Como jugador, Laurent Blanc llegó al F.C.Barcelona en el momento equivocado. Deseado un año antes por Cruyff y extrañado uno después por Van Gaal, su camino se tiñó de azulgrana justo en el impás en que menos en cuenta iban a tenerse sus virtudes. Este verano, sin embargo, él aguarda un banquillo y el Barça un nuevo inquilino para el suyo en un momento especialmente oportuno para el encaje de ambas partes. El azulgrana es un equipo que a lo largo de los próximos meses deberá recomponer su sistema a través de una mayor estructura posicional, de una salida de balón más eficiente y de una nueva concepción de su mediocampo, y de conjugar todo esto con la complejidad posicional de su delantera en general y de su buque insignia en particular. La trayectoria de Blanc como técnico, y en especial su etapa parisina, está estrechamente ligada con estas cuestiones.
En el Parque de los Príncipes, el galo dio forma a un conjunto con un mimo casi obsesivo a la hora de iniciar el juego desde su defensa, construyó con Motta, Verratti y Matuidi uno de los mediocampos más armónicos y protagonistas del continente, con el brasileño y el italiano siempre entre los máximos pasadores de la Ligue 1 y la Champions, y logró equilibrar una presencia ofensiva tan particular como la de Ibrahimovic. Pero ahora la clave del encaje es en ambas direcciones, pues sus lagunas en París dialogan directamente con las inalterables bazas de este Barça. Ambos se dan lo que necesitan. Lo que les falta. En el caso de Blanc fue la pegada, una carencia que con la MSN difícilmente se repetirá. De igual modo que, vestidos de azulgrana, sería muy complicado que sus futbolistas no fueran fieles a una forma de jugar compartida y tan arraigada al imaginario de sus colores.
Guardiola lo señaló con quien debía reemplazarle en Múnich. Recurrente sustituto de Klopp y apasionado de la propuesta y el método del de Santpedor, Thomas Tuchel representa como pocos los nuevos tiempos del fútbol alemán. Unos que guardan relación con su historia pero que han sabido incorporar los aspectos más productivos de las últimas revoluciones que se han desarrollado más allá de sus fronteras. Innovador, ambicioso y un punto idealista, la suya es una propuesta de extremo carácter ofensivo, basada por un lado en el orden con el balón, y por el otro con el apasionamiento a la hora de recuperarlo. Profundos, agresivos y con muchos hombres por delante del cuero, sus equipos multiplican las opciones del ataque desde una apuesta decidida por dañar al adversario, con balón y sin él, tan cerca de su propia área como les sea posible.
Tuchel cuenta con una paleta de colores muy amplia para llevar a cabo su idea. No es un entrenador atado a un único dibujo, ni siquiera circunscrito a un mismo equipos o a un mismo tramo de la temporada. Es un técnico intervencionista e imaginativo, que no duda en modificar la disposición de sus piezas o la elección de las mismas dependiendo del tipo de partido al que se vaya a enfrentar. Defensas de tres o de cuatro, dobles pivotes, interiores, extremos o dobles puntas, la versatilidad táctica es una de las principales singularidades de su Borussia Dortmund. En el Signal Iduna Park trabaja en un proyecto de futuro por pulir a partir de la maduración de sus jóvenes pupilos, siendo lo todavía inconcluso de esta tarea y la incertidumbre llegando a una cultura, a una liga y aun equipo que de primera mano no conoce, dos de las principales dificultades de su candidatura.
De los nombres que se analizan en este artículo como posibles sustitutos de Luis Enrique, Valverde es el que a lo largo de su carrera como entrenador más intermitente se ha mostrado en la aplicación del «estilo Barça». Sobre todo en su más reciente experiencia en el Athletic Club, donde con tal de potenciar los dos principales argumentos ofensivos de los bilbaínos -Aduriz y Raúl García-, ha construido un conjunto más directo, más vertical y más dado a las transiciones que quienes le acompañan en este post. Su baza al respecto, además del condicionante escenario con el que ha lidiado en San Mamés, es que anteriormente, dirigiendo al Espanyol, al Valencia o al mismo Athletic en su primera etapa como técnico en «la catedral», lo planteado por sus equipos sí tuvo más que ver con el estilo futbolístico que, con idas y venidas, las últimas décadas se emparenta con el F.C.Barcelona.
Pese a lo variado de su libreto, los equipos de Valverde acostumbran a compartir una serie de señas de identidad que se repiten independientemente del ideario que, de fondo, los define. El carácter ofensivo de los laterales, la importancia de las alas, el protagonismo de futbolistas de toque cerca de la medular y, por encima de las demás, una muy enérgica presión adelantada convertida en principal mecanismo de defensa y, muy a menudo, también de ataque. El otro gran punto fuerte del cacereño, atendiendo a su experiencia en los banquillos, ha sido a la hora de favorecer vestuarios equilibrados, imbuidos de una serenidad competitiva que con la única mácula de Villarreal se ha hecho sentir en plazas tan diferentes como Montjuïc, Mestalla o El Pireo. Lograr un efecto equivalente en un club de la dimensión del F.C.Barcelona sería un reto nuevo para el Txingurri.
Se formó como futbolista en el vivero de Amsterdam, desarrolló su carrera principalmente en el conjunto neerlandés y en el Barça de Van Gaal, fue asistente de la selección orange, y su periplo como primer entrenador dio comienzo recuperando para el Ajax la victoria a través de su fútbol histórico. Frank de Boer es la ortodoxia del juego de posición, la personificación del abc del estilo holandés. 1-4-3-3, triángulos por todo el campo para manejar desde el orden táctico la posesión del cuero, mucho mimo iniciando el juego desde la defensa, el valor de las bandas, la relevancia del mediocampo e, incluso, cierto coqueteo en punta con la figura del falso nueve, aderezado todo esto con la confianza hacia los más jóvenes y la complicidad con la cantera. Con el visible lunar de la Champions League, un camino que le dio al cuadro de Amsterdam, por primera vez en su historia, cuatro títulos ligueros consecutivos de Eredivisie.
Frank es un técnico de orientación hacia la táctica cuya mimetización con el juego de posición le valió en el Ajax para saber leer sus códigos y poder proponer desde ellos soluciones diversas a las distintas situaciones y evoluciones tanto del equipo como de sus rivales. Tradicionalmente, sus temporadas en Holanda se desarrollaron con inicios difíciles y finales en plenitud, una costumbre que halló colchón en el campeonato doméstico pero que en ocasiones fue más castigada en Europa. Extrapolada a un club como el Barça y a una liga como la española, es una cuestión con doble juego, pues por un lado la exigencia y presión serán muy superiores, y por el otro la calidad individual de una plantilla como la azulgrana multiplicaría los recursos del técnico para superar esa fase inicial de acoplamiento encadenando