
El miedo de Gerard era fundado
Temía Gerard López tras el tropiezo del Barça B ante el Llosetense, que la frágil moral de un grupo sin oxigenación en forma de nuevas incorporaciones y que tanto esmero había puesto en recomponer, se viera afectado por tan sonado traspiés en el Miniestadi. Una semana acompañados por Leo Messi en el entrenamiento, visita a un balneario mediante y ayer un par de decisiones tácticas podían resultar esperanzas para esquivar el golpe, pero el guión no varió. El primer tiempo fue de iniciativa blaugrana, sin ocasiones claras y ante un Badalona que pretendió un partido distinto al del Llosetense, pero en el que si no supiéramos los antecedentes, podríamos decir aquello de madurar el partido durante la primera parte para recoger el fruto en la segunda. Ni en una ni en la otra.
En el inicio el Barça B presentaba dos novedades relevantes. Una fue la suplencia de Dongou, o lo que es lo mismo, la presencia de Maxi Rolón en la demarcación de falso nueve. Con la recompensa del gol incluida, ya había funcionado antes porque el argentino ahí añade a los apoyos en la media viniendo a recibir, movimientos más incisivos en dirección a la portería contraria que podían hacer sentir a su equipo que la posibilidad de anotar no era tan lejana. Junto a él, Aitor Cantalapiedra en banda izquierda y Campins en la derecha fueron dos piezas de recorrido vertical y generalmente exterior a las que al Barça B le costó habilitar por dentro. La segunda novedad tuvo que ver con la línea de medios, donde coincidieron Gumbau, Samper y Kaptoum, y en la que por primera vez sucedió algo que se dice que sucede desde hace más tiempo. Tanto Gerard López como Samper y Gumabu, cuando se les ha preguntado por la posición en el campo de los dos últimos, se han referido a un intercambio fluido de alturas y zonas que sobre el césped hasta la fecha se ha expresado de forma bastante más mecánica. Cierto que, a veces, siendo el interior Samper retrasaba su sitio para ser quien iniciara juego en la base y Gumbau ganaba metros, pero una vez superado este primer estadio, las funciones de interior y mediocentro habían estado bastante delimitadas. Lo normal era ver siempre a Samper como el más adelantado de los dos salvo en la acción concreta que se ha descrito en la línea anterior.
Ayer por la tarde, por primera vez, no fue así. Quizá por el lógico rodaje de una entente que no deja de tener cierta complejidad, o porque el técnico quisiera destensar la mente de sus futbolistas contagiando esa libertad, a nivel posicional y de funciones la pareja Samper-Gumbau fluyó más que en otras ocasiones. Esto iba a implicar que no siempre se edificara en mediocampo la habitual estructura triangular, pues cuando Gumbau ganaba metros lo hacía más como un pivote izquierdo que como un interior derecho, por lo que la medida fue compensada con la presencia de Kaptoum prácticamente en la mediapunta. Con el camerunés ocupando una zona parecida a la que caía Maxi, y tanto Samper como Gumbau muy alejados de los hombres de banda, a los locales les costó generar y encontrar líneas de pase limpias, aunque el principal motivo de que las ocasiones de gol no aparecieran fue otro. Hasta ayer el principal déficit del filial en ataque había sido la falta de gol. El torrente ofensivo no había sido especialmente arrollador, pero siempre alguna oportunidad caía en el cesto. En esta ocasión, la presión y ritmo alto que propugnaron ambos conjuntos desembocó en un partido intenso en el que las imprecisiones fueron constantes tanto en un lado como en el otro. Especialmente Gumbau y Kaptoum fueron víctimas de ello, malogrando con una mala ejecución una elección, por lo general, bien intencionada.
Como la semana pasada, el transcurrir de los minutos fue acercando el vértigo del gol en contra, y si hace siete días fue la necesidad de arriesgar la que concedió espacios a la transición del adversario, esta vez fue una expulsión que obligó al Barça B a seguir buscando la portería contraria pero con un hombre menos. Gerard no rompió la defensa de cuatro para poder mantener a Campins y Grimaldo por fuera y que así, sumándose en ataque, fijaran la amplitud también en la mitad contraria, con Cámara y Dongou -ambos entraron en el segundo tiempo- juntándose dentro con las apariciones de Kaptoum y Samper desde la segunda línea. De inmediato se originó la contra, las coberturas en inferioridad no llegaron a tiempo y el Badalona se adelantó en el marcador. A partir de ahí, la reaparición de una sensación conocida y que parece haberse adueñado del equipo: necesita tanto para marcar un gol, que aun con media hora por disputarse no había tiempo para dar la vuelta al luminoso.
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