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Una carta boca abajo

VALENCIA, SPAIN - NOVEMBER 26: Thomas Vermaelen of Barcelona reacts during the La Liga match between Valencia and Barcelona at Estadio Mestalla on November 26, 2017 in Valencia, Spain. (Photo by Fotopress/Getty Images)

VALENCIA, SPAIN - NOVEMBER 26: Thomas Vermaelen of Barcelona reacts during the La Liga match between Valencia and Barcelona at Estadio Mestalla on November 26, 2017 in Valencia, Spain. (Photo by Fotopress/Getty Images)

Los últimos días en el Barça han tenido mucho que ver con los centrales. En un doble cruce de caminos, Mascherano y Vermaelen han dado la vez a Yerry Mina y Samuel Umtiti, dibujando un decorado final en el que la ausencia del belga, aunque se prevea corta, adquiere tintes de cierta relevancia. Es evidente que la trayectoria del ex del Arsenal en el Camp Nou ha estado marcada por su desgraciada relación con las lesiones, una condena que durante mucho tiempo lo ha convertido en una pieza accesoria de la plantilla. En una herramienta intermitente con la que no contar de antemano. Los casi dos meses en los que con tan buen resultado ha cubierto la ausencia de Umtiti en el once azulgrana, han sido, de largo, el tramo en el que más útil ha podido serle al equipo. Tan seguro y sereno como pretende ser en su conjunto el Barça de Valverde, coloso por alto, puntual a ras de césped y desplegando con el balón en los pies el abanico de soluciones que acreditó para recalar en Barcelona. Ejerciendo de titular al lado de Piqué, Thomas se ha postulado como el tercer central que la plantilla despidió ayer en la figura de Javier Mascherano. Un primer reemplazo a los titulares cuyo peso específico cobra más valor tras la llegada de Yerry Mina.

Sobre el colombiano se hablará detalladamente en ‘En un momento dado’ más adelante, con el pertinente análisis de la nueva incorporación culé, pero al respecto de lo tratado cabe anticipar que el ex de Palmeiras es un central en construcción, cuyo escenario óptimo parece uno en el que su aprendizaje, tanto individual como de contexto, no lo lance a unas exigencias competitivas con demasiada exposición. En este sentido, para Mina contar a su alrededor con tres centrales tan asentados como Piqué, Umtiti y el Vermaelen de los últimos dos meses, es una excelente noticia. Por eso, ahora, la lesión del belga abre un compás de espera.

Un paréntesis antes de poder empezar a valorar su realidad física. Antes de descubrir si estas semanas han sido una excepción o una nueva norma. Si sobre su disponibilidad debe volver a ponerse el asterisco o cabe evaluar desde la normalidad su posición dentro de la plantilla. De no ser así, si la fragilidad retorna y la incertidumbre se posa de nuevo sobre la utilidad que pueda encontrar Valverde en el belga, tanto el relevo de la pareja titular como el contexto de tranquilidad propicio para Mina, estarían en entredicho. Y es que, como años atrás sucediera con Adriano Correia, un suplente propicio a las lesiones no es peor noticia que si esta condición la ostenta un titular, pero sí que altera más los planes. Por definición, al recambio se lo necesita cuando falta el actor principal, de modo que su ausencia es en realidad una ausencia doble. Sin otras piezas de reconversión evidente, más que las próximas semanas, con Vermaelen la clave serán las que vengan después. Las que le digan al entrenador si cubriendo las espaldas de su tándem de gala dispone del titular que tan bien ha respondido a la llamada, o si en su lugar aguarda una carta boca abajo. La respuesta determinará si este invierno convertido en un segundo verano ha traído a un central, o si se lo ha llevado.

– Foto:  Fotopress/Getty Images

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