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Gerard López sin Galarreta

Carles Aleñá debía empezar un año más como futbolista del Barça B. Había un paso que le faltaba completar. Para el primer equipo podría haber sido un refuerzo, sumar minutos y enriquecer las opciones del entrenador, pero de cara al futuro del jugador -y por lo tanto de cara a la posterior ganancia futbolística del club- era necesario consumar todos los pasos. ¿Qué rentaba más, su presente puntual con los mayores, o la construcción de su futuro para cuando fuera uno de ellos? El club respondió que lo segundo, y Carles permaneció en el filial con un encargo claro: liderarlo jerárquica y futbolísticamente. Ser su abanderado y su estrella. Marcar la diferencia. Quizá a partir de esto se explique la posición en la que lo está alineando Gerard López y el uso que hasta el momento el técnico le está dando potenciando sus virtudes más definitivas. El caso es que disputados únicamente siete partidos de liga, Aleñá ya es para el Barça B aquello en lo que debía convertirse durante los próximos meses. Con aires de delantero, ha sumado los mismos goles que en toda la temporada anterior, es la pieza alrededor de la cual toma forma el ataque del filial barcelonista y el hombre que cuando el equipo sufre lo recoge del suelo y tira de él hacia adelante.

Así lo hizo, y de forma extraordinaria, ayer en el Miniestadi contra el Real Oviedo, en una cita marcada por ser la primera desde la lesión de Iñigo Ruiz de Galarreta y en la que, pese a ello, Gerard no alejó del área a su jugador franquicia. Sin el guipuzcoano y sin un Vitinho que esperó turno desde el banquillo, Aleñá no se integró en uno de los dos interiores sino que permaneció formando parte del tridente ofensivo. Lo que sí cambió fue su emplazamiento, que habitualmente lo lleva a abrirse de inicio a la banda derecha, y que en esta ocasión lo dibujó con cierta claridad como el mediapunta del equipo. Jugó de diez, por delante de la medular y asumiendo toda la horizontal en tres cuartos de campo para recibir el balón a la espalda del mediocentro carbayón. La medida de Gerard López acerca de Aleñá implicó también la matización de las posiciones de los otros dos delanteros, especialmente de José Manuel Arnáiz que asumió, de partida, más protagonismo en el centro de lo que viene siendo costumbre. Cerca de Lozano y emparejado dos contra dos con los centrales visitantes, contribuyó a que en muchos momentos el Barça B dibujara con cierta nitidez un 1-4-4-2 en el que, después de atraer dentro previa intervención de Aleñá, buscaba los espacios vacíos entre central y lateral rival para que un Arnaiz especialmente incisivo desequilibrara y llevara el peligro sobre el área de Juan Carlos.

La banda izquierda de Cucurella y Arnáiz fue el lado fuerte del ataque del Barça, toda vez en esta ocasión Aleñá actuó por dentro y en la derecha no hubo más presencia sostenida que la del lateral. A nivel defensivo, puesto que Carles guardaba su posición de enganche y no bajaba hasta situaciones de segundo pivote con tal de que los interiores pudieran abrirse más a banda, el apoyo a Morer y Cucurella iba a ser cosa del extremo. En la izquierda la ayuda fue el propio Arnáiz, pero debido a que el costado derecho blaugrana no tenía delantero, el lateral culé de ese lado se vio más expuesto que su homólogo de la orilla contraria. Primero Saúl Berjón y en el segundo tiempo el ghanés Owusu, explotaron esa zona oscura del planteamiento del Barça B y castigaron a un Dani Morer al que viene costando adaptarse a las exigencias de la categoría de plata. Quienes lograron controlar más su espacio fueron David Costas y el prometedor Jorge Cuenca, que enfrentaron la prueba de medirse al buen hacer de Toché y Aarón Ñíguez, y de sostener la inseguridad que ayer transmitió Ortolá en sus acciones.

Otro de los focos de interés que planteaba el once propuesto por Gerard de cara a su duelo contra los de Anquela, estuvo en el mediocampo. Lesionado Galarreta, suplente Vitinho y mediapunta Aleñá, el técnico catalán dio forma a la zona de medios con tres futbolistas susceptibles de ser empleados como mediocentro: Fali, Oriol Busquets y Ferran Sarsanedas. A los dos canteranos correspondieron las funciones de interior, y la particularidad residió en que ambos se ubicaron a pierna cambiada. Sarsanedas -zurdo- fue el interior derecho mientras Busquets -diestro- hizo lo propio en perfil izquierdo, lo que dificultó el control a los locales y enrareció su ataque posicional. En primer lugar porque dada la tendencia de los tres a acudir a la base, a menudo a la escalada culé le faltaron alturas, toda vez Ferran era el único que en ocasiones se situaba en el plano de Aleñá a la espalda del mediocampo asturiano, y en segundo lugar porque enfocada su pierna buena hacia el pase vertical, el peso en la circulación por dentro de los dos interiores fue escaso. No en vano, cuando más constó la demarcación fue a partir de que las sustituciones reconfiguraran sus roles, situando en ella a Vitinho y Aleñá para que los dos mediapuntas cortaran en conducción y slalom hacia el área de Juan Carlos.

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– Foto: http://www.laliga.es

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