La de Buffon con la Juve en el Camp Nou
Temporada 2002-03, la última de la era Gaspar. Por aquel entonces en la Champions se jugaban dos liguillas, tras las cuales se accedía directamente a los cuartos de final. En sendas fases de grupos el Barça, -primero de Van Gaal y después de Radomir Antic- quedó primero por encima de Galatasaray, Brujas y Lokomotiv en una, y de Leverkusen, Newcastle e Inter de Milán en la otra. En cuartos esperaba la Juventus post-Zidane. La de Marcelo Lippi, Del Piero, Nedved, Davids, Thuram y Gianluigi Buffon. El Ronaldo de los porteros y su Vecchia Signora, a la postre, alcanzarían la final y la perderían ante el Milan por penaltys. Antes eliminaron al Barça y al Madrid.
En el Camp Nou, tras el uno a uno de la ida y después que Nedved y Xavi llevaran la eliminatoria a la prórroga, un gol de Zalayeta les dio el pase a los italianos. Además de por el gol del uruguayo con Gerard López de central, en Barcelona del partido se recuerda que Thuram lo sacó todo de cabeza y los saques de portería de Buffon. Prácticamente todos se marcharon fuera. Y además indiscriminadamente. ¿El portero más caro de la historia no puede sacar sin que se le salga el balón del campo? Lippi, desde la banda, no se inmutaba. Cada balón que Buffon mandaba más allá de los límites del terreno de juego, era una ventaja para la Juventus. El fuerte del equipo era defenderse (normal si tienes a Buffon, Zambrotta, Montero, Ferrara, Thuram o Davids), recuperar con el rival volcado y salir con Nedved, Del Piero y Di Vaio. No elaborar un ataque estático. Buffon permitió al equipo jugar a la contra incluso teniendo que sacar de puerta. Balón fuera, pelota para el Barça, recuperar y salir. Los italianos no tuvieron que abrirse nunca. Su defensa siempre permaneció ordenada.
El pasado sábado, ante el Atlético de Madrid, sólo en el primer tiempo el Barça centró once veces sobre el área de Courtois. Una más que en los noventa minutos frente al Elche. Como Lippi cuando Buffon le regalaba la posesión al Barça de Antic, a Martino no le disgustaba que la jugada muriera en las manos del portero belga o en la cabeza de Miranda y Godín. El centro del Barça ante el Atlético tenía dos objetivos, y ninguno era el rematador. En primer lugar se trataba de llegar arriba. Progresar por el costado y ganar en segunda instancia el rechace en el centro. Los interiores más Busquets, y los laterales que jugaron más por dentro que los extremos, cercaban el área para recoger el balón despejado. El segundo objetivo, y seguramente el más importante, era negarle al Atlético su plan. Los de Simeone quieren recuperar arriba, no con los puntas pero sí en la medular. Ahogar al contrario, rodearlo cuando se desnuda y castigarle con la defensa desorganizada y expuesta. Empezar a construir la contra tan arriba como sea posible, porque le faltan cerebros en la base y velocistas arriba. Insistiendo en el centro, el Barça le obligó a iniciar desde su área. Con Courtois, Miranda, Godín o Tiago. No con Koke ni Arda Turan.
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