Pareció una anécdota: el Barça 2018-2019 se presentó ante su afición, en el Trofeu Joan Gamper, con Rakitic en el interior izquierdo y Coutinho en el derecho. Pareció un experimento, una prueba veraniega sin continuidad con la temporada en curso, pues meses atrás el croata había desarrollado desde el perfil diestro del mediocampo un papel muy relevante para el equipo de Valverde, y que a su vez potenciaba sus virtudes, mientras que Philippe, en la antigua casa de Andrés Iniesta, podía encontrar un hábitat muy favorable para dar lustre a su determinación sobre el arco rival encarando la pierna buena hacia el interior del campo. Pareció un recuerdo borroso, como un sueño en vigilia, a pesar de que las primeras semanas del nuevo curso apuntaran a que, con Messi partiendo desde la banda, Ivan volvería a modificar su espacio, y a que la presencia interior de Dembélé en la punta izquierda sujetarían a Coutinho lejos de la corona durante más minutos de los imaginados, al menos hasta engrasar del todo la maquinaria. El equipaje que arrastra Rakitic de sus años con Luis Enrique y la conexión que rápidamente se ha insinuando entre el pase vertical de Philippe y las recepciones en tres cuartos de Ousmane, cambiaron fácilmente el plano. El primer partido de la Champions 2018-2019 que los culés saldaron con goleada, sin embargo, tuvo algo que retrotrajo al Gamper.
La victoria azulgrana contra el PSV de Mark van Bommel se fraguó a lomos de un juego, muchas veces, de ida y vuelta, en el que el Barça contó con mejores recursos para agredir con más contundencia y precisión que su adversario. Parte de ese guión escrito en oleadas se localizó en una consecuencia de la nueva disposición barcelonista que el sistema, por ahora, no resuelve por sí mismo: la pérdida de balón de Ousmane Dembélé. El francés, por estilo de juego y desempeño técnico, es un jugador que convive con el fallo, y por eso su equipo debe estar preparado para responder ante ello. Ubicado en el costado, cerca de la línea lateral, se trataría de una situación más fácilmente controlable, ya fuera porque localizadas en la esquina las pérdidas son más fáciles de presionar, o porque, simplemente, la imprecisión en lugar de provocar un contraataque rival terminaría en fuera de banda. En sus primeras pinceladas, sin embargo, el nuevo Barça ha dejado clara la intención de contar con Dembélé en un papel más central que externo, y pretendiendo para el francés un volumen alto de participación del cual cabe esperar riesgos en la posesión propios del juego que practica el delantero. Gastón Pereiro, Hirving Lozano y Steven Bergwijn, no obstante, castigaron más que los rivales que se ha encontrado el Barça en Liga el hecho de que el protagonismo interior de Ousmane conviva con el regreso de un trabajo de Rakitic más escorado en la orilla contraria.
El croata resultó un elemento capital para la transición ataque-defensa del vigente campeón de Liga y Copa manteniendo una posición cercana a Sergio Busquets. Siendo trampolín del mediocentro mientras el equipo movía la pelota, y su contrafuerte en defensa a la hora de repartirse el espacio, cubrir su espalda al lanzarse a la presión y, en definitiva, representar un segundo tapón central. Ahora, sin emabrgo, y aunque de forma menos extrema que años atrás, Ivan tiene nuevamente la exigencia de compensar los recorridos de Messi desde el extremo derecho, por lo que muchas veces afronta la transición defensiva más cerca de la cal que de Busquets. Con Dembélé por dentro, de momento, el Barça potencialmente asume que el rival pueda iniciar más contraataques, pero al mismo tiempo está menos preparado que antaño para detenerlos. ¿Y si el experimento del Gamper era justamente una prueba para dar respuesta a estos problemas? Con Rakitic cerca del cinco, como la mano izquierda del pivote y no la derecha, justo por detrás de Dembélé, ejerciendo como ese segundo tapón que Coutinho puede tener más dificultades para ser. Y con Coutinho en la derecha, sacrificando naturalidad en el golpeo a cambio de acompañar la zona Messi con un futbolista preciso en la combinación en corto, con capacidad para ocupar la cal o la mediapunta según marquen los movimientos del argentino y orientado a un retorno defensivo externo que permita que Busquets no pierda a su escudero.
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– Foto: Lluis Gene/AFP/Getty Images

