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Iniesta y Messi cerca de Alcácer

BARCELONA, SPAIN - DECEMBER 06: Denis Suarez of Barcelona (L) attempts to take the ball past Nico Schulz of Borussia Moenchengladbach (R) during the UEFA Champions League Group C match between FC Barcelona and VfL Borussia Moenchengladbach at Camp Nou on December 6, 2016 in Barcelona, . (Photo by David Ramos/Getty Images)
Denis en la base, Iniesta y Messi a la espalda del mediocampo rival, y Arda y Aleix en las alas.

Denis Suárez en la base de la jugada, Iniesta y Messi a la espalda del mediocampo alemán, y Arda y Aleix Vidal en las alas.

Hay una cuestión que sobrevuela la realidad táctica del Barça desde que Leo Messi abandonó de facto la banda para asentarse de forma regular en el carril central. El interior derecho, figura íntimamente ligada a los comportamientos del 10, debe responder a nuevas preguntas sobre de qué modo compensar una orilla que no se descubre sino que vive descubierta, sobre a dónde acudir en el plano vertical si la mediapunta es el hábitat del argentino y sobre cómo no exigirle al 10 retrasar la posición en exceso sin el apoyo con balón que desde atrás le sirvió en la pasado Dani Alves. El partido de anoche ante el Borussia Monchengladbach no ofreció la respuesta definitiva a este interrogante, pero sí presentó una novedad al respecto en la figura de Denis Suárez. El gallego, mediapunta de corazón como buena parte de los interiores que pueblan la plantilla culé, adoptó contra los alemanes un papel de interior derecho de altura muy cercana al mediocentro que en este caso ocupó André Gomes en descanso de Busquets.

Por momentos incluso por detrás del portugués, la disposición del mediocampo azulgrana tuvo afectación directa sobre los dos mejores hombres de su once, a los cuales aupó hacia la frontal del área rival. Messi e Iniesta, sostenidos por esta base doble a sus espaldas y, ciertamente, por un oponente que sin balón apenas presentó batalla, compartieron una suerte de doble mediapunta situándose un peldaño por encima de lo que vienen haciendo ambos últimamente, y multiplicando con ello las opciones de pases a la espalda del mediocampo visitante, de combinaciones en la corona y de vías de acceso al área rival. Con los laterales abriendo el campo y Paco Alcácer en el apoyo desde la punta, los dos capitanes del Barça tendieron a unirse y a hacerlo cerca de la punta izquierda donde Arda Turan, como emancipado extremo, vino a completar el triángulo. La sociedad entre los tres desplazó el núcleo del ataque local hacia su perfil izquierdo, provocando desde la insistencia en el pase -con 993 el Barça batió el récord de la competición- la basculación de su oponente hacia ese mismo sector.

La posición de Leo Messi (vía squawka.com)

Los de Luis Enrique, juntándose y atrayendo en un lado, pues, vaciaron el costado opuesto del campo, carril que aprovechó Aleix Vidal, cubierto por la posición retrasada de Denis Suárez, para proyectarse sin descanso al espacio que se abría ante sus ojos. El cambio de orientación culé, buscando la entrada de su lateral a la espalda de la defensa del Gladbach, le dio a su ataque el marco, la altura, la profundidad y una forma permanente de desajustar al sistema defensivo rival. La acción ofensiva del Barça empezaba en la izquierda, continuaba en la derecha y volvía a la izquierda para encontrar el remate. Una constante y rápida oscilación del juego en el plano horizontal que terminaba por abrir espacios, separar marcas y habilitar al futbolista encargado de entrar al segundo palo, a la espalda de una zaga sin tiempo a girarse de nuevo. En este caso fue Arda Turan, autor de tres dianas de ruta casi idéntica a las que contribuyeron los movimientos en el área de un Paco Alcácer de nuevo sin suerte de cara al gol pero más participativo en el juego. No en vano, en esta ocasión, sus dos principales orígenes jugaron más cerca de él.

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– Foto: David Ramos/Getty Images

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