Los jugadores más importantes en el Barça de Luis Enrique son Leo Messi en primer término, Gerard Piqué en segundo y Luis Suárez e Iniesta en el tercero. Y como lo son no únicamente por su enorme nivel sino también por lo que definen sobre el colectivo, ausencias como las que últimamente han protagonizado los cuatro infieren directamente en lo que es el conjunto barcelonista. En cómo se presenta, en cómo actúa y en las alternativas de juego que el polivalente libreto del técnico asturiano es capaz de activar. Por eso estas semanas sin el cerebro ni el central han supuesto una dificultad no resuelta, pues mientras la falta de Andrés -y sin un interior semejante en plantilla- limitaba las opciones de la versión culé más controlada, la de Piqué eliminaba el punto de apoyo defensivo de la más abierta y que con más gusto abraza el ida y vuelta del intercambio de golpes. Con la MSN arriba y Gerard -y sus consecuencias- abajo, normalmente será el rival quien tenga más opciones de besar la lona si de lanzar puñetazos al aire se trata. Sin embargo, no es muy amigo Luis Enrique de cerrarse posibilidades, más bien al contrario, y tanto porque el rival no acepte el envite viendo el éxito de otros que como Alavés o Málaga han optado por esperar atrás, o porque desde el banquillo se estime prudente y necesario vestirse con más control y menos vértigo, sobre todo si se atiende a alguno de los retos cercanos, bien podría servir la visita a Glasgow como banco de pruebas.
Para, aun pudiendo olvidarse momentáneamente de Andrés a lomos de Piqué, Messi y Luis Suárez, exprimir las posibilidades que pueda brindar el armario para hallar la aportación más equivalente a la que habitualmente puede dar el manchego. Lo particular del caso, no obstante, es que los reemplazos más directos seguramente no los encuentre Luis Enrique entre el resto de interiores, pues de las soluciones que maneja la plantilla culé para la posición Andrés es la más distinta. Donde abundan los mediapuntas con más tendencia a las zonas de desenlace que a las de gestación, el actual capitán de la nave se recicló a principios de 2015 en el heredero de facto y matizado de Xavi Hernández, una pieza que el proyecto ni pareció ambicionar antes de su reconversión ni posteriormente buscó en otra parte. Iniesta es único en su especie, y en la actual plantilla del Barça no tiene familiares cercanos. Quizá el que más sea aquel que como él fue formado en una interpretación semejante del puesto y de las funciones generales a desarrollar en él, un Sergi Roberto ensamblado al calor de La Masia y que por ello se relaciona tanto con la posición como con la pelota a partir de unas pautas comunes normalmente compartidas por los alumnos de esta escuela. Sucede, pero, que el canterano hoy por hoy parece inamovible del lateral derecho, por sus prestaciones en él, lo poco que ha entrado en juego por el momento Aleix Vidal y el escaso margen para experimentos en la demarcación que dejan las lesiones de Mathieu y Umtiti.
A Luis Enrique le queda la solución universal, la solución Leo Messi, y seguramente el argentino puede resultar la llave que permita extraer de Sergi Roberto la esencia de centrocampista que su fútbol todavía encierra. Antes de que la pasada temporada Iniesta hiciera suyo el mediocampo y con ello, en parte, el sistema, la medular del Barça tricampeón tuvo en el derecho su lado con más peso. En él entraba Messi para el apoyo desde su reasignado puesto de extremo derecho, y en él encontraba en Dani Alves, un lateral con alma y sentir de centrocampista, el aliado perfecto para, juntos, gobernar sobre la zona del interior diestro a modo de arquitectos. La partida del brasileño rumbo a Turín, esta temporada ha tenido dos consecuencias esperadas: que por un lado el nuevo inquilino de su posición haya venido desempeñando funciones distintas, más relacionadas con la profundidad y la banda, y que por el otro se esté viendo a un Leo Messi por momentos todavía más mediocampista ante la ausencia de ese rol de lateral-interior que desempeñó Dani. Pero Sergi Roberto es, en esencia, centrocampista. Lo sigue siendo aunque ahora ocupe otro lugar en el campo, y no resulta difícil imaginar que si Leo pidiese de él una réplica más interior que externa, un refuerzo creativo por detrás del balón, de incursión en la medular y presencia en la administración del cuero, aun sin llegar a las cotas de su eterno antecesor, Sergi podría dársela. Precisamente ante el Celtic, en el Camp Nou, se vieron en el catalán movimientos que ahora, debido a las circunstancias, podrías desempolvarse.
Artículos relacionados:
– Foto: Pau Barrena/AFP/Getty Images

