También en una semifinal de Champions League en Múnich, hace dos temporadas Messi se vio solo. Llegó lesionado, y sin el 10 nadie de los suyos alzó la voz. Anoche, veinticuatro meses más tarde, Leo levantó la mirada y vio moverse por delante suyo a Neymar Jr. y a Luis Suárez, dos de los mejores futbolistas del mundo, dos candidatos a liderar proyectos gigantes y dos delanteros que en una época sin Messi ni Cristiano serían claros aspirantes al Balón de Oro. Entre los tres, además, hay química. El hombre récord le cede penaltis al benjamín cuando lo necesita, el actual Bota de Oro dos pases de la muerte y éste, con dos goles en su haber y la eliminatoria resuelta, busca a la primadonna para que anote su tanto. Messi, Suárez y Neymar han condicionado la semifinal ante el Bayern Múnich desde el minuto 1 al 180, y los de Pep no han podido sujetarles. Nunca a los tres, y pocas veces tan siquiera a uno de ellos por completo. De su mano y sus goles el Barça estará en Berlín, y ahora espera contrincante. Los empeños de Luis Enrique habrán tenido recompensa.
Llegará tras sufrir poco, más por la magnitud de lo jugado que porque el filo anduviera cerca, tras caer pero anotar dos goles contra un Bayern de Guardiola al que, con la eliminatoria prácticamente imposible y el Allianz como espolón, le faltó la mitad del plan para aspirar a la gesta. Su ataque fue mejor que la defensa que enfrentaba, pero para serlo se condenó atrás, pues a diferencia que en rondas anteriores, en esta semifinal era el rival quien movía las blancas. En la mitad del plan que perseguía dañar a la zaga culé, el asimétrico dibujo con que los locales saltaron al campo logró imponerse con cierto margen en la punta derecha del ataque, con mucho balón y jugando en campo del Barça. Lahm muy abierto, Müller y Thiago sueltos y Xabi Alonso habilitándolos a los tres, castigaron la debilidad en campo propio del triángulo formado por Iniesta, Jordi Alba y Mascherano, ampliamente superado sin que Busquets pudiera llegar a corregirlo. Especialmente grave fue lo del lateral. A partir de esa ventaja y del nivel de sus delanteros, el Bayern generó ocasiones y a base de insistencia agrandó la figura de Ter Stegen bajo palos. Sin embargo la otra mitad, la que debía permitirle aquello en que tanto énfasis había puesto Guardiola en la previa, defender bien, no estuvo en consonancia.
Si hacia el perfil derecho alemán se decantaban hasta cuatro jugadores -Rafinha, Thiago, Lahm y Müller-, en la izquierda solo dos -Bernat y Schweinsteiger- tenían la responsabilidad de contener el lado fuerte del ataque del Barça. Con el lateral muy enfocado a encimar a Messi cuando el argentino se incrustara en mediocampo y Bastian pendiente de la compensación, uno entre Rakitic y Dani Alves solía encarar la jugada sin oposición. Ambos han firmado una eliminatoria soberbia y leyeron a la perfección esta inesperada libertad para hacer daño a su oponente y darle ventajas a su equipo. Controlando por dentro el brasileño y con movimientos más largos el croata, llegando mucho y buscándole las cosquillas al sector izquierdo de la defensa bávara, su comodidad fue la antesala de la contundente actuación del tridente. Al Barça le costaba muy poco encontrar a uno de sus delanteros con cualquier pase que batiera líneas, y una vez con el balón en su poder, Messi, Neymar y Suárez marcaron la diferencia ante unos defensores que estaban muy lejos de igualarles el nivel. Corrieron, se encontraron y se divirtieron ante un sistema rival que ni de manera global ni por separado supo hacerles frente. Leo juntaba, Luis desordenaba y Ney terminaba.
El desequilibrio en el plan muniqués y la contundencia del Barça en el área de Neuer dispusieron un segundo tiempo con poco contenido para el análisis. Un cambio de Pedro por Luis Suárez que el equipo leyó como el timbre del recreo y un Bayern que a lomos de Thomas Müller empujó porque así se lo marcan los genes. Debe constar, sin embargo, que la entrada del canario conllevó un par de variaciones que suman para explicar el bajo nivel del segundo tiempo catalán. Por un lado, sin el nueve titular en el césped, fue Leo quien se desplazó al centro del ataque dejando el carril derecho al siete, y por el otro Rakitic retrasó su posición hasta establecerse en paralelo con Busquets dejando a Iniesta por delante a modo de mediapunta. Entre una cosa y otra los de Luis Enrique se quedaron prácticamente sin salida ante un rival presionante, aunque como demostró Leo tras el 3-2 con un par de apariciones a la derecha del mediocampo, no fueron las pizarras las que enmarcaron el desarrollo de la segunda parte, sino el brillo a lo lejos del Fernsehturm de Berlín, cerca de la concurrida Alexanderplatz. El Barça llegará al desembarco lanzado, en el mejor momento de la temporada y con los tres tenores perfectamente afinados. Pretende hacerlo, además, con dos títulos ya en su haber. Está convencido de ello.
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