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Un delantero para Navidades (2/2)

En la primavera del año 2000 se lesionó de gravedad Ronaldo Nazario de Lima. Tantas y tantas ganas tuvimos todos de que volviera a volar El Fenómeno, que a su regreso le concedimos el recuerdo entero de un Mundial en el que Rivaldo y Kahn habían llevado a Brasil y a Alemania hasta la final, y que mientras tanto acompañamos en la distancia a la grada del Giuseppe Meazza cantando aquello de «torna a volare«. Siempre es especialmente triste cuando un futbolista predestinado a hacernos felices es castigado por el infortunio de las lesiones, y tenerlo de nuevo vestido de corto sobre el césped es algo así como una ilusión a la que se encomienda todo el planeta fútbol. Al fin y al cabo seguimos necesitando, de vez en cuando, historias con finales felices. Son dos jugadores de dimensiones distintas, pero algo parecido está pasando con Alexandre Pato desde que se resguardó en Brasil. Quien fuera promesa precoz y aspirante a ser el único capaz de acompañar a Cristiano Ronaldo en la persecución de Messi cuando el portugués y el argentino empezaban su definitiva explosión, se alejó de la élite hace tres temporadas maltratado por unos problemas físicos que con él se ensañaron cruelmente. Más de una docena contó el velocísimo delantero en Milan, que para empezar de nuevo buscó refugio en su país natal. Su primera parada fue el Corinthians y las cosas no le fueron muy bien, pero tras recalar como cedido en Sao Paulo, Pato empezó a reencontrarse con las buenas sensaciones en el campo y ya se ha fijado como objetivo un nuevo desembarco en Europa. Tras aquel Mundial de Ronaldo, los grandes clubs del viejo continente se lanzaron a por El Fenómeno y finalmente se lo llevó quien entonces podía más que el resto. ¿Y si era verdad que había vuelto? Sin embargo Pato nunca fue Ronaldo y por eso las reacciones a su renacer son mucho más comedidas. Como aquel Robin Williams miope y algo más arrugado, redescubre Nunca Jamás a la espera de que alguien vuelva a ver en él a Peter Pan.

A modo de sobrevenido ejercicio de amnesia, ahora hagamos ver que no hemos leído ni el párrafo anterior ni visto la foto que lo introduce. Finjamos que de quien hablamos no conocemos ni el nombre ni el pasado. Ni quien es ni quien fue. Digámonos solo que con 26 años cumplidos hace un par de meses, se trata de uno de los delanteros más determinantes del campeonato brasileño, que este año en 38 encuentros suma 14 goles y 7 asistencias y que su ausencia en la selección nacional es ya un asunto muy difícil de explicar. Que es un delantero veloz y con un tren inferior potente que se desmarca de forma excelente, es profundo y demuestra muy buena definición. Añadamos que, debido a esto, en su equipo suele partir abierto a la banda izquierda, donde además de esa capacidad para ir al espacio, suma recursos con el esférico ya que regatea con acierto y sabe mezclarse con el juego. De hecho lleva el talento de fabrica, y como en los últimos tiempos su cuerpo se ha robustecido, ha suplido la agilidad y flexibilidad que tan especial lo hacían antaño con una lectura del juego más madura. Probablemente con el cambio -forzado- ha visto desvanecerse un futuro sin techar, pero le ha servido para, en ciertos aspectos, reinventarse desde su nueva realidad física. Sigamos. Apuntemos ahora que el futbolista del que hablamos tiene pasado de segunda punta y que por eso en su actual club también ha sido alineado en el centro del ataque, combinando toques de calidad y sapiencia en la frontal, sensibilidad en el área pequeña y desmarques a un lado y a otro del campo, pues sigue manteniendo una muy buena punta de velocidad que explota cuando más campo para correr tiene. Por último, rematémoslo señalando que, aunque no es donde mejor se ven potenciadas sus características, también ha sumado algunas actuaciones completas y varios tramos de partidos a pierna natural en la derecha, demostrado que tiene capacidad para desbordar, así como para aparecer por dentro y también de estirar por fuera.

Recuperemos la memoria y recordemos que de quien hablamos es de Alexandre Pato. No es el que fue o el que apuntaba, pero es un futbolista de nivel y de encaje más o menos sencillo en la actual plantilla del Barça. Quizá ya no lo es porque las lesiones que en su momento lo atormentaron y que hoy ya parecen historia le obligaron a tomar otro camino, pero el talento de crack que ayer mencionábamos como requisito necesario en el lienzo en blanco que es el ataque del Barça, lo mantiene. De hecho ha ganado lectura. En cuanto a perfil, es exactamente la pieza que utiliza el conjunto culé en la punta izquierda cuando se le pide a Neymar su cara más finalizadora, es decir, la de la velocidad al espacio, diagonal desde la raya y definición ante el guardameta. También un relevo de Luis Suárez como nueve, que si bien difiere del uruguayo en aspectos como el juego de espaldas o el cuerpeo con el central, conserva su capacidad para ofrecer movimientos hacia las esquinas e instinto en el remate. Hablar de él como recambio de Messi, sin embargo, sería forzar el análisis, pero con Rafinha y Halilovic en el horizonte, a medio plazo el del argentino puede ser un rol bien cubierto dentro de la plantilla. A corto, en ausencia del 10 hemos visto emerger a un Neymar que ha ocupado su puesto pero desde la izquierda, propiciando un desplazamiento hacia ese costado del lado fuerte del ataque culé que, en caso de que puntualmente se repita una ausencia de Leo, podría encontrar en Pato quien lo aprovechara desde la otra orilla. Neymar ejerciendo de Messi pero en la izquierda y Pato haciendo de Neymar desde la derecha. Así mismo, con su incorporación también aumentarían las alternativas desde el banquillo cuando Luis Enrique juntara a cuatro delanteros en la misma alineación, un recurso con el que ya hemos visto cómodo al asturiano desde que dirige al primer equipo. Desde abrir la banda a pie natural para colocar a Leo en la mediapunta, a recibir en esta situación los envíos de Neymar desde la izquierda, pasando por la opción de jugar con dos puntas o de situarlo en el perfil zurdo de modo que quien caiga al centro sea Ney para así acercarse a Messi.

Ahora mismo Pato va a reclamar muy poco porque lo único que desea es regresar, y el calendario, que se aprieta a partir de enero y obligará a dosificar, le va a ofrecer oportunidades. El curso pasado, y sin apenas lesiones que lamentar, durante la segunda mitad de la temporada Pedro Rodríguez solo dejó de participar en dos partidos de Liga, y hasta siete los jugó como titular. Con el jugador adaptándose, hasta junio no parece que deba haber erosión que desgaste. A partir de ahí, un año entero con la esperanza de que su rendimiento ponga en un aprieto al club. Bendito problema sería. ¿Por qué no Pato?

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