Luis César venció en la naumaquia del Mini
En un partido marcado por una estruendosa tormenta que cubrió y llenó el Mini de agua, al Barça B se le volvió a escapar un resultado positivo en los últimos compases del partido. La derrota ante el Albacete se suma, así, a los últimos seis encuentros sin conocer la victoria, una racha que aunque todavía no alarme, acerca al filial a la zona peligrosa de la clasificación. Como la semana pasada, sin embargo, el choque tuvo dos mitades tanto en estructura como en juego. El primer tiempo no fue todo lo positivo que fue el disputado en Ponferrada, pero las constantes que emitía el conjunto de Eusebio eran mejores que las mostradas en el mes anterior. El inicio de la jugada seguía construyéndose con Sergi Samper entre los dos centrales, y justo un escalón por delante Halilovic mantenía peso y mezcla con Adama, lo que se tradujo en buenos minutos para el croata.
Resultó significativo que sin Patric y con un teórico central en la posición del lateral derecho, éste se mantuviera arriba para que fuera el mediocentro el elegido para completar la línea de tres en salida. Ciertamente, desde que Samper ha vuelto a comandar el primer pase, esta fase del juego se le atraganta muy poco al filial azulgrana, y el apoyo de Ié no hace más que potenciarlo. Mientras los dos laterales se fijaban arriba y abiertos -aunque en el caso de Grimlado, más dispuesto a socorrer a un Bagnack menos fino con el cuero-, el escalonamiento de la media dejó a Halilovic como el interior más retrasado y a Gumbau como el más avanzado. El primero, mediante la conducción y el slalom era el recurso en caso de que los tres de atrás no se bastaran, mientras el de Campllong se encargaba de buscar la espalda del pivote derecho del Albacete y de separar, así, las dos primeras líneas de presión de los visitantes. El primer tiempo de Gumbau fue muy potente, en una faceta más de las múltiples que ha desempañado ya en apenas tres meses que lleva en el equipo. Suplente de Samper, escudero de Adama como interior derecho, llegada de segunda línea como compensación a los desmarques de apoyo de Dongou o, el domingo, línea de pase por detrás del mediocampo rival.
Coronó su magnifico primer tiempo con un gol que adelantaba al filial después de una jugada marca de la casa de Adama Traoré. Recepción de espaldas, giro sobre el propio eje, carrera para superar a dos adversarios, incursión en el área y pase de la muerte al punto de penalti. En la jugada del gol, también esperaban el envío en zona de castigo Dongou y Sandro, una situación que se repitió más en el caso del extremo que del punta. El canario ha entrado rápido en los planes de Eusebio en un rol muy distinto del que venía desarrollando Joan Roman y que el Barça B echaba de menos. Su diagonal hacia dentro tanto si la jugada transcurre por una banda u otra, le ofrece al filial la posibilidad de terminar siempre la jugada, de encontrar rematador incluso cuando las aventuras de Dongou fuera del área dejan sin nueve al esquema. Aún así, aún en los momentos de mejor fútbol local, la transición defensiva siempre pareció demasiado frágil, y en su sector derecho el Albacete encontró la plataforma de lanzamiento perfecta para, desde la contra, llevar peligro sobre el arco de Ortolá. Bagnack volvió a mostrarse inseguro y ni él ni Grimaldo pudieron controlar el espacio que se abría entre el central y la posición adelantada de Gumbau. Quizá, como se apuntó la semana pasada, una posición algo más cerrada del lateral en determinados tramos podría haber ayudado, pero el hecho es que no se hizo, Samper tuvo que corregir sin ser el idóneo para hacerlo y la suerte que más tarde sería esquiva se alió con los azulgranas para impedir el gol del empate.
Tras una primera mitad que ya había marchado bajo la lluvia, la segunda empezó con un tremendo aguacero que terminó por encharcar el terreno de juego y comprometer mucho el fútbol que sobre el mismo se quisiera practicar. Rasear el esférico era prácticamente una imprudencia y había que estar despierto para advertir que la pelota podía quedarse clavada en alguno de los muchos charcos que ya entonces minaban el césped del Mini. Tuvo más oficio aquí el Albacete para comprender que, en esas condiciones, el balón era un enemigo más, como definiría perfectamente su entrenador tras el encuentro. Aunque Eusebio quitó del campo finura para sumarle músculo y esfuerzo -Calvet, Cámara y Lucas entraron por Halilovic, Dongou y Samper-, los de Luis César consiguieron que la naumaquia se librara en las inmediaciones del área de Ortolá mientras el agua se las arreglaba para desbaratar las muchas contras que intentaron lanzar los locales con Adama o Sandro. Ahí, en los últimos minutos, volvió a aparecer la fragilidad defensiva que semana tras semana evidencia el filial, y en siete minutos el Albacete dio la vuelta al marcador.