
Guardiola, Messi y un balón
“Durante estos días he meditado sobre mis acciones pasadas y no hallo en ellas nada reprensible; en un ataque de loco entusiasmo creé una criatura racional, y tenía para con él el deber de asegurarle toda la felicidad y bienestar que me fuera posible darle. Esta era mi obligación.” Su propósito era noble. Su intención, legarle a la humanidad la piedra filosofal, el elixir de la vida. Apasionado, inquieto, curioso y lector; ávido de conocimiento y viajante dichoso, Víctor Frankenstein tuvo en sus manos más poder que ningún otro hombre. El esquinazo a la muerte y al dolor del ser querido arrebatado, el secreto de la vida eterna en el cuerpo apedazado de una criatura prácticamente invencible, a la que el infortunio y el destino le obligaron enfrentarse, casi como castigo a una ambición no permitida a los hombres. El proyecto de una vida, su huella en la eternidad, puesto en su contra. La más alta aspiración convertida en tormento.
“Cuando me encontré con este asombroso poder en mis manos, dudé mucho tiempo en cuanto a la manera de utilizarlo (…) Tampoco podía tomar la amplitud y complejidad de mi proyecto como argumento para no intentarlo siquiera“. Son palabras de Victor Frankenstein referidas a su creación que bien podrían pasar por reflexión en voz alta de Pep Guardiola acerca del cruce de caminos, acontecido en Barcelona, entre él y Leo Messi. La historia de ambos y la del fútbol cambió cuando el técnico de Santpedor desplazó al argentino de la banda al centro, y el desequilibrante extremo se transformó en un futbolista imparable, total, definitivo. Ahora a veces vuelve a partir desde el costado, pero sigue siendo aquel que como falso nueve cambió la forma de medir el fútbol. Esta noche, ambos, creador y creación, se verán las caras con la intención de vencerse y dañarse mútuamente. Con la nostalgia de lo que ya no es como telón de fondo, y el destino que los enfrenta como causante de una refriega que los dos hubiesen querido evitar. “Tú, mi creador, quisieras destruirme, y lo llamarías triunfar. Recuérdalo, y dime, pues, ¿por qué debo tener yo para con el hombre más piedad de la que él tiene para conmigo? No sería para ti un crimen, si me pudieras arrojar a uno de esos abismos, y destrozar la obra que con tus propias manos creaste. ¿Debo, pues, respetar al hombre cuando éste me condena? Que conviva en paz conmigo, y yo, en vez de daño, le haría todo el bien que pudiera, llorando de gratitud ante su aceptación. Mas no, eso es imposible.”
El reto para Guardiola es mayúsculo. No es su Bayern de Múnich, justamente, el equipo que a priori presenta más argumentos para defender con éxito a Leo Messi ni a sus dos compañeros de línea. De los cuatro semifinalistas, probablemente sea el que menos calidad defensiva individual presente en su zaga, y la alternativa sin duda pretendida por Guardiola, la de convertir al balón en origen de ventajas para cuando no lo tenga, llega castigada por las bajas concretas para este partido y por las que a lo largo del curso le han puesto difícil dibujar una línea continua en la manera de funcionar de su equipo. Esta temporada más que la anterior, el Bayern ha sido un conjunto muy cambiante que ha llevado a cabo las premisas ya conocidas e irrenunciables para su entrenador, de formas diversas. Es esta mutabilidad del cuadro bávaro, unida a las importantísimas ausencias y al probable escenario novedoso para Pep, de tener que planear el duelo desde una inferioridad previa, la que hace que el escenario pre-partido se presente muy abierto. A Guardiola, desde la debilidad, pocas veces se le ha podido medir, y el precedente más claro -su enfrentamiento con el Real Madrid del curso pasado- dado lo contundente del desenlace difícilmente nos vaya a dar pistas para hoy.
Que el equipo alemán logre desactivar el caudal ofensivo del Barça con una defensa en campo propio es improbable, que su entrenador lo pretenda, difícil de imaginar. Son tantos los frentes y tan contadas las cartas ganadoras que construir una defensa colectiva a la altura de la exigencia a la que obligan Messi, Suárez y Neymar se antoja complicado salvo actuación por encima del nivel esperado de los Neuer, Boateng, Benatia, Xabi Alonso y compañía, cosa que tampoco es descartable a estas alturas de competición. En un hipotético repliegue improbablemente voluntario del Bayern, es cierto que el centro del campo que presente Guardiola contará con determinadas aptitudes para la contención, pues a excepción de Götze, opositan al puesto hombres como Lahm, Bastian Schweinsteiger, Xabi Alonso y Thiago, a cada uno de los cuales es posible adivinarle una característica sin balón que sirva de argumento para competir, pero en general, y de forma estructural, difícilmente sea esa la puesta en escena más solvente que puedan presentar los alemanes en Barcelona. En estas, el posible regreso de Javi Martínez y la opción de incluir en el once un tercer central, podría reforzar la, a veces, desamparada zona del mediocentro y brindar mayores ayudas al resto de zagueros contra sus respectivos pares, pero resulta más fácil imaginar que el equipo de Guardiola salte al césped del Camp Nou buscando al balón como aliado. Es a quien suele acudir en momentos de dificultad.
