
Todo empezó la temporada posterior al inolvidable triple de la primera campaña de Guardiola en el primer equipo. Con Márquez ausente en el tramo final de la anterior campaña, el técnico decidió apostar por Chygrynskiy para reforzar la demarcación e ir dando el relevo, progresivamente, a la ya veterana dupla de la final de París. La apuesta salió mal, pero eso, que podría haber terminado ahí, el club lo sigue arrastrando hoy en día. En el Barça se ha instalado la creencia de que no sirve ningún central. De que se requiere un perfil tan específico que el mejor de los centrales fracasará al enfundarse la azulgrana.
Lo cierto es que Chygrynskiy llegó en mal momento. Tratándose de un central tan singular -tenía la salida de balón pero le faltaba todo lo demás- aterrizó en un Barça que arrastraba los problemas del conflictivo encaje de Ibrahimovic al equipo. De todos los Barças de Guardiola quizás fue el más expuesto, por la escasa calidad de su pérdida de balón. De ese año surge la entrega de Pep a Xavi como medida defensiva a través de la poséisón. Si Chygrynskiy hubiera llegado una temporada antes o una después, quizá la cosa habría sido diferente. Como lo fue para Mascherano o Abidal cuando se los utilizó en el centro de la zaga. Fuera como fuere, llegado el final de temporada, Dimytro regresó al Shakhtar Donetsk dejando en Barcelona el aura de demarcación maldita para la posición de central.
El Barça tiene que fichar. No puede sortearlo una temporada más. Tuvo el momento para hacerlo, con tiempo y tranquilidad, pero hoy la situación ya no es esa. Habrá más riesgo, porque no existe la opción perfecta, pero no queda de otra. Lo cierto es que trazar el perfil resulta complicado. La posición de central en el Barça tiene problemas tanto ofensivos como defensivos. A la hora de contener, entre centrales que no lo son, veteranos que son más leyenda que realidad y hombres que arrastran un mal momento desde hace demasiado, los centrales azulgranas acostumbran a perder el duelo contra su par, lo cual, en un equipo que asume tantos riesgos, es si cabe más preocupante. Pero con el balón en poder del Barça, la ausencia de un mecanismo de salida alternativo a la «Xavi-salida» y el hecho que individualmente la plantilla no tenga a ese Koeman, Frank de Boer o Márquez que sea determinante en esta faceta, ha acarreado problemas. No es novedad, el peor escenario para el Barça de Vilanova es cuando el rival le presiona arriba.
Si en su momento Ronald, Frank o Rafa fueron las referencias europeas a la hora de iniciar desde la defensa, ahora ese jugador es el alemán Hummels. Además, el central del Dortmund es de los pocos de su estirpe que sigue manteniendo el desplazamiento en largo como arma, toda vez que en el resto la conducción se está imponiendo al pase. En el debe de Mats, que a nivel defensivo plantea las mismas dudas que los actuales. Sufre defendiendo sin el esférico, en el balón dividido o corriendo hacia atrás. A su favor, que ajustando la salida, el Barça ajustaría también la transición defensiva. Ya se vio mientras la posición de Iniesta en la izquierda no tuvo respuesta por parte de los rivales.
Otra opción para la secretaría técnica es volver a la línea que ha seguido el Barça durante gran parte de su historia. De hecho, hasta la época Guardiola. La línea que no contrata al Mascherano del Liverpool, al Ibra del Inter ni al Hummels del Dortmund, sino al Ronaldo del PSV o al Touré y al Márquez del Mónaco.
A partir de mañana, pues, por el blog desfilarán nombres de centrales menos consolidados. De esos que lo tienen todo para convertirse en referencias cuando tengan la oportunidad en un gran club. Tan imperfectos como los otros y además con mayor riesgo, pero ellos todavía pueden crecer. Cierto que dada la situación no sobra el tiempo, pero esa es la consecuencia de no haberlo aprovechado cuando lo tenías. Hoy no hay opción perfecta.
