
Pese a la importantísima baja de Pepe, Mourinho mantuvo el 4-2-3-1, pero es importante detenerse un instante en el rol de Callejón. El ex del Espanyol, que entró sorprendentemente en el once en lugar de Di María, partía de la teórica posición de extremo derecho, pero cuando su equipo se situaba en fase defensiva, su desempeño se localizó en el centro del campo. Su misión era cerrar sobre Iniesta prácticamente como un interior, liberando así a un Khedira que libraba custodiado por el canterano blanco y Xabi Alonso. Con Pedro muy arriba fijando a Arbeloa, el hombre libre era Adriano, el jugador menos grande de los que presentaba Vilanova, que había dejado en el banquillo a Jordi Alba.
Fueron 45 minutos de control azulgrana en los que la base de la jugada se la repartieron Xavi, Busquets, Iniesta y Piqué. No tanto Messi, que con Pedro y Alexis abiertos y Cesc sentado en el banquillo, quedaba como única amenaza para los centrales. Dominio pero sin ocasiones, ni para unos ni para otros, pero con el terreno de juego volcado sobre el lado madridista.
En este segundo tiempo, Vilanova ordenó el cambio de banda de los extremos. Alexis estaba protagonizando un flojo partido ampliamente superado por Coentrao, por lo que el técnico lo fijó en banda izquierda con la misión de fijar a Arbeloa lejos de Iniesta. En la derecha, la tendencia central de Pedro con el apoyo por fuera de Alves, permitió al equipo sumar una amenaza sobre el área del Madrid. El Barça ganó presencia rematadora en una segunda mitad loca, rota y en la que, pese a que dominó más en la primera, pudo sentenciar la Supercopa. Sin embargo, la superioridad blanca en el juego aéreo y el error de Valdés, lo dejan todo abierto hasta la semana que viene, cuando ambos equipos presentarán una mejor puesta apunto.
