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Busquets como termómetro

PAMPLONA, SPAIN - DECEMBER 10: Sergio Busquets of FC Barcelona runs with the ball during the La Liga match between CA Osasuna and FC Barcelona at Sadar stadium on December 10, 2016 in Pamplona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

PAMPLONA, SPAIN - DECEMBER 10: Sergio Busquets of FC Barcelona runs with the ball during the La Liga match between CA Osasuna and FC Barcelona at Sadar stadium on December 10, 2016 in Pamplona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

Si Sergio Busquets puede brillar es que el Barça está jugando bien, del mismo modo que el esplendor de su mediocentro acerca a los azulgranas a su versión más incontestable. Ambos, individualidad y conjunto, mantienen una relación de dependencia y oportunidad desde la que resulta sencillo lanzar un veredicto acerca del nivel de juego que haya podido practicar el cuadro catalán. El sábado al mediodía, en El Sadar, no hizo falta más que ver a Busi, para saber que fue muy bueno. Ante un Osasuna que apostó por replegar con un 1-4-4-2 que escalonaba en defensa a sus dos futbolistas más adelantados para sujetar a uno -normalmente Oriol Riera- sobre la vigilancia del pivote culé, el Barça hizo bueno aquello de que los primeros atacantes son los defensas y que para fluir en campo rival no hay nada como construir la ventaja ya desde los primeros estadios de la jugada. Gerard Piqué y Samuel Umtiti, muy separados y espoleados por un intermitente descenso de Sergio Busquets entre centrales que, esta vez sí, se tradujo en superioridad ya que liberó a los dos hombres de cierre del Barça para incorporarse al mediocampo conduciendo el balón, se erigieron en la estratégica primera piedra de un ataque barcelonista dominador.

Resumen de los pases de Gerard Piqué (izquierda) y Samuel Umtiti (derecha) ante Osasuna. squawka.com

 

Como el movimiento del 5 azulgrana, además, había revelado que la vigilancia de Oriol Riera tenía letra pequeña de modo que la persecución se interrumpía con tal de no abandonar el mediocampo cuando así lo hiciera Busquets, el tres contra uno -ancho- contra Sergio León edificó sendos accesos cómodos y despejados para que los centrales visitantes ganaran metros. En su proceder, reprodujeron la solución que se extrañó de los interiores en el clásico hasta que compareció Iniesta: con el balón y en libertad, avanzar en conducción hasta reclamar la atención de un contrario que llamado a abandonar su posición defensiva descubra una línea de pase hacia un compañero libre. Ante Osasuna, además, éste se tomó tiempo, bien por prudencia como André Gomes o por llevar incorporado el sistema culé como el resto. El segundo escalón no se transitó demasiado rápido, de modo que Busquets recuperara su altura en la medular y las cadenas de pases en que participara hicieran por agitarse a una defensa rival de acreditadas dificultades para ser segura de forma constante. Asentarse atacando en posicional no les resultó a los de Luis Enrique un impedimento a la hora de generar ocasiones de gol, gracias a la desacertada pero determinante superioridad de Luis Suárez contra los centrales rojillos, a la proximidad de Messi con respecto al área y a la capacidad general del Barça y particular de Leo para filtrar balones a la espalda de la defensa local aún cuando ésta se fijara muy atrás.

La profundidad de Jordi Alba al espacio, clave para la victoria. (click sobre la imagen para ampliar)

Pocas acciones han castigado tanto a un equipo esta temporada como los envíos profundos al colista de La Liga, y ante Messi no fue una excepción. Sin Neymar como contrapunto profundo, el relevo del brasileño lo tomaron los laterales, especialmente un Jordi Alba que apoyado en la visión del 10 y en la pausa del extremo izquierdo exhibió control en los tiempos de la llegada y lectura en la ejecución final. La evolución del catalán, otrora acelerado e impreciso torbellino, ha desembocado en uno de los laterales más preclaros del mundo cuando invade los últimos metros. Giró permanentemente a la defensa de Osasuna, que no fue capaz de mantener el orden de su estructura ante la obligación de reajustarse y terminó concediendo espacios, ventajas y situaciones claras de remate. Si algo les faltó a los azulgranas más allá de un acierto que por poco que hubiese comparecido en el primer tiempo habría resuelto el choque desde muy temprano, fue la constancia de un ritmo que le quitara el aire a los locales tanto a la hora de defender la avalancha como de buscar respiros a la contra. En cuanto a esto último, pese a la incontestable derrota, Caparrós halló en el autosuficiente Sergio León un motivo para la esperanza. No fue suficiente para responderle a un buen Barça, pero sí puede serlo contra una Liga que Osasuna todavía tiene que pelear.

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– Foto: David Ramos/Getty Images

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