
Lo de hoy en el Barça es muy curioso. El dibujo es un 4-2-3-1, pero en realidad juega sin mediocentro(s). pic.twitter.com/L3TH1elJLv
— EUMD | Albert Morén (@eumd) septiembre 20, 2015
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Una de las consecuencias de la modificación, además de la de juntar a Messi con Neymar en la frontal del área, fue la ubicación a banda y banda del campo de parejas exteriores. Sobre todo en la derecha, donde un Alves sin Leo buscó la profundidad por fuera más de lo habitual, con el brasileño y Munir el sistema culé intentó sacar provecho de uno de los renuncios a los que, por norma, obligan las defensas de cinco: tener un solo efectivo por costado. Iván López y Toño se enfrentaron en multitud de ocasiones a un dos contra uno sobre la cal, que en su caso permiten porque a cambio centrales y trivote refuerzan el área ante la posibilidad de un centro lateral. El Las Palmas, por el contrario, ni juega con tres mediocentros -lesionado Javi Castellano puede decirse que lo hace sin ninguno- ni prefiere el área como zona de seguridad, sino que su zaga tiende a empujar ligeramente para no embotellarse, algo que se hace especialmente visible en la predisposición para anticipar de sus centrales. Es una acción que frente al Barça deberá realizar con precaución, ya que por ejemplo en el caso del central izquierdo Bigas -quien más la repite-, Messi como reclamo puede terminar abriendo espacios a la espalda del mallorquín para los desmarques de Suárez y el interior derecho, o provocando faltas en una frontal por la que también merodeará Wakaso.
Para no perder la batalla numérica en banda que lo condenaría a entregar la profundidad a su adversario y a tener que resguardarse demasiado cerca de Javi Varas, en el conjunto canario resultan claves los interiores -Mesa en la derecha y Culio o Wakaso en la izquierda-, hombres mucho más dinámicos que los que presentaba el Levante en su medular y que se mueven tanto en el eje vertical como en el horizontal del campo con mucha más soltura. Son también los encargados de que los metros que quedan a la espalda de su defensa -no exagerados, pero sí suficientes- no los active con un pase profundo un rival sin presión, tarea en la que también suman ambos carrileros provocando como consecuencia que por momentos la línea de cinco parezca de cuatro cuando suben un peldaño para permanecer cerca de la presión.
El singular 1-4-2-3-1 que desplegó el Barça hace una semana en el Camp Nou, por otra parte, tuvo como peculiaridad la ausencia de un mediocentro claro tanto en ataque como en defensa. Al hilo de esto último, tan osada propuesta no encontró un problema en la teórica zona que habitualmente cierra el pivote porque su rival, el Levante, jugó con sus dos puntas uno al lado del otro, en paralelo y sin escalonamiento alguno. Esto contra el Las Palmas es complicado que se repita, pues sus dos hombres más adelantado comúnmente son el ex azulgrana Araujo y Jonathan Viera situados, justamente, uno detrás del otro. En concreto el canario, si el Barça volviera a dejar descubierto el mediocentro, tendría muchas facilidades para recibir entre líneas y generar el desajuste local. Y no estaría solo. El anteriormente mencionado recorrido de la segunda línea, no se observa únicamente en el apoyo defensivo en banda, sino que cuando su equipo tiene la pelota, las posiciones en mediocampo claramente se escalonan. Adicionalmente, si el marcador le es desfavorable, Paco Herrera echará mano de El Zhar o Willian José desde el banquillo para ganar presencia por delante de Araujo cuando el argentino baje a recibir de espaldas.

