
Correr sin esqueleto
El FC Barcelona ha empezado la Liga 2018-19 encajando siete goles en seis jornadas. Más de un gol por partido. Números que, como su juego, contrastan con los que arrojó el curso pasado, donde salió campeón con un promedio de 0,76 goles recibidos por encuentro sólo mejorado por el Atlético de Madrid. Para encajar los primeros siete tantos en contra del campeonato, entonces necesitó que transcurrieran más del doble de jornadas que ahora, y no fue hasta esa fecha que el rival logró endosarle más de un gol en un mismo partido, reto que por ahora ya han cumplido Huesca, Girona y Leganés. El primer Barça de Valverde fue, sobre todo un esqueleto, un soporte pensado para no venirse abajo y establecer una superficie estable sobre la cual ir conquistando pequeñas metas a través de planes concretos y personalizados. El segundo Barça de Valverde, sin embargo, ha cambiado, y en el cambio parece haber extraviado el equilibrio que lo caracterizó meses atrás. Más allá de las cifras, en cada partido del nuevo curso que han disputado los culés, sus rivales han sentido que Ter Stegen no estaba tan lejos.

– El reparto posicional en la banda izquierda del Barça, y el mapa de pases de Rakitic y Vermaelen. (vía whoscored.com) –
No fue así en Butarque durante los primeros compases, aquellos que se alargaron hasta casi la primera media hora de juego y que dieron con un Barça brioso y con algunas novedades en la disposición de sus piezas. Con Luis Suárez y Jordi Alba aguardando turno desde el banquillo, la idea de Ernesto Valverde pareció dirigida a potenciar la relación entre Leo Messi y Philipe Coutinho en la frontal del área. El brasileño contó esta vez con el carril libre para incorporarse hasta la corona, pues en ausencia del lateral izquierdo titular, de inicio fue Dembélé el encargado de ensanchar el campo por delante de Vermaelen, lo que convirtió al Río de Janeiro en el destinatario más claro de los envíos del 10 cuando el argentino orientaba su pierna izquierda hacia el centro.
De hecho, el cuerpo táctico barcelonista resultó bastante similar en ambos costados, a pesar de dibujarse mediante recorridos distintos de sus protagonistas. Así, si el carril izquierdo contó con un iniciador abierto, un finalizador centrado y un factor de amplitud desde la esquina representados, respectivamente, por Vermaelen, Coutinho y Dembélé, el perfil diestro reprodujo las mismas funciones pero con Rakitic como equivalente del central belga, Messi de pareja de Coutinho y Sergi Roberto como verdadero extremo. Los culés iniciaban por fuera, ascendían en paralelo a la cal y descargaban para que en la frontal sus dos piezas más productivas de cara a puerta culminaran la acción. Ambos contaron, además, con la aportación desde la punta de Munir El Haddadi, generoso en el desmarque, agudo en la lectura de los movimientos que más podían sumar en cada lance, y con el acierto técnico en la devolución o la descarga que en otro tiempo extrañó.

– La posición de Rakitic y Vermaelen, escorados a ambos lados de Busquets, para dar salida al juego por fuera. –
Poniendo las primeras piedras en una salida desde atrás que gozaba de superioridad numérica y posicional, el primer acto del Barça se pareció muy poco a lo llegó más tarde. No fue lo único que empujó al cambio, pues hoy por hoy y con las piezas de que dispone, parece complicado que el Barça sostenga un ejercicio ofensivo basado en el comportamiento posicional de sus hombres con el que evitar caer en brazos de una sucesión de idas y venidas y de esfuerzos individuales, pero ciertamente no resultó positivo para el temple barcelonista que Ousmane Dembélé no consiguiera el punto de paciencia necesaria para mantenerse abierto en banda. El galo, con el paso de los minutos, empezó a acudir con más frecuencia hacia el centro, en busca de los espacios que le viene brindando la pizarra de Valverde en el inicio de curso, eliminando con ello el punto de apoyo que hasta entonces pudo encontrar el equipo en la punta izquierda, ya fuera para habilitar con el pase atrás a un compañero que llegara de cara o para arriesgarse a una pérdida de balón más controlada que en el interior. Así, sumada la desaparición de esta válvula de escape a la progresiva corrosión de la circulación azulgrana, los visitantes empezaron a perder el balón en peores condiciones y a afrontar la posterior transición ataque-defensa con varias exposiciones, finalmente, letales.
