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Quique Sánchez Flores sin Iniesta

Dos de las grandes diferencias entre el actual Barça y el de la temporada pasada han sido Andrés Iniesta y Luis Suárez. El primero, de disponibilidad mucho más intermitente que entonces, ha dejado a Luis Enrique sin su único interior de gestión a la hora de vestir el centro del campo, mientras que el uruguayo, menos depredador implacable que hace unos meses, no siempre se ha bastado sólo para compensar las necesarias ayudas que Messi y Neymar han tenido que prestar a la sala de máquinas. Los dos estuvieron presentes el sábado en Cornellà-El Prat, el manchego desde la ausencia, tanto en lo particular del enfrentamiento que deparó el derbi como en la forma en cómo éste interrogó a lo que ha sido el curso azulgrana.

El encuentro disputado en suelo periquito tuvo una frontera en el primer gol de Luis Suárez, merced a la astucia del uruguayo y a un error de José Manuel Jurado. Hasta el remate de tres dedos que el 9 alojó en el fondo de la red y que dio como resultado un nuevo escenario de juego, el partido se había definido a partir de la presión espanyolista y de las dificultades culés para aprovecharla con tal de abrir la lata. Quique Sánchez Flores dibujó un escenario inicial de agresivo pressing adelantado focalizado sobre los centrales del Barça y, principalmente, sobre Busquets como elemento de conexión, a quien mandó la marca de Víctor Sánchez separando al doble pivote que el ex-barcelonista formaba de inicio junto a Javi Fuego. La medida incomodó a un Barça que a menudo abrazó el recurso del envío directo, pero ni logró el botín en forma de recuperación que seguramente esperaba ni evitó los riesgos de ir a buscar arriba a un conjunto con la pólvora del que enfrentaba. Sobre todo cuando en lugar de Rakitic o André Gomes, era Messi quien se hacía con el balón a la espalda de la presión periquita, los metros concedidos al pase o al slalom del argentino eran terreno abonado para que el 10 acelerada la jugada hacia Diego López. A ello contribuyó, justamente, la vigilancia de Víctor Sánchez sobre Busquets, pues acosado el mediocentro, Rakitic retrasó varias veces su posición en el auxilio, situándose en paralelo al 5, y dejando libre, por lo tanto, su plaza de interior derecho para que Messi la tomara.

– A la izquierda el marcaje de Víctor Sánchez sobre Sergio Busquets, y a la derecha el espacio habilitado para Leo Messi en la zona del interior derecho. –

Tuvieron que corregir los locales, bajando algunos puntos la agresividad -sobre todo posicional- de su presión, en pos de custodiar de forma más cauta los espacios entre líneas, un escenario que si bien no les entregaría la iniciativa, a partir de él sí lograron un mayor control defensivo. Pese al buen tono de Sergio Busquets, a sus lados los interiores producían poco, de modo que extrañado el Barça la figura de su capitán dando ritmo y forma a los estadios iniciales de la jugada, fueron Neymar y Messi quienes asumieron la misión de prender la mecha a la jugada de ataque.

– Resumen de los pases de Messi hasta el 0-1. –

En zonas más retrasadas de lo que marca su demarcación de origen, suyo sería el encargo de generar la ocasión de gol, pero durante muchos minutos se toparon con la buena respuesta defensiva del Espanyol en su propio campo y con el escaso acierto de Luis Suárez dando continuidad a lo que ellos dos pudieran generaban. Lo que sí deparó el nuevo planteamiento periquito fue un contexto de dominio posicional culé que, establecido en la mitad contraria, sofocaba los intentos locales de atacar juntando en el sector derecho de su ataque a Gerard Moreno con Jurado, o buscando el envío directo hacia Caicedo. Se hicieron grandes los impactos de Busquets, Piqué y un Samuel Umtiti que en esta fase del partido se mostró omnipotente con y sin balón. El 0-1 de Luis Suárez, sin embargo, sacudió al Espanyol y le reclamó retomar la idea de presionar arriba y de forma agresiva la salida de balón del Barça, con el añadido de que ahora, por detrás en el marcador, no le valdría sólo con dificultarle la tarea al rival sino que su objetivo pasaba a ser la recuperación para poder llevar peligro a la zona de Ter Stegen.

Sucede que estando Gerard Piqué sobre el césped, asomarse al área no tiene por qué ser sinónimo de situación peligro. El catalán manda en ella como quizá ninguno, exigiendo para ser superado una brillantez en la ejecución y la idea que el juego del español no halló alcanzados los últimos metros. Su autoridad cerca de la línea de gol al lado de un también dominante Samuel Umtiti,  pues, le valieron a los de Luis Enrique para imponer su ley en uno de los dos extremos del campo. El otro corrió a cuenta de la MSN, con espacios y ante un rival sin tiempo que perder, que enfrentado al cambio de ritmo de Neymar y a la técnica imposible de Messi, vio como los últimos metros de un partido roto se acomodaban al gusto de Luis Suárez, Rakitic o Sergi Roberto.

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– Foto: Photo by David Ramos/Getty Images

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