
A favor de los blancos, eso sí, la vuelta de Di María, Coentrao, Ramos y Pepe. Ahí es nada. Y por el lado culé, casi un mes en el que han podido pensar y trabajar sobre lo sucedido en el partido de ida.
Como comentamos entonces, el partido lo definieron dos hechos. El primero, que el Madrid no renunció a defender arriba -tampoco lo hará mañana recuperando a Pepe y Sergio Ramos-, y el segundo, que el Barça no logró imponer su salida de balón a la presión blanca. Ahí está la clave. No volveremos sobre las consecuencias de esto, pero lo resumiremos diciendo que Iniesta tiene que abandonar la posición de falso extremo para filtrar el balón, el Barça no consigue lanzar ni a Alba ni a Cesc y el Madrid puede dominar el escenario desde la defensa adelantada sin que nadie la empuje.
Para mañana, Vilanova y Roura tienen dos opciones para no quedarse entre dos aguas como en el Bernabéu. Una pasa por apostar definitivamente por el recurso de Iniesta como interior para hacer frente a la presión del Madrid. Que el manchego recoja el balón de los centrales en la base, conduzca, divida y la suelte en la mediapunta. La apuesta por Iniesta en la media se completa con la presencia de un nuevo extremo izquierdo. Incluso con Cesc en el once hemos visto ese planteamiento, como en el segundo tiempo del clásico de Liga. El de Arenys toma una posición cercana a la cal, y desde ahí, abierto, entra al espacio. No es su posición y el Barça cuenta con armas poderosos que opositan a entrar ahí, pero atención porque no está claro que sean más útiles en un rol enfocado a la agresividad, la profundidad y la pegada.
La otra alternativa que maneja el cuerpo técnico es la de ser fieles al esquema habitual con Cesc en el interior e Iniesta en su posición de falso extremo izquierdo. El mecanismo es interesantísimo, también contra el Madrid. Andrés recibe, pisa, espera, atrae y da tiempo a que Alba y Cesc se disparen, mientras por dentro se generan espacios para Messi. El problema de este plan es que ante el Madrid no está claro que el equipo logre hacer llegar el balón a Iniesta al extremo. Si quiere insistir en la fórmula, tendrá que encontrar la manera de superar la presión de los de Mourinho sin que sea Andrés quien acuda en su auxilio.
Desde aquí lanzamos la idea de subvertir el habitual circuito de salida central-interior para pasar a un central-lateral con Alves y Jordi Alba proyectados a la altura de Busquets, que bien ofrezcan una línea de pase clara o obliguen al Madrid a retrasar la línea de presión.
Sea como sea, y aunque las dimensiones del Camp Nou ayuden, Xavi cuanto más arriba mejor. Uno porque intimida, dos porque seguramente se lleve con él a uno de los jugadores del Madrid implicados en la presión, tres porque divide atenciones respecto a Messi y cuatro porque en la base ante el Madrid casi se puede decir que resta. El antiguo Xavi, ante los merengues, de antemano es una debilidad competitiva. Contra los blancos toca apostar por el nuevo. El del gesto, la pared, la asistencia y el remate. El que delegó el reloj.