Ya en las anteriores semanas se había analizado en este espacio las consecuencias negativas que a nivel defensivo está teniendo para el Barça el nuevo rol que se ha destinado a Ivan Rakitic en ataque, pues si bien el croata no ha perdido su protagonismo con el esférico en el nacimiento de la acción, el juego de compensaciones que establece con Leo Messi cuando la jugada avanza suele separarlo de Busquets más que antaño (Imagen de la derecha). En los tramos de mejor fútbol visitante pareció insinuarse una variante cuando los culés eran capaces de llevar su pérdida de balón a la posición escorada de Dembélé, que consistió en descolgar igualmente al mediocentro en la presión utilizando a Rakitic para la cobertura desde el lado contrario, pero una vez el extremo se trasladó también al interior, lo expuesto no fue distinto a lo observado hasta ahora, esto es, un Busquets que sin el refuerzo del croata debe gestionar demasiados metros tanto en el achique como en el repliegue. Por último, la necesidad de que, con Dembélé centrado, fuera Vermaelen quien progresara para dar anchura al ataque, habilitó una enorme pista de despegue en el perfil izquierdo de la defensa barcelonista que ni el retorno del belga ni la cobertura de los centrales lograron controlar. Los cambios que propone el nuevo Barça, por el momento, arrojan más preguntas que respuestas.
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– Foto: Oscar del Pozo/AFP/Getty Images
vi23 27 septiembre, 2018
Hola Albert,
Creo que, más que la impaciencia de Dembelé, fue el cambio del Leganés lo que viró el partido. Empezó a presionar muy alto y, como tantas otras veces, el equipo no fue capaz de salir limpio con cierta regularidad (y no amenazó demasiado al espacio).
Creo que ahí hay un trabajo importante que hacer: diseñar alguna estrategia para salir (aunque sea tan simple como la conducción de Sergi Roberto o Umititi) y diseñar movimientos para que Dembelé esté amenazando la espalda de la defensa en los lugares adecuados (ya que es el único jugador rápido de verdad de mediocampo para arriba)
Javier 27 septiembre, 2018
Será un buen momento para la oportunidad de Aleñä en el interior izquierdo? A lo Busi 2008.
Michel 27 septiembre, 2018
La lectura de Valverde ayer tras el 2-1 me pareció realmente paupérrima. Dar entrada a Malcom, tras tres semanas lesionado y con sólo 7 minutos disputados, en una zona en la que no está acostumbrado a actuar, en Francia siempre jugó en la derecha, no es que sea precisamente una ayuda para el jugador, ni para el equipo. Y mucho menos si pretendía hacerle jugar abierto como Dembele en los primeros compases del partido. Fuera de la zona donde se siente más cómodo, y con Alba en el mismo carril no pareció tener mucho sentido incorporarlo en la misma zona de influencia de Alba cuando no tiene los automatismo que va cogiendo Dembele con Jordi. Finalmente interiorizó tanto su posición que ocupaban la misma zona cuatro jugadores, Coutinho, Suarez, Messi y el propio Malcom. Bajo mi opinión hubiese sido mejor que esa zona la ocupara Coutinho y diera posibilidad a otro interior que llegase en apoyo, toda vez que le ofreces el carril a Alba en esos momentos. Le cuesta mucho arriesgar a Valverde, tardió en los cambios por costumbre y hombre por hombre sin que ello haga cariar nada al rival.
Riera 27 septiembre, 2018
Estoy de acuerdo en que el movimiento interior de Ousmane empañó un planteamiento que, con la entrada de Vermaelen, cobró mucho sentido. Puede ser que el futuro del sector izquierdo pase por un replanteamiento de los espacios en el que, ninguno de los mejores jugadores del equipo, deba salir del once inicial. Si con el equipo desplegado, Coutinho en la posición de interior, Dembélé un escalón por encima y Jordi Alba en la posición de extremo no ha funcionado, ¿pensáis que Jordi Alba en la posición de interior, Coutinho un escalón por encima y Dembélé en la posición de extremo con los dos primeros intercambiando alturas tal como han hecho Vidal y Messi en el lado contrario podría funcionar? Jordi Alba podría recibir muchos balones de Messi en el pico del área derecha del equipo contrario, con Dembélé llamando la atención del lateral contrario. Si no recibiera Jordi Alba, Ousmane tendría una situación de 1c1 muy favorable, y si ninguno de los dos puede recibir, Coutinho sí encontraría en Jordi Alba un jugador que empuje la defensa contraria hacia atrás, haciendo un aclarado en la frontal del área.