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Correr sin esqueleto

Barcelona's Spanish defender Gerard Pique (L) and Barcelona's Spanish midfielder Sergio Busquets react to Leganes' second goal during the Spanish league football match Club Deportivo Leganes SAD against FC Barcelona at the Estadio Municipal Butarque in Leganes on the outskirts of Madrid on September 26, 2018. (Photo by OSCAR DEL POZO / AFP) (Photo credit should read OSCAR DEL POZO/AFP/Getty Images)

Barcelona's Spanish defender Gerard Pique (L) and Barcelona's Spanish midfielder Sergio Busquets react to Leganes' second goal during the Spanish league football match Club Deportivo Leganes SAD against FC Barcelona at the Estadio Municipal Butarque in Leganes on the outskirts of Madrid on September 26, 2018. (Photo by OSCAR DEL POZO / AFP) (Photo credit should read OSCAR DEL POZO/AFP/Getty Images)

El FC Barcelona ha empezado la Liga 2018-19 encajando siete goles en seis jornadas. Más de un gol por partido. Números que, como su juego, contrastan con los que arrojó el curso pasado, donde salió campeón con un promedio de 0,76 goles recibidos por encuentro sólo mejorado por el Atlético de Madrid. Para encajar los primeros siete tantos en contra del campeonato, entonces necesitó que transcurrieran más del doble de jornadas que ahora, y no fue hasta esa fecha que el rival logró endosarle más de un gol en un mismo partido, reto que por ahora ya han cumplido Huesca, Girona y Leganés. El primer Barça de Valverde fue, sobre todo un esqueleto, un soporte pensado para no venirse abajo y establecer una superficie estable sobre la cual ir conquistando pequeñas metas a través de planes concretos y personalizados. El segundo Barça de Valverde, sin embargo, ha cambiado, y en el cambio parece haber extraviado el equilibrio que lo caracterizó meses atrás. Más allá de las cifras, en cada partido del nuevo curso que han disputado los culés, sus rivales han sentido que Ter Stegen no estaba tan lejos.

– El reparto posicional en la banda izquierda del Barça, y el mapa de pases de Rakitic y Vermaelen. (vía whoscored.com) –

No fue así en Butarque durante los primeros compases, aquellos que se alargaron hasta casi la primera media hora de juego y que dieron con un Barça brioso y con algunas novedades en la disposición de sus piezas. Con Luis Suárez y Jordi Alba aguardando turno desde el banquillo, la idea de Ernesto Valverde pareció dirigida a potenciar la relación entre Leo Messi y Philipe Coutinho en la frontal del área. El brasileño contó esta vez con el carril libre para incorporarse hasta la corona, pues en ausencia del lateral izquierdo titular, de inicio fue Dembélé el encargado de ensanchar el campo por delante de Vermaelen, lo que convirtió al Río de Janeiro en el destinatario más claro de los envíos del 10 cuando el argentino orientaba su pierna izquierda hacia el centro.

De hecho, el cuerpo táctico barcelonista resultó bastante similar en ambos costados, a pesar de dibujarse mediante recorridos distintos de sus protagonistas. Así, si el carril izquierdo contó con un iniciador abierto, un finalizador centrado y un factor de amplitud desde la esquina representados, respectivamente, por Vermaelen, Coutinho y Dembélé, el perfil diestro reprodujo las mismas funciones pero con Rakitic como equivalente del central belga, Messi de pareja de Coutinho y Sergi Roberto como verdadero extremo. Los culés iniciaban por fuera, ascendían en paralelo a la cal y descargaban para que en la frontal sus dos piezas más productivas de cara a puerta culminaran la acción. Ambos contaron, además, con la aportación desde la punta de Munir El Haddadi, generoso en el desmarque, agudo en la lectura de los movimientos que más podían sumar en cada lance, y con el acierto técnico en la devolución o la descarga que en otro tiempo extrañó.

– La posición de Rakitic y Vermaelen, escorados a ambos lados de Busquets, para dar salida al juego por fuera. –

Poniendo las primeras piedras en una salida desde atrás que gozaba de superioridad numérica y posicional, el primer acto del Barça se pareció muy poco a lo llegó más tarde. No fue lo único que empujó al cambio, pues hoy por hoy y con las piezas de que dispone, parece complicado que el Barça sostenga un ejercicio ofensivo basado en el comportamiento posicional de sus hombres con el que evitar caer en brazos de una sucesión de idas y venidas y de esfuerzos individuales, pero ciertamente no resultó positivo para el temple barcelonista que Ousmane Dembélé no consiguiera el punto de paciencia necesaria para mantenerse abierto en banda. El galo, con el paso de los minutos, empezó a acudir con más frecuencia hacia el centro, en busca de los espacios que le viene brindando la pizarra de Valverde en el inicio de curso, eliminando con ello el punto de apoyo que hasta entonces pudo encontrar el equipo en la punta izquierda, ya fuera para habilitar con el pase atrás a un compañero que llegara de cara o para arriesgarse a una pérdida de balón más controlada que en el interior. Así, sumada la desaparición de esta válvula de escape a la progresiva corrosión de la circulación azulgrana, los visitantes empezaron a perder el balón en peores condiciones y a afrontar la posterior transición ataque-defensa con varias exposiciones, finalmente, letales.

Ya en las anteriores semanas se había analizado en este espacio las consecuencias negativas que a nivel defensivo está teniendo para el Barça el nuevo rol que se ha destinado a Ivan Rakitic en ataque, pues si bien el croata no ha perdido su protagonismo con el esférico en el nacimiento de la acción, el juego de compensaciones que establece con Leo Messi cuando la jugada avanza suele separarlo de Busquets más que antaño (Imagen de la derecha). En los tramos de mejor fútbol visitante pareció insinuarse una variante cuando los culés eran capaces de llevar su pérdida de balón a la posición escorada de Dembélé, que consistió en descolgar igualmente al mediocentro en la presión utilizando a Rakitic para la cobertura desde el lado contrario, pero una vez el extremo se trasladó también al interior, lo expuesto no fue distinto a lo observado hasta ahora, esto es, un Busquets que sin el refuerzo del croata debe gestionar demasiados metros tanto en el achique como en el repliegue. Por último, la necesidad de que, con Dembélé centrado, fuera Vermaelen quien progresara para dar anchura al ataque, habilitó una enorme pista de despegue en el perfil izquierdo de la defensa barcelonista que ni el retorno del belga ni la cobertura de los centrales lograron controlar. Los cambios que propone el nuevo Barça, por el momento, arrojan más preguntas que respuestas.

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– Foto: Oscar del Pozo/AFP/Getty Images

 

 

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