
Marc Bartra después de ser normal
Con 24 años, Marc Bartra encontró por fin la normalidad. Tras algunas temporadas marcadas por la tensión que sobre su situación ejercía una grada que corría más que los banquillos, y ciertas excepcionalidades en la plantilla azulgrana, no fue hasta la pasada que el canterano encontró su lugar y función en el equipo de forma estable. Hasta entonces, el paso del central por el primer equipo había estado afectado de manera clara por la ausencia de centrales con que convivía el día a día culé, de cuando Piqué, Mascherano y un Puyol mermado eran todo cuanto ofrecía la demarcación al entrenador de turno. Un escenario no corregido durante dos cursos consecutivos y que golpeó a Bartra de dos formas prácticamente opuestas. Si Tito Vilanova, a pocas semanas de un clásico que casi valdría una Liga, esquivaba la opción del joven central reconvirtiendo a hombres más acreditados como Song o Adriano, Gerardo Martino hacía lo contrario y, sin Carles ni Gerard, le daba una alternativa para la que todavía no estaba listo. En ambos casos, la inadecuación a su rol le pesó en contra. Esto cambió el verano pasado cuando el Barça incorporó a Jérémy Mathieu a la plantilla y el francés se convirtió en su tercer central. En la primera solución ante una eventual ausencia de Mascherano o Piqué. En Marc, por su parte, recayeron las responsabilidades que como cuarto central le correspondían, sin verse empujado a batallas que le expusieran las heridas ni a un incómodo ostracismo. Disputó en total 25 partidos entre todas las competiciones, casi dos mil minutos, dos rondas de Copa del Rey, la fase de grupos de la Champions casi completa y ostentó la titularidad en más de una decena de encuentros de Liga. Números más que correctos para un cuarto central y minutos más que suficientes para que el jugador reclamara con su fútbol un estatus superior.
Pero Marc fue el cuarto central también en rendimiento. Sufrió ante Jonathas en Elche, ante Jhon Córdoba en Granada, contra APOEL o Getafe, y en general, se le siguió echando en falta contundencia y variedad atrás. Curiosamente, su mejor partido probablemente lo firmara jugando como central derecho en una línea defensiva de tres frente al PSG en el Camp Nou. Ahora que vuelve Vermaelen y siguen Mathieu, Mascherano y Piqué, un nuevo escenario amenaza los números que antes repasábamos, y que deberían servir a Marc para hacerlos parecer insuficientes. La competencia será mayor y por rendimiento acumulado parte en desventaja. No obstante, a su favor jugará el hecho de que la estructura en la demarcación de central no parece que vaya a ser fija, pues entran en juego variables como la mezcla de particularidades y la combinación de perfiles. Ser el único central suplente diestro, por ejemplo, debería asegurarle ser uno de los elegidos siempre que el entrenador opte por dar descanso a los dos titulares a la vez. Además, si bien Mathieu fue tercer central la temporada pasada, la mezcla con Mascherano no resultó especialmente exitosa. El argentino podría combinarse bastante mejor con Vermaelen o Bartra en caso de faltar Piqué. También deberán tenerse en cuenta los minutos que pueda amasar el francés jugando en el lateral. Sea como sea, independientemente del protagonismo que finalmente tenga, alcanzada la normalidad, el objetivo de Marc será cambiarla de lugar, subirla un peldaño o darle apariencia de injusticia. De momento, esta pretemporada no ha salido demasiado bien parado, al tiempo que Vermaelen -el que faltaba por consolidar- ha dejado muestras de que si el físico le acompaña será una pieza con la que contar. Bartra no puede conformarse ni dormirse. Necesita demostrar más.
Kim jong 8 agosto, 2015
No me deja de asombrar que jugadores que pertenecen a la elite no pongan todo de su parte. Bartra tiene como handicap solventable el fisico, le falta corpulencia y velocidad, con un trabajo anaerobico bien enfocado a su edad podria dar un salto claro de calidad defensiva.
Gordillo 9 agosto, 2015
Yo tb he llegado a tener la sensación igual a la kim jong aunque este año se le va más curtido y no se si es más cosa mía que realidad