Como se ha comentado, en este sentido las bajas en el conjunto visitante son importantísimas, pues se clavan dolorosamente en el corazón de sus ataques más peligrosos. Arjen Robben, por ejemplo, cuando ha estado disponible ha sido el gran argumento ofensivo de los de Pep, su principal amenaza en transición y el encargado de quitar el tapón cuando el ataque posicional se estanca. Su duelo con Jordi Alba, además, se presentaba halagüeño. La primera alternativa de juego al holandés, que en su ausencia había virado hacia los centros al área colgados desde la banda, también queda tocada sin la profundidad que podían dar Ribery y Alaba recibiendo a la espalda de la línea de presión contraria, y sobre el -por otro lado poco usado- recurso del balón directo a Lewandowski, sobrevuela la dudosa disponibilidad del polaco. La temporada del ex del Dortmund ha tenido sus luces y sus sobras, en un año complicado de adaptación a un contexto de juego muy distinto al que estaba habituado con Klopp, pero hasta el choque con Langerak en copa, su línea de rendimiento estaba siendo buena y su juego potenciado por un Bayern al que se le atiborraba la enfermería. Huelga decir, pues, que con el escenario previo que presenta este encuentro de ida, su posible concurso sería muy importante para el cuadro visitante. Referencia en el área, hombre de recursos en la frontal y pieza en la que apoyarse de espaldas o por arriba para ganar metros controlando las segundas jugadas.
La ausencia de Robben también infiere de forma notable en uno de los problemas que el Bayern arrastra a lo largo de toda la temporada: la salida limpia desde atrás. Fase inegociable para un técnico que además la trata con mimo, la exigencia que para ella requieren las ideas de Guardiola se ha topado en más de una ocasión con la condición de simples mortales a nivel técnico de sus futbolistas. El primer pase bávaro no tiene ni a Xavi, ni a Iniesta, ni a Márquez, ni a Dani Alves, y si se presiona bien, no esconde el fallo. A su favor ha jugado que la amenaza de dejar a su espalda al desequilibrante extremo holandés, coartaba al rival a la hora de presionar arriba y concedía a los pupilos del técnico catalán un espacio de más que sin duda agradecían, pero sin Arjen, si el Barça de Luis Suárez y Sergio Busquets, como se espera, decide apretar, Neuer, Lahm y Thiago deberán agigantar su figura para convertirse en la vía de escape. El ex-barcelonista, capaz de perder tantos balones comprometidos como en la ida de los cuartos de final, o de estar tan fino en el gesto como en la vuelta, puede tener un papel protagonista en esta fase a poco que Pep decida explotar que a la derecha del ataque del Barça la presión es más laxa. Messi persigue menos y por ahí, juntándose Thiago con Bernat y decantándose Alonso y Götze, puede el Bayern encontrar la puerta abierta para avanzar metros sin arriesgar el control del cuero.
Como consecuencia, probablemente sea también esta banda izquierda alemana la más insistente y peligrosa una vez cruzada la divisoria, pues con tanta baja importante a Pep se le agotan los recursos y el de ganar línea de fondo con sus hombres de banda puede resultar uno de los más interesantes. Sobretodo en la izquierda, donde la profundidad de Bernat y el pie de Thiago o Götze para habilitarla en una zona en que el lateral derecho culé suele defender solo, aparentemente tendrá mayor potencial de daño. Además, y he aquí una de las claves de la eliminatoria, es el perfil del ataque que puede hacer que Piqué tenga que salir del área. Con el central acudiendo a banda para apoyar a Alves porque Rakitic no llegue, el centro perfilado encontraría a Müller -¡o Lewandowski!- emparejado con Mascherano o la posible entrada desde segunda línea de un Schweinsteiger que a tenor de lo reducido del abanico en ataque, puede resultar valioso si explota su versión más llegadora. Ya antes le han servido los centros al área al Bayern, no ya para amenazar de forma directa con el remate, sino para dominar territorialmente a partir de dominar la segunda jugada. Con la pareja de delanteros en la disputa y la segunda línea en disposición de ganar el rechace, puede ser una forma eficaz para los visitantes de afincarse cerca de la frontal de Ter Stegen. Asegurando esta zona el Barça sufre mucho más que haciéndolo más arriba, pues las características de sus principales piezas se adaptan mejor a una defensa por presión que posicional. Jordi Alba, Mascherano, los interiores o Sergio Busquets, pueden ser debilidades obligados a atrincherarse en campo propio. En este contexto solo Dani Alves y Gerard Piqué serían soluciones de primer orden para afrontar la defensa de Müller, Lewandowski, Lahm, Götze o un Thiago Alcántara muy capaz de hacer sangre en tres cuartos a la espalda del mediocentro.
