En la ida, el Barça halló la solución y la manera de afrontar este escenario, y de su mano llegaron los mejores momentos del equipo, esos en los que un mayor acierto hubiese sentenciado la eliminatoria. Xavi apareciendo antes en la jugada, en su base, a la altura del mediocentro y en ocasiones todavía más próximo a los centrales que éste. El objetivo, una salida limpia minimizando el riesgo de pérdida. A partir de ahí, balón al lateral, libre y con espacios debido a la tendencia central del entramado defensivo del rival. El siguiente paso no es el centro, sino la combinación. Concebir la banda como una zona más del terreno de juego en la que hilar jugada. Así, del mismo modo que cuando Messi o Iniesta reciben a la espalda de los mediocentros obligan a estos a retrasarse y permiten al Barça encerrar al rival y contar con más espacios en la media, con los laterales recibiendo a la espalda de los volantes, el Barça superó la presión del Arsenal y empujó a su línea de centro del campo contra la defensa. Esto provoca que la posesión sea más arriba, más espacios para los medios, lo que, si el rival plantea una defensa adelantada, dibuja el escenario perfecto para que el Barça decida mediante el pase en profundidad a la espalda de la zaga.
Así se entiende la alineación de Guardiola con Busquets como central cumpliendo la función que normalmente tiene Piqué en el inicio de la jugada y Adriano en banda izquierdo. Con el cambio en el lateral, el técnico apostaba con un jugador más agresivo en sus movimientos y con una mayor capacidad para entrar al espacio, es decir, un jugador que como Alves en banda derecha, buscase la espalda del volente del Arsenal. Este comportamiento del lateral, del mismo modo que en banda derecha libera a Pedro para aparecer entre líneas, permitía a Villa aparecer más por el centro, buscando los desmarques de ruptura a la espalda de los centrales para quedarse solo ante el meta.
No era ese el plan de Wenger, que sorprendentemente dio entrada a Rosicky en el once. El checo no es un hombre ni para defender ni para correr, es un futbolista para tocar, para alargar los momentos de posesión. El Arsenal, no obstante, jugó demasiados minutos encerrado. Con Diaby en el mediocentro se perdía al francés presionando arriba, Nasri siguiendo a Alves en ocasiones llegó a situarse en la misma línea que la defensa, algo parecido ocurría con Rosicky y Adriano, y un Van Persie en inferioridad contra Busquets, Abidal y Mascherano no era suficiente.
Por eso Wenger en el descanso cambió el dibujo. Arriesgó y planteó un centro del campo con un único mediocentro –Wilshere– y dos interiores -Diaby y Cesc-. Retrasar la posición de Cesc y adelantar la del francés. Ganar al catalán en la salida para superar la presión culé, y utilizar a Diaby tanto llegando desde atrás a la contra como dificultando la fase inicial del juego del Barça. Pese a todo, y aunque el Arsenal se encontró más cómodo hasta la expulsión de Van Persie, el Barça supo seguir dominando a partir de las bandas, y encontrando ahí el camino para mandar en el partido.