, con actuaciones de las que dan puntos como en Mestalla o en el Camp Nou contra Athletic, Valencia y Real Madrid. También él se apunta esta Liga. La de Messi, Neymar, Suárez, Piqué y Dani Alves. La de Luis Enrique. La que tuvo un nueve aunque ayer faltara.