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¿Qué pasó en la ida?

Milito

Analizábamos en la previa del partido, como el juego de los italianos podía favorecer el estilo del equipo de Guardiola. Mencionábamos como el de Mourinho, es un equipo que regala mucho terreno de juego en favor de acumular hombres cerca de su portero y como esto permitiría a los azulgranas tener el balón rondando el área rival, adelantar líneas y combinar con más facilidad de la que puede hacerlo ante adversarios que le plantean una defensa más adelantada. Precisamente, en la mayoría de ocasiones, esta temporada el Barça ha tenido que enfrentarse a planteamientos que buscaban alejarle del área, tirar la líneas hacia adelanta ante la falta de desmarques de ruptura en la delantera azulgrana, y juntar dos líneas defensivas que reduzcan al máximo los espacios para entorpecer el juego combinativo del Barça.

Ante este tipo de planteamientos, el cuerpo técnico tuvo que reconducir su plan inicial y modificar el a priori irrenunciable 1-4-3-3 para formar con un esquema más similar a un 1-4-2-4. De este modo, el equipo lograba dar profundidad a su juego mediante las bandas y la posición centrada de Messi, a la vez que se generaban nuevos espacios para que el crack argentino e Ibrahimović compartieran la mediapunta. A cambio, el equipo perdía brillantez en la circulación del balón, pues en el nuevo sistema la ocupación de los espacios es diferente. Antes, cuando Xavi recibía el balón, a su alrededor se juntaban Alves, Messi, Busquets, Piqué e Iniesta, con lo cual, desplegar el futbol de toque era más sencillo y se hacía de manera más eficiente. No obstante, era un peaje que se debía pagar, pues como se comprobó en el tramo inicial de temporada, sin profundidad desaparecían los espacios en los que los jugadores del Barça pudiesen combinar.

Sin embargo, ante el Inter, no debía haber tantos problemas para encontrar estos espacios, pues el estilo italiano permitiría al Barça encontrar la profundidad en su juego más fácilmente. Por esto, y desde la comodidad de la valoración a posteriori, quizá hubiese sido el momento de desempolvar el antiguo 1-4-3-3. No es que el esquema fuese el problema, ni mucho menos, pero si es cierto que el cambio, en un partido en el que los jugadores no estuvieron demasiado acertados a nivel individual, hubiese reforzado un determinado discurso.

Ante la transición defensiva del Inter, el Barça se olvidó de madurar la jugada, y cada ataque se precipitaba sin apenas pausa hasta el área italiana, la zona en que más fuerte se siente el equipo de Mourinho. Los espacios en la media invitaban al equipo a desplegar un juego demasiado vertical que no permitía al equipo situarse correctamente sobre el campo. Así, no solo los ataques resultaban menos efectivos, sino que cuando el equipo perdía el balón, los futbolistas no habían tenido tiempo de colocarse de tal manera que encontrasen ventaja a la hora de lanzar la presión o dominar la segunda jugada. Por eso, el Inter encontraba facilidades para, inmediatamente después de recuperar el esférico, lanzar un balón largo a la espalda de la defensa azulgrana buscando los desmarques de Pandev, Eto’o y principalmente Diego Milito.

Resulta significativa, en este sentido, la reacción del equipo tras la sustitución de Abidal por Ibrahimović, pues aunque algunos quieran llevar la valoración al terreno individual, con este movimiento Guardiola volvió al 1-4-3-3 con Busquets, Xavi y Keita en la media, y Pedro, Messi y Maxwell en el tridente de ataque. En estos minutos, el Barça desbordó al Inter tanto en ataque como en defensa, pues el esquema facilitaba la asociación y potenciaba el fútbol del equipo. Ahora el equipo combinaba en la frontal, maduraba la jugada a la búsqueda de espacios, se agrupaba alrededor del balón para dar continuidad a la posesión y para lanzar la presión en caso de pérdida. Sin embargo, aunque el F.C.Barcelona se hizo con el control del partido, finalmente el gol no llegó, por lo que para la vuelta aguarda un reto mayor. El último tramo del partido debe marcar el camino.

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