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Una espina clavada

Una espina clavada

No son pocas las veces que se le ha preguntado a Txiki Begiristain cuál fue su espina clavada como secretario técnico del F.C.Barcelona. La pregunta no sorprende teniendo en cuenta que ostentó el cargo siete años y que durante este tiempo participó en la construcción de dos conjuntos campeones de Europa que contaron en sus filas con figuras del calibre de Ronaldinho, Henry, Samuel Eto’o, Dani Alves, Deco o Márquez. Sí sorprende más que en no pocas ocasiones, el de Olaberría haya contestado a la pregunta con el nombre de Harry Kewell. La respuesta choca, sobre todo leída con los ojos de ahora, pero por las fechas en que el Barça intentó su fichaje el australiano pasaba por ser unos de los extremos más prometedores de cuantos jugaban en Europa. Lo hacía en el Leeds inglés que sorprendió al continente en la edición de la Champions League del año 2000, eliminando al Barça en la primera fase de grupos, clasificándose junto al Real Madrid en la segunda por encima de la Lazio, eliminando al Depor de Naybet, Mauro Silva, Djalminha o Makaay en cuartos de final, y cayendo finalmente en semifinales ante el Valencia. Al joven equipo lo dirigía David O’Leary, y lo integraban hombres como Rio Ferdinand, Danny Mills, Ian Harte, Jonathan Woodgate, Lee Bowyer, David Batty, Alan Smith, Mark Viduka o Robbie Keane.

Y por encima de todos Kewell, su jugador más grande. Extremo zurdo veloz, habilidoso, con visión, técnica, la cabeza levantada y un cambio de ritmo demoledor. Aquel Barça debía empezar de cero, y en el nuevo comienzo imaginado había dos extremos. Uno derecho (Quaresma), uno izquierdo (Kewell) y un crack (primero Aimar, finalmente Ronaldinho) que sería el mediapunta. La caja no dio para todo y Harry voló a Liverpool, donde pese a ganar una Champions League y participar en la final de otra, las lesiones no le dejaron brillar como se esperaba. Mientras tanto en Barcelona, el incipiente proyecto de Frank Rijkaard iba tomando forma. Aterrizaría en invierno Edgar Davids como cedido para revertir la dinámica negativa, el equipo pasó al 4-3-3, Xavi al interior, Ronaldinho a la banda izquierda y la segunda vuelta marcó el camino. Llegado el verano, la posición de extremo izquierdo estaba ocupada, ni más ni menos que por el mejor. Viendo lo que pasó después con unos y otros, el Barça tuvo suerte de no poder fichar a Kewell. Sin embargo Txiki, seguramente por el tipo de jugador que él mismo fue, recuerda a veces que tiene esa espina clavada. Al menos la duda.

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