
Lo que ha cambiado y lo que sigue igual
Como si de la continuación del partido contra el Málaga se tratara, anoche la primera parte volvió a dibujar un escenario de presión adelantada por parte del rival del Barça y muchos problemas para los culés a la hora de sacar el balón jugado. Igual que los malacitanos desde el minuto dos, el Athletic de Valverde también estaba espoleado por un marcador desfavorable -en su caso el de la ida- que azuzaba al riesgo, pero ante la tendencia apuntada, lo próximos de ambos casos y la posibilidad de que se repitan, conviene detenerse en ello. Así pues, lo primero es señalar que las presiones de Málaga y Athletic no fueron iguales. Se parecieron y provocaron un efecto similar, pero tuvieron puntos alejados que matizar.
El principal, que si el conjunto andaluz estiró su acoso hasta los centrales e incluso Claudio Bravo, los rojiblancos situaron su obsesión a la altura del mediocampo del Barça, algo que sobre el campo se observó bastante bien si se repara en la relativa facilidad con la que conectaron entre ellos los zagueros azulgranas en el Camp Nou y se compara con el ahogo que tuvieron que sufrir en La Rosaleda. De hecho, la propuesta de Valverde guardó puntos en común con aquella que le diera la victoria en la ida de la Supercopa y a la postre el título en agosto. Con Mascherano ocupando el mediocentro en ambas ocasiones, la escasa movilidad del argentino cuando el equipo inicia y él ejerce de pivote, impide que los interiores encuentren despejado el centro y que, por lo tanto, puedan trazar un recorrido distinto al que transcurre en paralelo a la línea de banda que junto a su propio mediocentro les acota la autopista. Con el esférico en poder el Vermaelen y Piqué, el Jefecito no aportó movimientos ni a los lados ni -inicialmente- entre centrales que vaciaran su zona para un apoyo interior de alguno de sus compañeros. Esto, si como es el caso el rival aprieta y alarga las vigilancias hasta campo ajeno, implicó que tanto Rakitic como Sergi Roberto difícilmente recibieran en una situación que no fuera de espaldas a la portería de Herrerín, trabando la continuidad del ataque y exponiéndose en cada giro a una pérdida que dado el escenario esquivaron con más naturalidad de la esperada.
Málaga y Athletic Club no son, sin embargo, los primeros rivales que le plantean una presión adelantada al Barça. Eibar y Celta esta temporada o Sevilla y Valencia la anterior, la aplicaron bien siguiendo su plan habitual, bien como medida específica contra los de Luis Enrique. Y es que el Barça que entrena el asturiano nunca ha tenido en el inicio de la jugada una de sus fases más efectivas. La renuncia al juego de posición, tan beneficiosa en otros aspectos y demostrado ha quedado que rentable teniendo en cuenta que sin ella difícilmente se explique la entente e impacto de la MSN, como todos los planteamientos también tiene sus zonas de más penumbra y la de la salida de balón está siendo una de las más notorias. Suavizada la rectitud posicional de otras épocas con tal de favorecer una conexión libre de las piezas de talento más salvaje, el primer pase ha perdido pauta y circuito que lo automatice, de modo que con el esférico en los pies el jugador suele necesitar un poco más de espacio y un segundo más de tiempo que las presiones por norma no conceden. La diferencia estriba en que mientras la temporada pasada el problema se convertía en oportunidad gracias al aprecio del equipo por el juego vertical, el ritmo alto y los partidos abiertos, este año su evolución ha dado con un conjunto más reposado, que ha incrementado su querencia horizontal y su afán de control.
El Barça 2015-16 concede menos espacios a su delantera y cuando los encuentra no los busca de forma tan directa. Esto le ha permitido reencontrarse con el Andrés Iniesta más importante de los últimos años, sacar aún más jugo del fútbol de Sergio Busquets o gozar de una transición defensiva mucho más equilibrada. A cambio, sin embargo, este tiempo que se toma a la hora de cruzar la divisoria parece demandarle nuevas soluciones para construir circuitos de salida de balón más eficaces. En cierto momento del curso pasado, el puesto de Sergio Busquets en el equipo llegó a estar comprometido. Mathieu estaba respondiendo en el centro de la zaga y el estilo culé abrazaba mucho más que ahora a Mascherano cuando se situaba en mediocampo, hasta el punto de que la ida de la semifinal copera ante el Villarreal el catalán la vio empezar desde el banquillo. Ahora, varios meses después y clasificado de nuevo para las semis, lo que es el Barça hoy no solo hace a Busquets indiscutible como pocos, sino que posiblemente haya convertido a Sergi Roberto en un relevo más idóneo para el puesto que el heroico Jefecito.
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