La calma que Unai no tiene
Sin que sirva de precedente y sin golpes ni rasguños que lamentar en el cuerpo de sus pupilos, Luis Enrique habrá agradecido el parón. La dinámica previa a la jornada de selecciones era verdaderamente negativa, los escasos automatismos del equipo se descomponían a cada fecha y la sensación de bloqueo general no permitía atisbar un punto de inflexión que expulsara a los azulgranas del remolino en que se habían metido. Estas dos semanas sin partido le habrán servido al técnico asturiano como brecha, pese a no haber podido trabajar con la mayor parte de sus futbolistas más importantes. La necesaria descompresión antes de un duro tramo de competición en el que los culés deberán certificar su clasificación para los octavos de la Champions y se enfrentarán, en Liga, a tres huesos como Sevilla, Valencia y Espanyol. El primero, el cuadro hispalense, saltará mañana al césped del Camp Nou sólo dos puntos por debajo de los catalanes, una muy buena racha de resultados algo empañada por dos jornadas sin ganar, y dirigidos por un técnico con tanta facilidad para ponerle las cosas difíciles a los jugadores del Barça como para terminar claudicando ante ellos.
Apasionado e hiperactivo como pocos en la banda, su principal arma ante los grandes es, a la postre, también su gran perdición. Iguala, por intensidad, a su equipo con uno de mayor nivel individual, pero la respuesta es tan extrema y tan al límite que termina por condenarse al fallo, y el planteamiento emocional tan tensado que tras la primera grieta es casi imposible de reconstruir. Mañana, sin embargo, con un conjunto bien formado y asentado y ante un Barça con dudas en la cabeza y problemas en el campo, da la impresión de que con un poco de calma tanto Unai como el Sevilla saldrían ganando. El conjunto andaluz tiene una puesta en escena capaz de incomodar y poner en problemas al Barça sin necesidad de desnudarse ni de regalarle el error a Luis Suárez, Messi o Neymar. A favor tiene que el encuentro se jugará en el Camp Nou y la afición no avivará el fuego, pero son el Sevilla y Unai Emery, su forma de ser y de vivirlo.
De saltar al césped un Sevilla controlado, los de Luis Enrique se toparían con un conjunto que pese haber perdido a Fazio sigue haciéndose fuerte en el área, la zona donde los azulgranas localizan a sus hombres más peligrosos. Una zona, además, que al Barça le cuesta alcanzar a poco que el contrario se ordene y tape un par de caminos de tierra no demasiado transitados. La fortaleza local enfrentada a la visitante, y en el resto del campo, más claras las cosas por el lado hispalense que por el catalán. A la contra, por ejemplo, Denis Suárez tiene ante sí la oportunidad de uno de esos partidos que pueden valer un retorno apresurado, enfrentando una transición defensiva culé especialmente vulnerable en su zona y ante un mediocentro tan problemático como es ahora mismo Sergio Busquets. Junto a Denis, hombres como Vitolo, Deulofeu o Carlos Bacca son perfectamente capaces de imponerse a su par, e incluso Banega está acostumbrado a firmar sus mejores actuaciones contra el Barça. Además, a balón parado se juntan el hambre con las ganas de comer. La pizarra de Emery es la más creativa de toda la competición, y para ejecutar dispone de lanzadores precisos y rematadores contrastados. Pareja, Carriço, Mbia, Krychowiak o Bacca podrían hacer plantearse a Luis Enrique algún movimiento al respecto. Piqué, Bartra, Mathieu o Rakitic son algunas de las herramientas que tiene más a mano para llevarlo a cabo.
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