Frontal blaugrana
Venía el ambiente enrarecido tras el empate en Málaga. Y lo hacia después de que el Barça enfrentara tres planteamientos rivales con bastantes similitudes y tras un veredicto final con más sombras que luces. Esperaba el Granada de Caparrós, ninguno de los dos con demasiado grato recuerdo de sus visitas al Camp Nou, pero se anticipaba un escenario parecido al que se le había atragantado a los azulgranas recientemente.
Los visitantes, con cuatro teóricos mediocentros en el once, saltaron al campo con un 4-4-2 y una línea de medios que atacaba escalonada y defendía en paralelo, con Fran Rico en la derecha, Javi Márquez en la izquierda, ambos con tendencia central, e Iturra junto a Héctor Yuste, siendo el chileno el más liberado para salir de la línea y apretar al poseedor del balón. Luis Enrique, por su parte, rotaba y reservaba a algunas piezas con la vista puesta en el martes. La zaga fue nueva al completo, formada por Alves, Mascherano, Mathieu y Adriano. Por delante, junto a Busquets y Rakitic, Xavi daba descanso a Iniesta, y despertaba el interés previo sobre el reparto de roles y perfil entre él y el croata. Y arriba, con la entrada de Munir por Pedro, la estructura atacante volvía a contar con la figura del punta para potenciar a la pareja integrada por Messi y Neymar.
El argentino, otra vez mediapunta, en esta ocasión encontró más socios que nunca. A Neymar, que viene siéndolo, se unió el concurso de los dos interiores, más liberados y adelantados que nunca antes este curso. Rakitic y Xavi acudieron con persistencia a la frontal, ocupando un carril central que el Barça de Luis Enrique no solía poblar demasiado. El croata lo hizo desde el interior derecho y el capitán desde el izquierdo, en una decisión que más allá del peso simbólico que encierra, seguramente tuvo en la importancia de Ivan en la cobertura de las subidas de Dani Alves, su principal razón futbolística. No obstante, no fue el día que el lateral subió más o, al menos, subió de forma distinta. Tanto él como Adriano. Hasta ahora hemos visto como, desde muy pronto, los laterales culés se fijaban muy arriba, pues con una delantera sin extremos suya es la responsabilidad de abrir por fuera. Uno más profundo -Jordi Alba-, otro más pausado -Alves- entraban en jugo en el último tramo. El sábado, sin embargo, su papel estuvo matizado.
Intervinieron en el juego desde antes, y lo hicieron con un peso creativo superior y no siempre pegados a la cal, avanzando, normalmente, en línea con el balón. Alves más presente y con más pausa que Adriano, y éste relacionándose mejor en el costado con Neymar que ante el APOEL, aunque se le echara en falta algo más de juego de raya. Metidos los laterales a crear ventajas desde una fase más inicial, y con una transición defensiva, en principio, menos expuesta, tanto Xavi como Rakitic pudieron lanzarse a la conquista de la frontal. Pisaron zona de remate y combinaron en la corona. Tanto que Messi, probablemente demasiado a menudo, fue el encargado de juntar el inicio de la jugada con su zona de aceleración, haciéndose dueño de la zona que por momento se vaciaba debido a esa comportamiento nuevo de los interiores y al papel difuso de un Sergio Busquets que empezaba la jugada entre centrales y normalmente no llegaba a juntar.
En banda se sucedieron los intercambios entre lateral, interior y delantero, en una dinámica menos fija que la vista en las últimas fechas. En la vanguardia, tanto Neymar como Munir alternaron su posición de partida central con aproximaciones al costado para exigir interpretación a la zaga. El hispano-marroquí, además, como punta que es, aportó cosas distintas y positivas al funcionamiento de la línea atacante culé. Se movió, casi siempre, por delante de Messi y normalmente también de Neymar. Agresivo en la ruptura, movió a la defensa del Granada, habilitó el pase vertical y abrió espacios para sus compañeros de línea. El equipo logró jugar arriba y defender, también, en posición adelantada, con los interiores más responsabilizados de la presión que de la cobertura. Como consecuencia, a Mascherano y Mathieu se les pidió anticipación y defensa a campo abierto cuando el rival consiguiera meter un balón a su espalda. Javier y Jeremy son los dos zagueros más preparados del equipo para este tipo de situaciones, y además en el caso del francés, adornó su actuación con algún que otro espectacular cruce yendo al suelo. Algo más sufrieron cuando el Granada pudo encadenar pases en la mitad local.
Tras el descanso y con el partido resuelto (3-0 marcaba el luminoso en el intermedio), Luis Enrique empezó a dosificar algunas piezas pensando en el partido de Champions ante el PSG. Pronto Rakitic y Busquets se fueron al banquillo, y entraron Bartra y Sergio Roberto. El primero se ubicó al lado de Mathieu en el centro de la zaga y permitió a Mascherano adelantar la posición hasta el mediocentro, un recurso del que, se espera, Lucho eche mano a lo largo de la temporada. En cuanto a Sergi Roberto, con un partido sentenciado y un Granada que, aún así, se abrió en busca de sensaciones más positivas que las que arrojó el primer tiempo, disfrutó de buenos minutos y un contexto a favor. Lo mismo le sucedió a Xavi Hernández, que jugó cómodo y terminó el partido con dos pre-asistencias de las de quien tuvo, retuvo.
Un partido con novedades, tres goles de Neymar, dos de un Messi que además participó en otros tres tantos, y un final positivo para viajar a la capital francesa en busca de un resultado de autoridad en Champions. Por lo que respecta a las impresiones, mejores cuanto más se abrió el partido. El Barça de Luis Enrique, al menos por lo visto hasta ahora, parece pensado para correr.