Por primera vez en ocho años, el Barça empezará la temporada y su lateral derecho no será Dani Alves. Al respecto, desde el primer momento tanto Luis Enrique como Robert Fernández han explicitado su confianza en la capacidad tanto de Aleix Vidal como de Sergi Roberto para cubrir con suficiencia la vacante dejada por el brasileño. Al primero, de hecho, el club lo incorporó cuando hace algo más de un año se dio por imposible un acuerdo de renovación con Alves, pensando pues, ya entonces, en él como el relevo potencial que se hiciera con la plaza de titular en el lateral derecho azulgrana. Un lateral que había ocupado con éxito en Sevilla pero en un contexto de juego muy distinto y sólo durante el tramo final del curso, planteando así unas dudas a su respuesta en la demarcación -sobre todo a nivel defensivo- que pasados ya unos meses sigue necesitando despejar. En realidad, el caso de Sergi Roberto tampoco es muy distinto al de Aleix, pues también se trata de un novato en el lateral, que ofrece mejores avales en las fases de ataque que en las de defensa. Atrás, como su rival para el puesto, aún está por testar. No obstante, como repasábamos ayer, la trascendencia adquirida en el once culé por Dani Alves a lo largo de prácticamente una década de presencia ininterrumpida, obliga a replantearse el relevo en la posición yendo más allá del mero intercambio de piezas. Si Dani era más que un lateral, sustituirlo implica más cosas. A nivel táctico, por ejemplo, la pérdida del brasileño comportará, de entrada, una reconfiguración de roles sobre la que Luis Enrique y el equipo deberán trabajar. El socio favorito de Messi y uno de los hombres más creativos del equipo por detrás del balón no estarán, y ni Aleix ni Sergi parecen reunir las características como para que se les asignen tales funciones.
En este sentido, sería lógico esperar una alternancia a partir de la cual tanto el propio Messi como el interior derecho pasasen a asumir esas atribuciones más típicamente de centrocampista que desempeñaba Alves, y que por su parte el lateral enfocara su juego hacia la banda. Casaría esto, además, con la sospecha de que dada la nueva situación podamos ver a un Leo Messi progresivamente más centrado, que busque nuevas sociedades próximas bien en los centrocampistas o bien en sus dos compañeros de ataque. Ocurre, pero, que el cambio lleva consigo la necesidad de más ajustes, teniendo que ver uno de los principales con la transición defensiva del equipo. Con la contención del contraataque rival. El Barça de Luis Enrique, que ya durante sus primeros meses de vida inició proyectando a ambos laterales por los carriles, halló un agradable respiro cuando a raíz de la posición de banda de Messi y de la estrecha relación que desde ahí tejió con Alves, el lateral pasó a jugar más a la altura que marcaba la pelota que por delante de ella. Como Dani estaba donde estuviera Messi, y donde estuviera Messi estaba también el balón, cuando se perdía el brasileño permanecía cerca para defender la opción de contraataque, en una zona a medio camino entre el espacio del interior y el del mediocentro, desde la que ejercía como segundo tapón para al adversario. De cara a la nueva temporada que ahora empieza, si el comportamiento que asumen tanto Aleix Vidal como Sergi Roberto tiene que ver más con aquel que originariamente Lucho le encomendó a Dani Alves, el Barça dejará de tener a ese futbolista de más por detrás del esférico y cercano a la presión. El fútbol es infinito y lo permite todo, pero los azulgranas tendrán que dar con una nueva fórmula. Lograrlo con Piqué, Busquets, Rakitic o los nuevos refuerzos, es más fácil que sin ellos.
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– Foto: Oli Scarff/AFP/Getty Images

