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Victoria sin coronación

Suarez_LeverkusenAnoche en el Camp Nou se buscaba nuevo rey. Durante los dos meses que Leo Messi permanezca lejos de los terrenos de juego, el fútbol del Barça deberá encontrar un heredero al trono, un sustituto temporal, alguien que si bien no con la inasumible trascendencia del argentino, reeduque el juego culé para que siga su curso hasta que el 10 vuelva a vestir de corto y a lucir corona. El escenario aparentaba ser propicio, con un rival nada sencillo que iba a exigir una buena versión al cuadro azulgrana para sacar adelante el partido y el himno de la Champions como telón de fondo. Obra de Tony Britten, la melodía que abre cada uno de los partidos de la máxima competición continental es una pieza elaborada a partir de otra más antigua de Georg Friedrich Händel, Zadok the Priest, que narra, justamente, el pasaje bíblico de la coronación de Salomón como nuevo monarca de los israelitas. Compuesta por Händel en 1727 con motivo de la proclamación del rey Jorge II de Gran Bretaña, Zadok the Priest acompaña desde entonces los actos de coronación de los monarcas británicos. Bien fuera porque el himno del inicio se escuchó poco o porque no era la intención pretendida, sin embargo, lo cierto es que la primera mitad del F.C.Barcelona transcurrió en un vacío de poder y mando evidente y problemático.

La novedad en la plaza que Messi dejaba sin dueño en banda derecha fue Sandro Ramírez, lo cual invitaba a imaginar una recomposición a partir de una figura fuerte en banda izquierda que pudiera habilitar y dar sentido al canario entrando el espacio desde la orilla contraria. El mecanismo fundacional del gran Barça de Luis Enrique reflejado en un espejo. Pero no fue lo que se vio en el campo. Sandro asumió la posición de Leo y un rol interior enfocado al área más que al mediocampo y, por lo general, en los primeros 45 minutos no se adivinó automatismo alternativo a los que suele desencadenar Messi cuando está sobre el césped. El gran problema, pues, fue que con el sistema afectado en su núcleo el equipo no supo encontrar la forma de llevar, con suficiencia, el balón más allá de la línea que marcaba el centro del campo alemán. Los de Schmidt, que tras perder el balón en ataque presionaba con la fiereza e intensidad conocidas, si no lograban el robo adelantado asumían un repliegue más ordenado, igualmente intenso cada vez que el esférico llegaba a un mediocampista blaugrana, pero que permitía que el balón estuviera en los pies de Piqué, Mascherano o Busquets sin preocuparse.

Sin líneas de pase a la espalda de Kramer y Bender, en estas normalmente aparece Messi para recibir muy abajo y, bien con una conducción, un pase diagonal o una combinación en corto con Dani Alves, llevarlo arriba. Anoche faltaba el 10, y hasta el segundo tiempo también faltó quien lo sustituyera, por lo que la solución que terminó adoptando el equipo fue abrirse, extremar su propuesta posicional asumiendo muchos más riesgos para poder generar la probabilidad de un pase que superara líneas y, en definitiva, quedar mucho más expuesto tras una posible pérdida, con lo interiores abiertos, los laterales arriba y la pareja de centrales como única barrera. Como ni aun así logró el Barça el botín esperado y además la pareja de centrales germana trabajó bien sobre las recepciones de espaldas de Suárez, el Leverkusen encontró puertas por las que salir, lanzado por Kampl y Çalhanoğlu, y con un Bellarabi ayer centrado que creo muchos problemas tanto a Piqué como a Mascherano, llevándolos a banda, filtrándose en tres cuartos y picando al espacio para redondear una actuación ofensiva que a punto estuvo de ser ganadora.

Que no lo fuera se debió en gran medida a que tras el descanso el Barça cambió, y como principal novedad reformuló la estructura de su delantera. Neymar, muy poco participativo hasta entonces, pasó a situarse centrado y por detrás de los dos puntas, en ese 4-3-1-2 del que hablábamos en la previa. El brasileño no estuvo demasiado fino y por eso no puede decirse que Luis Enrique encontrara nuevo rey, pero aun así la variación resultó fundamental para cambiarle la dirección al partido. El Barça pasó a encontrar con cierta facilidad una línea de pase clara a espaldas de los mediocentros del Bayer, y aunque el receptor no tuviera el acierto por sí solo, sí permitió que el equipo adelantara metros y superara esa barrera que durante el primer tiempo le había sido imposible franquear. Pese a que el ataque careciera de continuidad, la mera recepción en tres cuartos provocaba el desorden en el rival y un posicionamiento más agrupado de los azulgranas. Prueba elocuente de ello resulta la distribución de los balones interceptados por el conjunto catalán durante ambas mitades que se adjunta a continuación. El Barça recuperó más y recuperó mejor.

Estando ya sí arriba, el Barça pudo controlar mejor las salidas de los de Schmidt e incorporar hombres al ataque sin tener que pagar un peaje tan excesivo en transición defensiva. El juego siguió sin encontrar fluidez, pero con los tres delanteros absorbiendo dentro y liberando las bandas, y situado el equipo cerca del área de Leno, el volumen de peligro que fueron capaz de generar los culés creció. Jordi Alba y Dani Alves llegaban por fuera con el apoyo intermitente de Suárez y Munir que tras remover cayendo a banda cargaban área con Neymar y Rakitic (o Sergi Roberto cuando el canterano sustituyó al croata). Desde las alas metió el balón el Barça en zona de castigo, y el empuje y determinación ante portería de algunas de sus piezas le permitió remontar el resultado adverso. El encuentro terminó con victoria pero sin nuevo soberano, aunque el segundo tiempo bien pudo servirle a Luis Enrique como punto de partida sobre el que trabajar y dar forma al equipo hasta poder contar de nuevo con el verdadero rey de todo.

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