
Lo que sí resultó una novedad fue la altura de la presión perica, mucho más adelantada que entonces, incomodando que no impidiendo la salida de balón culé y espoleando a los suyos a un tono general en cuanto a intensidad que sí surtió más efecto. Marcado el choque desde el pitido inicial por las revoluciones de los locales, pues, el Barça, pese a la calma en los primeros pases que ha adquirido desde su victoria en el Bernabéu, no pudo domar el ritmo. El balón era suyo, pero el oponente, embarullando el carril central, no dejaba respirar a un ataque que recibía algún que otro problema desde las bandas. En primer lugar porque solo tuvo una, y en segundo porque esta una fue la izquierda. Con Iniesta agigantado, un Neymar muy protagonista y Messi volviendo poco a poco, el reparto entre los dos flancos estuvo claramente decantado para el zurdo, lo que generó una atracción hacia el mismo de propios y extraños que no se pudo aprovechar en la otra orilla. Salvo Dani Alves -perseguido por Burgui- nadie ocupaba la derecha, de modo que cuando el esférico llegaba a pies de Messi, su pase diagonal que tantas cosas desencalla no encontraba espacios en su zona de destino. Además, de hecho, como ni Suárez ni Rakitic se acercaron demasiado a la espalda de Víctor Álvarez, el ayer lateral izquierdo blanquiazul pudo desengancharse y sumar fuerzas con el doble pivote. Al Messi cerrado de la pasada temporada le faltaron en esta los contrapesos del croata y el uruguayo en el extremo que dejaba vacío, y el aire que solía correr por un costado izquierdo que era el débil. Mientras tanto,en la banda derecha de la defensa espanyolista, un soberbio Javi López y Hernán Pérez se encargaban de la vigilancia a Neymar toda vez el Barça no se atrevió a soltar sin freno a sus laterales y cuando lo hizo no los exprimió del todo.
Entregada una banda y bien defendido en la otra, casi todo cabía fiarlo al acierto técnico en la triangulación por dentro, y cierto es que de las botas de Messi, Neymar, Suárez e Iniesta nacieron combinaciones que perfectamente podrían haber adelantado a los visitantes. Sobre todo en el segundo tiempo, cuando al paso atrás del Espanyol acompañaron, ahora así, los movimientos a banda y banda de Luis Suárez. Redobló esfuerzos Luis Enrique con la entrada al campo de Sergi Roberto, que ya en sus primeros minutos en el choque sorprendió dos veces a los locales apareciendo en compensación al espacio por ese carril derecho que tan poco había pisado Rakitic, pero un encontronazo que dejó algo mermado al canterano redujo su impacto en los minutos finales. En realidad, los problemas de Roberto coincidieron con el cambio de Gerard Moreno por Burgui, un movimiento de Galca que buscaba que su equipo no se quedara sin salida ante el acoso culé y que, localizado en la banda izquierda de su ataque, participó de la misma batalla. Dani Alves volvía a ser el único azulgrana habilitado para amenazar por el carril derecho, pero después de la sustitución ya no le seguiría el extremo sino que éste se enfocaría en aprovechar su espalda. Así rompió Galca la dinámica de hostigamiento con que había transcurrido el segundo tiempo y en la que también amenazaban con entrar los últimos minutos, lo cual permitió a la afición local un desahogo en los instantes finales mayor del esperado viendo como había arrancado la segunda mitad.
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