Simeone, cinturón negro
Cuando en Japón las autoridades tuvieron que decidir cuál de las numerosas artes marciales que se practican en el país nipón debía enseñarse al cuerpo nacional de policía, no se les ocurrió una fórmula mejor que organizar una competición que las enfrentara. De quince combates, los judokas ganaron trece, y es esta modalidad olímpica la que desde entonces se imparte en las academias donde se forman los futuros policías japoneses. Siguiendo un procedimiento análogo, el Atlético de Madrid se ha convertido en el referente del fútbol español, desbancando al Barça de Guardiola como el conjunto a imitar, tras la revolución que han supuesto en España y Europa las victorias del conjunto que dirige Simeone. La Liga cada vez la pueblan menos salidas lavolpianas, saques en corto de los porteros, combinaciones en campo propio o falsos nueve. Como el judo, que se aprovecha de la pretendida fuerza del adversario para utilizarla con astucia a su favor, El Cholo también sacó partido de la fisonomía que allá por 2012 estaba tomando nuestro fútbol. Proponer lo que proponía el Barça de Valdés, Piqué, Xavi, Iniesta y Messi pero sin tenerlos a ellos, estaba sembrando de errores y riesgos los campos de Primera a la espera de que un equipo nacido desde la contracultura los exprimiera. Fue el Atlético de Simeone, hoy ya leyenda.
Hace menos de una semana, los dos últimos modelos a imitar en el fútbol español se vieron las caras, y el Barça salió como vencedor con suficiencia y cierta holgura. El partido de sus tres mejores hombres, especialmente de Leo Messi, desarboló uno de los sistemas defensivos más impenetrables del continente hasta descomponerlo. Leo, en banda derecha y actuando como un siete, desactivó a un lateral a pierna cambiada como Gámez, mantuvo lejos a todas las ayudas y agujereó el centro para Suárez y Neymar. Recibió fácil, y cada balón que llegaba hasta sus botas no encontraba respuesta en la defensa de sus rivales. Simeone habrá tomado nota, ajustará y será difícil que Messi pueda volver a dañar de la misma forma. El técnico colchonero maneja, principalmente, dos formas de arreglar lo que se estropeó el pasado domingo, y tratándose de una eliminatoria, de la elección por una u otra puede depender la manera de encararla del entrenador rojiblanco. En primer lugar puede ajustar sobre lo ocurrido, recomponer lo que se rompió, defender las consecuencias. Siguiendo esta línea, la vuelta de un lateral izquierdo al uso para poder salir con Messi cuando éste lo haga hacia fuera, iría acompañada de la ayuda interior de un Mario Suárez que aguardaría tapando la diagonal hacia dentro y seguramente de un segundo hombre de banda, como en su día dispuso Alex Ferguson para enfrentar al Messi de banda derecha con 20 años. La vuelta a una línea de cinco en la medular que permitiría llegar más lejos en el apoyo, ser más ancho en defensa y poblar con más piernas las zonas en las que Neymar y compañía beben el jugo que exprime Messi en la orilla.
La segunda fórmula tiene que ver con sus raíces, con su origen de equipo contracultural que explota debilidades con apariencia de fortaleza, con sacar partido del error ajeno. El domingo, con Griezmann y Mandzukic a la altura de Busquets, el Barça tuvo fácil hacer llegar el balón a Messi. No había presión colchonera adelantada, y el mediocampo de cuatro no llegaba a la cal en ambos lados a poco que los culés en salida movieran el balón de lado a lado. Alba, Mascherano, Piqué y Alves se pasaban el balón sin oposición hasta que se formaba el espacio y el lateral brasileño podía servirle el balón sin demasiada complejidad al crack de Rosario. A partir de ahí, el resto. Fue, de hecho, cuando el cuadro colchonero optó por apretar arriba la salida de balón del Barça, que los locales empezaron a tener problemas para contactar de forma sostenida con el diez. Los de Luis Enrique no tienen la estructura ni los mecanismos en salida que antaño exhibió el conjunto catalán, y aunque a nivel de individualidades el sector derecho cuenta con la presencia de Alves y Piqué, la ausencia de un mediocentro y un interior derecho titular con peso especifico en esta fase del juego, condicionan las posibilidades de éxito de la escaramuza.
Hasta ahora, por norma, los rivales no han apretado arriba al Barça porque su salida de balón no constituía una ventaja. Esperar organizado en campo propio y cederle la iniciativa a un mediocampo sin demasiada claridad resultaba más rentable. Empezar a defender en tres cuartos y salir aprovechando los espacios concedidos. Sin embargo, si el Messi extremo derecho se convierte en un plan capaz de dar sentido al ataque posicional azulgrana, si que tenga el balón el conjunto azulgrana empieza a suponer un peligro real para sus adversarios como fue el pasado fin de semana, cortarle el suministro pese al riesgo que se asume, es una medida que los entrenadores contrarios van a empezarse a plantearse. De la forma que sea, El Cholo tendrá que proponer algo distinto.