
Con la llegada de Dani Alves este verano, el Barça no buscaba únicamente incorporar a uno de los laterales más determinantes del planeta, sino que pretendía favorecer el aumento en el rendimiento de otros jugadores y el funcionamiento global del equipo. La elección del ex-sevillista y el alto precio pagado por él no fueron aspectos caprichosos, sino que la secretaría técnica sabía que Alves era mucho más que un lateral ya que podía responder a varios perfiles y por lo tanto, ser útil al equipo en diversas situaciones del juego. En este sentido, dos aspectos capitales en el nuevo proyecto de Guardiola son, por un lado, abrir el juego por bandas y, por el otro, el hecho de llevar el peso del partido como algo innegociable, para lo que es preciso tener el control del centro del campo. La intención, pues, es que Alves sea un futbolista que intervenga en ambas situaciones.
Por un lado, con un extremo como Messi jugando a pierna cambiada que generalmente tiende a buscar el regate natural hacia dentro centrando su posición, si el equipo, como es el caso, pretende tensar al máximo a la defensa rival fijándola a ambos lados del campo y generar, así, mayores espacios entre líneas, era preciso contar con un lateral con capacidad para progresar por la banda -con y sin balón- y con buen criterio para elegir la opción indicada en el último tercio del terreno de juego. Esta necesidad de contar con un lateral de carácter ofensivo tiene, además, otro punto clave. A diferencia de lo que ocurría en otras temporadas, hoy por hoy en el F.C.Barcelona hay un jugador por encima del resto, Messi, que determina el rendimiento del conjunto y por lo tanto, sobre el cual recaen la mayoría de los esfuerzos defensivos de los rivales. Ya la temporada pasada Ronald Koeman, en el emparejamiento copero contra los culés, dio una pista de lo que le podría esperar al argentino esta temporada con un marcaje triple en el que Mata en fase defensiva pasaba a actuar como un interior más, cerrando así las zonas centrales a las que suele volcar su juego el crack azulgrana.
Vemos pues que en el actual Barça Alves cumple con un doble rol, por un lado el de doblar por banda actuando casi como un extremo cuando Messi centra su posición, y por el otro, cuando éste permanece en su demarcación de extremo, actuar como un centrocampista más ayudando a los Xavi, Iniesta o Keita a construir el juego de ataque culé.
No obstante, es evidente que esta situación puede acarrear algunos problemas defensivos, sobretodo cuando el brasileño ocupa posiciones de extremo, ya que con los dos hombres de banda volcados en ataque, en caso de pérdida, al rival no le cuesta mucho trabajo llevar peligro por la desprotegida banda azulgrana.
Hasta el momento la solución a este problema consiste en una basculación extrema de la defensa hacia banda derecha, focalizada sobretodo en la figura del central más próximo a Alves. Vemos, pues, que cuando el equipo tiene el balón, defensivamente se organiza prácticamente en una defensa de tres en que la obligación del central diestro de abrirse mucho al costado, habilita un espacio enorme respecto al otro central, que repercute en constantes situaciones de uno contra uno del punta con el central que cierra la defensa. Para corregirlo, en muchas ocasiones es el lateral izquierdo el que debe centrar su posición, dejando, en este caso, libre su espalda para la llegada de algún delantero rival.
Teniendo en cuenta el importante desembolso realizado por Alves, la opción de que el lateral contenga sus impulsos ofensivos no parece una opción realista, tampoco que sea Messi el que incremente sus responsabilidades defensivas tapando las espaldas del lateral cuando éste se sume al ataque, por lo que vemos que la pieza que debe hacer funcionar a la perfección la banda derecha azulgrana es la de un tercer hombre, el interior de este costado que complemente a sus dos compañeros y permita construir los automatismos necesarios para sacar el máximo potencial al ataque por banda derecha.
Las dos opciones de Guardiola:
Por su concepción del fútbol como una globalidad en que no se diferencia entre la fase ofensiva y la defensiva, deberíamos descartar, de entrada, la posibilidad de utilizar para el interior derecho a un futbolista únicamente con un rol defensivo – al estilo de Gattusso- para dejar el juego de ataque para Alves y Messi, un rol que en la actual plantilla podría desempeñar Puyol retornando a su demarcación en categorías inferiores en el centro del campo. No obstante, como ya hemos dicho, ésta no parece ser una opción realista por lo que para ajustar el funcionamiento de esta banda derecha mediante un tercer jugador, Guardiola parece tener dos alternativas herederas de sus dos grandes influencias futbolísticas.
Solución Van Gaal: recorrido, dinamismo y sacrificio.
De la actual plantilla, el jugador que claramente se adaptaría mejor a este rol es el biuelorruso Alexandr Hleb, ya que se trata de un futbolista que puede participar activamente en el juego ofensivo del equipo, a la vez que exhibe un gran sacrificio defensivo tanto en la presión como en el repliegue. Otras alternativas que podría barajar el técnico -y más después de la lesión del ex del Arsenal- son las de Keita o Gudjohnsen. La opción del malí puede resultar más dudosa ya que siempre resulta difícil situar a un zurdo a pierna cambiada, sobretodo si éste debe ser un hombre importante a la hora de construir juego y de asociarse con sus compañeros. La opción de Guddy, en cambio, podría ser la solución más interesante, al menos hasta que Hleb se recupere, puesto que recuperaría la demarcación y la función en la que mayor rendimiento ha ofrecido, ya que partiendo desde el interior derecho el islandés saca el máximo provecho a su verticalidad, llegada desde segunda línea, trabajo en la presión y disciplina táctica.
Solución Cruyff: juego de posición y uno contra uno.
El segundo aspecto fundamental en este segundo planteamiento junto al juego de posición, será el éxito en el uno contra uno. A nivel defensivo, con el objetivo de mantener la posesión del esférico, renunciamos a un jugador que realice las coberturas o apoye en el dos contra uno al lateral, por lo que será imprescindible que éste gane la mayoría de los duelos contra el extremo rival. Se necesita, pues, un lateral rápido, agresivo y resistente físicamente, por lo que Alves puede ser el hombre perfecto. Por otro lado, para que el riesgo que supone esta situación de uno contra uno resulte rentable para el equipo, es importante que los delanteros ganen su emparejamiento con el defensa, ya que así no permites al rival contraatacar cuando los hombres que ocupan el costado están volcados al ataque, siendo Messi en este caso el futbolista idóneo para cumplir con este cometido.
Para perfeccionar el sistema, no obstante, serán importante tanto las sesiones de entrenamiento como el rodaje de los partidos, las primeras sobretodo para trabajar de manera específica la resolución tanto ofensiva como defensiva de los uno contra uno -planteando ejercicios en los que, por ejemplo, Messi deba superar a Alves y éste tratar de arrebatarle el balón- mientras que el jugar minutos juntos favorecerá una mayor entente entre los jugadores que les permita asimilar el juego de sus compañeros y poner el juego de posición al servicio del control de la posesión.