La presencia en el Bayern de ese tercer central al que hacíamos referencia en párrafos anteriores, pues, puede suponer un impulso para propulsar a los carrileros a la hora de ganar profundidad por fuera sin temer por su espalda. Con potenciales ventajas en ambos fondos del terreno de juego, la medida, no obstante, puede encontrar inconvenientes en todo lo que sucede en medio. A la hora de presionar, por ejemplo, algo que suele hacer el equipo de Guardiola, si Bernat y Rafinha aprietan arriba dejarán tras de sí un tres para tres con Messi, Suárez y Neymar, que tendrán más fácil ser activados por la presencia bajo palos de Ter Stegen en los partidos de Champions y a su extraordinario golpeo. Si por el contrario esos solitarios hombres de banda del esquema alemán reculan para refugiarse de la amenaza, facilitarán al Barça la salida, un avance limpio para establecer el ataque en campo rival, donde más posibilidades tiene de pasarlo bien él y mal el Bayern. Además, en este supuesto, el cierre con cinco hombres de los de Guardiola prácticamente regalaría la superioridad numérica en la media a Dani Alves y Messi cuando el Barça tenga el balón, y sirva el último mes para comprobar lo dominantes que pueden ser uno y otro cuando conectan en zona de medios.
Una solución alternativa, a medio camino, podría ser la presencia de Rafinha -el del Bayern- en el lateral izquierdo, una zona con la que Pep le ha hecho coquetear últimamente y que permitiría a Bernat adelantar su posición hasta la media. La decisión, que mandaría a Lahm al lateral derecho o daría entrada en el once al joven Mitchell Weiser, por un lado ofrecería a Bernat el trampolín desde el que saltar al ataque con la espalda mejor cubierta, permitiría al Bayern mantener el número de efectivos en el centro del campo y guardarse la opción de recomponerse con cinco atrás, y posibilitaría que Guardiola acercara a la zona de Messi un defensor con características interesantes para su vigilancia. Diestro a pierna cambiada como reflejo opuesto al argentino, lo seguiría de forma natural en sus excursiones hacia el centro quedando Bernat como aval para cubrir el agujero en banda.
Como se extrae del texto hasta ahora, ninguno de los dos contendientes de esta noche es fuerte defendiendo en su mitad. Uno enfrentará a la MSN sin piezas equivalentes que ponerle delante, y el otro a la ruta que Pep prepare para Müller, Lahm, Götze, Thiago Alcántara o Lewandowski con poca garantía más que Gerard Piqué. Además, las bajas a última hora de Rode y Mathieu limitan a los entrenadores a la hora de utilizar el banquillo, y mismamente para Luis Enrique, la entrada del defensor francés bien para subir a Mascherano a la media o para reforzar el lateral izquierdo, viene siendo un movimiento bastante utilizado con el propósito de asegurar al equipo con marcador favorable. En cualquier caso, no obstante, ambas escuadras cuentan con guardametas a los que pedirles una mano milagrosa: el finalista al Balón de Oro Neuer y un Ter Stegen que parece seguir los pasos de su compatriota como los sigue un hermano menor.
Dibujada la previa y sus recovecos, la gran duda que sobrevuela a este partido de ida es quién y cómo va a tener más tiempo el balón. El Bayern, podemos darlo por seguro, lo querrá, aunque probablemente incluso cuando lo tenga deberá protegerse de lo que deje tras de sí. Una pérdida comprometida o una transición ataque-defensa poco controlada, plantean escenarios desalentadores para los alemanes visto lo que les pondrá en frente el Barça. Porque Messi, además, no es que ya no esté solo, sino que está muy bien acompañado. Sin opción a encerrarse porque no se le da bien, ni a desmelenarse en ataque porque debido a las bajas sus piezas condicionan menos y descubrirse los pies sería una invitación a la letal contra azulgrana, gana fuerza la posibilidad de que el Bayern pretenda el esférico más como medida de seguridad que de daño. Que juntando alrededor del cuero a Xabi Alonso, Thiago y Lahm busque bajarle el ritmo al juego, desactivar de él a los delanteros culés y usar la posesión desde un punto de vista defensivo. Segura, horizontal, huyendo de cualquier riesgo no controlado hasta la aparición del error ajeno, algo que su rival esta noche puede conceder. Su Barça en el Bernabéu en 2011, pero sin Messi. Y a partir de aquí, surge la segunda gran duda: ¿Qué haría el Barça en tal caso? ¿Aceptaría sin rechistar una mayor cuota de balón para su adversario? Da la impresión que no le convendría, y el juego de las últimas semanas invita a pensar que le discutiría al Bayern su intención. El equipo de Luis Enrique es mejor cuando defiende arriba que cuando lo hace abajo, a su rival esta noche tiene tantas posibilidades de dañarle atacando en posicional como en transición, y las bajas alemanas le autorizan para buscar el robo adelantado sin que con ello asuma un riesgo improcedente.
Pero la historia del Barça esta temporada es la de un equipo que delega, que permite a su oponente establecer el marco en el que se desarrollará el juego, confiado de que sea éste cual sea, seguirá disponiendo de herramientas para imponerse en él. La rotación en la portería, los fogonazos de Iniesta, Gerard Piqué, Alves, Luis Suárez, Neymar y por encima de todo y de todos Leo Messi. La gran obra de Guardiola disputándose con su creador 90 minutos de historia.